3º c,15º clase de c.m. visita al barrio de la justicia
Madrid - Parque El Capricho
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2. El Parque El Capricho está situado en la Alameda de Osuna, al noreste de la ciudad de Madrid. Fue mandado construir por la duquesa de Osuna entre 1787 y 1839. Cuenta con una superficie de 14 hectáreas (unos 20 campos de fútbol). Constituye el único jardín del Romanticismo existente en Madrid. Muestra de ello son el laberinto de arbustos, los edificios, como el palacete, la pequeña ermita, o el hermoso salón de baile, además de los riachuelos que lo recorren y estanques, donde se pueden encontrar cisnes y patos. María Josefa Pimentel, duquesa de Osuna (1752-1834), casada con el noveno duque de Osuna, Pedro Téllez-Girón, mantuvo una de los salones literarios más importantes de Madrid, convirtiéndose en la personificación de los aristócratas ilustrados del siglo XVIII tardío. En este sentido, fue una de las dos primeras mujeres en ingresar en la Real Sociedad Económica Matritense. Ante la polémica levantada por la admisión de mujeres, se formó en la Matritense una Junta de Damas de Honor y Mérito (1787), de la que la condesa de Benavente y duquesa de Osuna fue nombrada presidenta. En ella y en su marido, el pintor Francisco José de Goya y Lucientes encontró unos apoyos fiables que se distinguían por un avanzado gusto artístico. La duquesa no sólo adquirió una de las primeras ediciones de Los Caprichos sino que probablemente encargó dos series de cuadros de gabinete a Goya, entre ellas El aquelarre. En 1783 compró un terreno en las afueras de Madrid para construir una finca de recreo. Un año después, el arquitecto de la corte, Pablo Boutelou, expuso un proyecto inicial para el jardín. Empezó a construirse en 1787, terminándose finalmente 52 años más tarde, en 1839. La duquesa falleció sin ver completamente concluido el recinto, en 1834. Se realizó el encargo de diseño de los jardines al arquitecto francés Jean-Baptiste Mulot, proveniente de la corte francesa. IX Duquesa de Osuna (retrato de Goya) Parque El Capricho
3. Durante la República fue declarado Jardín Histórico, aunque sin muchas consecuencias. Durante la Guerra Civil, se construyeron en el Jardín varios refugios antiaéreos subterráneos, en los que se encontraba el Estado Mayor del Ejército del Centro, comandado por el general Miaja. En los alrededores del palacio emergen restos de respiraderos de los refugios. El bunker es un pasillo amplio, con estancias a ambos lados que comunican a otros dos pasillos secundarios, paralelos al pasillo central. Techos en bóveda de cañón (muy apropiado) y puertas blindadas van separando cada estancia. En el subsuelo del parque está el bunker que al final de la guerra civil española, en el asedio de Madrid, horadó el gobierno de la República, como cuartel general alternativo de la junta de defensa de Madrid, comandada por el General Miaja. Una sencilla puerta blindada es lo único que delata la entrada del bunker en una colina cubierta de árboles centenarios. Unas escaleras conducen al subsuelo. La duquesa ordenó construir estanques, que conectaban el canal principal que recorre el parque con el salón de baile, que es donde se llevaban a cabo las fiestas que realizaba. Además, hizo plantar miles de ejemplares por todo el lugar de su flor favorita, la lila. En la invasión francesa de 1808, el recinto pasa a ser propiedad del general francés Agustín Belliard, quien parece ser que utilizó las instalaciones para sus tropas. Posteriormente, tras la retirada del ejército francés, el lugar regresó a manos de la duquesa, quien llevó a cabo una reforma del mismo. Se repoblaron arbustos, y se construyó el casino de baile o palacete mencionado (1815), obra de Martín López Aguado. También se levantaron columnas y relieves que se consideran representación de las cuatro estaciones. En 1834, tras la muerte de la Duquesa de Osuna, la propiedad del recinto llegó a su nieto, Pedro Alcántara, quien también le encarga a López Aguado nuevas construcciones dedicadas a su abuela, que como el resto, se encuentran rodeadas de abundante vegetación. Tras la muerte de Pedro Alcántara en 1844, es cedido a su hermano, quien lo descuida enormemente, acabando subastado 38 años después. Tras décadas de relativo abandono, en 1974 fue comprado por el Ayuntamiento de Madrid, y en 1985 fue declarada Bien de Interés Cultural. Un año más tarde comenzó una remodelación que, en cierta medida, continúa actualmente. El recinto está siendo estudiado para acometer reformas y recuperación que permitan visitar y contemplar más zonas de este hermoso y curioso lugar. Como anécdota, es interesante saber que El Capricho fue escenario de algunas de las escenas de la película, protagonizada por Omar Sharif, Doctor Zhivago. Todos los viernes y sábados del pasado mes de Septiembre, la Plaza de los Emperadores de los jardines del Palacio de los Duques de Osuna fue el escenario natural donde tuvieron lugar una serie de conciertos con piezas de Mozart, sumándose así a los actos de conmemoración del 250 aniversario del nacimiento de este genial compositor. En las proximidades del Palacio emergen unas "chimeneas" que son los respiraderos del bunker
7. Durante los fines de semana, resulta raro no toparse con alguna pareja de recién casados acompañados de un “ejército” de familiares y amigos compitiendo por ver quien consigue sacarles la mejor foto.
