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1
DIOS ES LUZ, AMOR Y VIDA.
E N S E Ñ A N Z A S D E
L A P R I M E R A
C A R T A D E J U A N
JOSÉ LEONIS
2
JOSÉ LEONIS
ENSEÑANZAS DE LA 1 CARTA DE
JUAN
DIOS ES LUZ, AMOR Y VIDA.
3
ENSEÑANZAS DE LA 1 CARTA
DE JUAN
DIOS ES LUZ, AMOR Y VIDA.
4
Copyright 2016 por José Leonis
Primera edición 2016.
Las citas Bíblicas son tomadas de:
—- La Santa Biblia, Versión Reina Valera 1960.
Correo: joseleonis25@gmail.com
5
A todos los que desean experimentar el amor de Dios.
6
Contenido
Introducción 9
Capítulo I 13
El Verbo de vida se manifestó a los hombre
Capítulo II 20
La vida eterna es Cristo Jesús
Capítulo III 22
¿Tienes comunión con Dios?
Capítulo IV 27
¿Qué anuncias Tú?
Capítulo V 30
La realidad: “todos pecamos”.
Capítulo VI 33
Propiciación para ¿quienes?
Capítulo VII 39
¿Conoces a Dios?
Capítulo VIII 44
La meta: andar como el anduvo
Capítulo IX 47
Un mandamiento antiguo y nuevo a la vez
7
Capítulo X 51
Pecados perdonados por su nombre
Capítulo XI 58
Crecimiento espiritual
Capítulo XII 60
No ames al mundo
Capítulo XIII 64
¿Por qué siguen esperando un anticristo?
Capítulo XIV 67
Permite que el evangelio habite en ti.
Capítulo XV 70
Hijos de Dios
Capítulo XVI 73
¿Practicas el pecado?
Capítulo XVII 77
Cuando pasamos de muerte a vida
Capítulo XVIII 83
Confianza en Dios
Capítulo XIX 85
El Espíritu de Dios vs el espíritu del anticristo.
8
Capítulo XX 88
Un lenguaje distintivo
Capítulo XXI 90
Mas del amor de Dios
Capítulo XXII 96
Guardemos sus mandamientos, ellos no son gravosos.
Capítulo XXIII 98
El testimonio del Espíritu
Capítulo XXIV 102
Él nos oye
Capítulo XXV 104
Cuidado con el pecado de muerte
Capítulo XXVI 110
Guardaos de los ídolos
Conclusión 112
9
Introducción
Epístola de 1 de Juan
El autor:
El escritor de la primera carta Universal de Juan, formaba parte
de los 12 apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. (Mt 10:2)
Este Juan, es el discípulo amado del Señor, el mismo que escribió
el evangelio que lleva su nombre, y el libro de Apocalipsis. Fue el
último apóstol que estaba con vida al momento que se escribe
está carta.
Dentro de los 12 apóstoles del Señor, Juan, ocupaba un lugar es-
pecial, es por ello que se le describe como el discípulo amado.
10
Junto a Pedro y Jacobo conformó el círculo intimo de Jesús entre
los doce. En algunos de sus escritos , no se llama por su nombre
sino que alude a si mismo como el discípulo a quién Jesús ama-
ba . (Jn 13:23, 19:26)
Jesús le dio a Juan y a su hermano Jacobo el apodo de “hijos del
trueno” (Mr.3:17).
Fue un protagonista de primera mano de las grandes señales y
prodigios de su maestro, lo que nos deja claramente manifiesto
en sus escritos.
Se cree que Juan escribió esta carta ya anciano, mientras vivía en
Éfeso, probablemente alrededor del 90-95 DC.
En el inicio de la Iglesia de Cristo en Jerusalén, se le consideraba
columna junto a Pedro y Jacobo. (Ga 2:9)
Destinatario:
Es una carta dirigida a creyentes (tenían comunión juntamente
con los que habían visto y oído al maestro), a cristianos.
Juan se refiere a sus lectores como: amados, hermanos, hijitos.