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9. Sobre una colina, imitando el panorama de los paisajistas franceses de finales del siglo XVIII, se eleva el templete de forma ovalada, lo cual le da una dinámica que quizás, se encuentre más cerca del barroco ya en crisis, que del mundo del neoclásico. Templo de Baco
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11. Es un ejemplar único, al presentarse abierto y dedicado a Baco, y no a Venus como es lo normal. Templo de Baco
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18. El recorrido mínimo hasta el centro es de 370 metros lineales y 319 metros para salir. El Laberinto
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20. La fachada de Palacio que da al jardín, se encuentra presidida por la Fuente de los Delfines, desde donde hay un paseo de extraordinaria belleza hasta llegar a la Plaza de los Emperadores.
31. Entre 1843 y 1844, el nieto y heredero de la Duquesa de Osuna, Pedro Téllez-Girón y Beaufort, emprende un labor continuista en 'El Capricho', pero la muerte temprana y desgraciada de este hombre le impidió verla realizada. En primer lugar, quiso recordar la figura excepcional de su abuela y para ello, en lo que se llama Plaza de los Emperadores, encargó a Martín López Aguado, una arquitectura especial, donde se levanta una Exedra con el busto soberbio de su abuela, obra de José Tomás, escultor de Cámara, acompañada de esfinges egipcias, todo presidiendo la Glorieta de los Emperadores.
34. Se trata de una construcción inédita que combinaba la suntuosidad otorgada por su ostentosa decoración interior, hoy ya desaparecida, con la originalidad proporcionada por su peculiaridad más destacable, consistente en poseer una serie de colmenas incorporadas a una de las fachadas. Pero lo más destacable de este hecho era que, mientras las abejas entraban y salían de sus panales a través de unas trampillas metálicas situadas en el exterior, la actividad que tenía lugar dentro de los mismos podía ser cómodamente contemplada desde el interior del edificio a través de cristales que con tal finalidad cerraban las colmenas por el extremo opuesto. El ingenio se complementaba con el ajardinamiento que lo rodeaba, todo él a base de las plantas preferidas por las abejas para elaborar la apreciada miel que luego era debidamente recolectada. El Abejero
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40. Entre los años 1792 y 1795, el decorador, pintor y tramoyista milanés Ángel María Tadey realizó una serie de pequeños edificios en el jardín de la duquesa de Osuna. En estas obras Tadey representó la idealización pintoresca de la vida en el campo que se había puesto de moda en la corte de la reina María Antonieta, esposa de Luís XVI de Francia. Estas escenografías habían sido creadas para producir al visitante que recorre el jardín, sensaciones diversas. Según testimonios de las personas que visitaban “El Capricho”, la Ermita o casa del ermitaño producía en el espectador una sensación de sorpresa debido sobre todo, al autómata que se colocó en el año 1816, en sustitución de los antiguos ermitaños que allí habían vivido. Tadey quiso dar a este edificio un aspecto de ruina y envejecimiento, para lo cual pintó los muros exteriores resquebrajados y recubiertos en parte de musgo. El pintor utilizó la técnica pictórica del “trampantojo” o engaño visual al reproducir con pinturas en los muros exteriores e interiores falsas grietas, ventanas inexistentes y mobiliario fingido.
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46. La Casa de la Vieja imita a una casa de labranza seguramente similar a las que existían en la finca antes de que los duques de Osuna transformaran lo que era una explotación agrícola en este jardín.. La Casa de la Vieja
53. En el centro existe una isleta con una cascada y un monumento erigido en honor al tercer duque de Osuna, virrey de Nápoles. El estanque se abre en diminutas rías, cabos y ensenadas y tras pasar a los pies de la montaña artificial, da paso a una ría que termina en el Casino del Baile. Ahora lo ocupan gansos y patos, pero antaño tuvo un uso más romántico. Por ella, los invitados de los duques de Osuna accedían navegando hasta el Casino.
58. Sobre la ría se levanta el Puente de Hierro más antiguo de España
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61. El Casino de Baile constituye uno de los caprichos más significativos de este peculiar jardín. Fue de las últimas construcciones que se levantaron en vida de su propietaria y promotora, la duquesa de Osuna, por entonces ya viuda desde hacía ocho años. Con la llegada de los franceses, la duquesa se trasladó a Cádiz y la finca fue confiscada por los invasores, quienes produjeron unos daños considerables según se desprende de la correspondencia que aquélla mantuvo con uno de los encargados que permaneció en Madrid. A su regreso a la propiedad, ya con Fernando VII instaurado en el trono, la duquesa puso gran empeño en recuperar la finca, iniciándose una intensa labor de mejora de la vegetación que ya no se interrumpió hasta su muerte producida en 1834. Aunque en el palacio presente en estos mismos jardines ya existía un salón de baile, la duquesa lo consideró inadecuado para el momento y en 1815 hizo construir el casino que contemplamos ahora, eligiéndose para él una ubicación muy particular: justo encima del pozo que alimenta la ría. Este emplazamiento brindaba a la noble y a sus distinguidos visitantes la atrayente posibilidad de alcanzar el casino en barca o falúa navegando indolentemente por la ría desde el embarcadero, capricho que sería con seguridad muy del gusto de la época. El Maestro Mayor de Madrid, el arquitecto D. Antonio López Aguado, ideó un edificio en dos cuerpos superpuestos perfectamente diferenciados. El inferior de forma cuadrada, acoge el pozo de 15 m de profundidad del que mana el agua que cae a la ría a través de un elemento ornamental muy representativo de este edificio, la talla en piedra de un jabalí que en dinámica pose, se aloja en un hueco emplazado bajo la doble escalera de acceso al salón. Éste se levanta justo encima adoptando su estructura una forma octogonal. En ella destacan los relieves realizados en las sobrepuertas representando las cuatro estaciones del año. El interior se adornó con espejos como era entonces costumbre en este tipo de salones, siendo el piso de maderas finas y apareciendo en el techo plano, una pintura neoclásica representando al Zodíaco.