Propósito:
El mismo apóstol Juan, nos declara las razones por las cuales
escribe está carta (1 Jn 1:1-6) (1 Jn 5:13):
11
1) Confirmar la existencia de Nuestro Señor Jesucristo desde el
principio de las cosas.
2) Reafirmarle a los cristianos que Jesucristo se manifestó , y
hay basta evidencia de ello.
3) Dejarnos bien claro, la manera como es que llegamos a te-
ner verdadera comunión con el Padre y con su Hijo Jesucris-
to.
4) ”Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre
del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y
para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. “ (1 Jn 5:13)
Hay enseñanzas prácticas para todos los cristianos:
1. Se nos anima a andar en la luz.
2. A no practicar el pecado.
3. Tenemos a nuestro favor al mejor abogado que jamás a
existido: nuestro Señor Jesucristo.
4. No debemos amar al mundo.
5. Dios nos amó primero, la evidencia de ello esta precisa-
mente en que envió a su Hijo Jesucristo.
6. Si es verdad que amas a Dios , debes amar a tu prójimo.
12
7. Los falsos maestros y los anticristos ya están presentes en el
mundo, mucho cuidado con ellos.
En medio de una sociedad que se crea dioses a su imagen y se-
mejanza, es menester hacer un recorrido por uno de los princi-
pios más importantes dados por Dios a los hombre:
“ Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos
sus mandamientos.” (Jn 2:3)
“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus
mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” (Ec 12:13)
13
Capítulo I
El verbo de vida se manifestó a los
hombres
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos
visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon
nuestras manos tocante al Verbo de vida.” (1 Jn 1:1)
1.1). La declaración:
En este primer verso, Juan, nos afirma que Nuestro Señor Jesu-
cristo, el Verbo de vida, ha existido desde el principio de todas las
cosas, es eterno.
14
El apóstol Pablo nos enseñó lo mismo:
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay
en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles;
sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potes-
tades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es an-
tes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsis-
ten;” (Col1:16-17)
1.2 Hay basta evidencia que Jesucristo estuvo entre nosotros
Los hombres tuvieron la oportunidad de percibir con sus sentidos
a Jesús; le oyeron , le vieron, le contemplaron, y le palparon.
Juan y el resto de los apóstoles del Señor, también tuvieron la di-
cha de haber conocido al maestro.
Le oyeron: predicar las buenas nuevas de salvación.
Vieron: Los grandes prodigios, cuando sanaba a los enfermos,
cuando resucitó a Lázaro, cuando alimento a los 5,000 etc.
El apóstol Pedro se refirió a la bendición de haber visto al Señor.
“
Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nues-
tro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como ha-
biendo visto con nuestros propios ojos su majestad“
15
Le contemplaron: observaron minuciosamente su mirada de amor
por los pecadores, por los enfermos, por los hambrientos; se ena-
moraron de aquella sonrisa que les invitaba a sentirse plenamen-
te confiados en las promesas de una vida mejor.
Manos lo palparon: podemos recordar a Tomas y su incredulidad a
la resurrección del maestro.
“Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acer-
ca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino cre-
yente. “ (Jn 20:27)
1.3 El ser participes de las manifestaciones del Señor, caracterizaba
a los Apóstoles :
Los apóstoles, tenían en común que habían estado con el Verbo
de vida, desde su bautismo, hasta su ascensión al cielo; además
fueron testigos de su resurrección. (Hch 1:21-22)
Cuando escogieron al sucesor del traidor Judas, estos fueron los
mismos requisitos para el nuevo apóstol, que resulto ser Matías.
El Verbo de vida también se manifestó al apóstol Pablo.
“Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombres, sino por Jesucris-
to y por Dios el Padre que lo resucito de los muertos), y todos los
hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia:”(Ga 1:1-2)
16
En estos versos, Pablo, hace una defensa de su apostolado, el cual
quería ser dejado en poco.
Hay algunas aspectos dignos de resaltar, Pablo, tenía la misma au-
toridad que los 12 apóstoles, pero su escogencia había sido algo
diferente.
Mientras que los 12 apóstoles tenían en común que: (Hch 1:21-
22):
 Habían estado con Jesús en su ministerio, comenzan-
do desde su bautismo.
 Fueron testigos de la resurrección de Cristo.
 Presenciaron la ascensión de Jesús al cielo.
La escogencia del Apóstol Pablo se da en el camino a Damasco,
cuando él tuvo su encuentro con el Señor.
A excepción de Matías, los apóstoles tenían en común que :
 Fueron llamados directamente, personalmente, por el
Señor.
“Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he apa-
recido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que
17
has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu
pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío,” (Hch 26:16-17)
“pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión,
actuó también en mi para con los gentiles,” (Ga 2:8)
“Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles,..” (1 Co 15:9)
Pablo también tenía el privilegio de hacer grandes prodigios, tal
como fue prometido a los apóstoles en la gran comisión. (Marcos
16:17-18).
Para reflexión:
Es sorprendente, como un sin número de lideres religiosos en
nuestro tiempo proclaman ser apóstoles. Reclamando tener la
misma autoridad apostólica de los 12 y la de Pablo, hablan de la
restauración del ministerio apostólico, y expiden títulos de após-
toles en sus escuelas, pero en realidad es incorrecto.
Me pregunto: acaso, reúnen ellos algunos de los requisitos que
fueron necesarios al momento de seleccionar al sucesor de Judas
(Anduvieron con el maestro cuando estaba en vida, fueron parti-
cipes de su resurrección y ascensión), es obvio que la respuesta
es no.
18
En cierto sentido todos somos enviados (apóstoles), pero basados
en la gran comisión que nos dejo Cristo antes de ascender al cie-
lo. Marcos 16:15 y 16 “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad
en evangelio a toda criatura. El que creyere y fuer bautizado, será
salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Muy diferente a llevar el titulo de APOSTOL y tener autoridad
apostólica tal como en la Iglesia primitiva.
Hoy, la autoridad apostólica la tenemos a través de los escritos bí-
blicos.
1.4 Más evidencias de la manifestación del Verbo de vida:
Después de la resurrección de nuestro Señor Jesús, muchas per-
sonas le vieron. (1 de Co 16:6-8)
 Le apareció a Cefas.
 A los apóstoles por 40 días. (Hch 1:3)
 Más de quinientos hermanos a la vez, le vieron.
 Se le apareció a Jacobo.
 No debemos olvidar a María Magdalena, la primera
persona que vio a Jesús resucitado.
19
El Dr. Lucas, en el libro de Hechos de los apóstoles, refiere que
habían pruebas indubitables de la resurrección y manifestación
de nuestro Señor Jesús. (Hch 1:4)
20
Capítulo II
La vida eterna es Cristo Jesús
“(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos,
y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se
nos manifestó);“(1 Jn 1:2)
La vida que se ha manifestado es precisamente nuestro Señor Je-
sucristo. Él, es la vida eterna, estaba con el Padre, pero se nos
manifestó en carne, para traernos salvación, para darnos vida.
El apóstol Pablo hizo referencia a esto, cuando le escribió a los her-
manos filipenses.
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
21
Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, to-
mando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando
en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obe-
diente hasta la muerte, y muerte de cruz.“ (Fil 2:5-8)
Esta enseñanza, representó un duro golpe a los pensamientos
gnósticos, que estaban enseñando falsos maestros en la Iglesia,
los cuales decían que Jesucristo no había venido en carne.
La herejía gnóstica , era una creencia según la cual todo lo físico
es malo y por ello Dios no habría podido asumir forma humana.
Es la razón por la cual el apóstol Juan dio testimonio de su rela-
ción personal con Jesucristo, quien sin lugar a dudas, fue hecho
carne, y habitó entre nosotros.
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos
su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y
de verdad.“ (Jn 1:14)
Conclusión:
“ Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta
vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no
tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Jn 5:11-12)
22
Capítulo III
¿Tienes comunión con Dios?
“Éste es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios
es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.” (Jn 1:5)
Esta verdad, era el mensaje que habían oído los apóstoles de par-
te de Nuestro Señor Jesucristo, Dios es la luz.
Es importante la enseñanza aquí contenida, ya que es la base pa-
ra que podamos saber si tenemos comunión (algo en común,
compañerismo, participación mutua), con Dios y con nuestros
hermanos.
23
Entendiendo que tener comunión con Dios Padre, es equivalente
a tener comunión con su Hijo y con los que han creído en su
nombre.(1 Jn 1:3)
Los dos aspectos relevantes para saber si tenemos comunión con
Dios, son:
1) ¿Andamos el Luz? o
2) ¿Andamos en tinieblas?
La máxima expresión de la luz, es nuestro Dios.
3.1 Santiago nos declaró la siguiente verdad:
a. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de
lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mu-
danza, ni sombra de variación.” (Stg 1:17)
3.2 La máxima expresión de las tinieblas, es Satanás.
a. En Efesios 6:12, Satanás y sus seguidores son llama-
dos: gobernadores de las tinieblas.
b. Los frutos de la carne, son categorizados como obras
de las tinieblas. (Rm 13:12-14)
3.3 El apóstol Juan nos enseña:
1) Si andamos en tinieblas no tenemos comunión con
Dios.
“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinie-
blas, mentimos, y no practicamos la verdad;” (1 Jn 1:6)
Podemos incluso, llegar a engañarnos a nosotros mismos al pen-
sar que tenemos comunión con Dios, viviendo en tinieblas.
24
El que anda en tinieblas es aquel que:
a. Miente.
b. No práctica la verdad.
2) Si andamos en luz tenemos comunión con Dios
“pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión
unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo
pecado. “ (1 Jn 1:7)
El que anda en luz
a. Tiene comunión no solo con el Padre y el Hijo, sino
también con los hermanos.
b. Goza del privilegio, que la Sangre de Cristo le limpie de
todos los pecados.
El apóstol Pablo nos enseñó, que para tener participación de la
herencia de los Santos en la Luz de Dios, debemos ser trasladados
de la potestad de las tinieblas al reino de su amado Hijo (la Igle-
sia). (Col 1:12-14).
Esto se produce precisamente cuando la Sangre de Cristo nos lim-
pia los pecado.
En hechos 2:38, encontramos una importante contestación que el
apóstol Pedro les hace a la multitud que había reconocido que ha-
25
bían matado al tan añorado Mesías, y realizaron la siguiente pre-
gunta: ¿Varones hermanos y ahora que haremos?
 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de
los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Comunión en la Iglesia de Cristo
El verso 42 de este mismo capítulo de hechos, nos dice que los
que recibieron su palabra, fueron bautizados y se añadieron
aquel día como 3,000 persona. Posteriormente se mantenían
perseverando en la doctrina de los apóstoles, en la comunión
unos con otros. (Hch 2:43)
La pregunta que uno se haría es: ¿Dónde fueron añadidas estas
personas?.
La respuesta está en el verso 47 .
”alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor
añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. “
Estas personas que recibieron la palabra de Pedro y fueron bauti-
zados, fueron añadidos precisamente a la Iglesia.
Esto es lo que el apóstol Pablo hace referencia como ser traslado
de la potestad de las tinieblas al reino de Jesús. Lo cual nos per-
26
mite tener verdadera comunión con Dios, con su Hijo y con los
hermanos.
Conclusión:
Sabemos que tenemos comunión con Dios, si andamos en su Luz.
“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hom-
bres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran
malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no
viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que
practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus
obras son hechas en Dios” (Jn3:19-21)
27
Capítulo IV
¿Qué anuncias Tú?
“lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que vosotros
tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdadera-
mente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.” (1 Jn 1:3)
Los apóstoles, anunciaron las buenas nuevas de Salvación. Ha-
bían experimentado de primera mano a Jesucristo, fueron llama-
dos a ser testigos de la vida que está en Cristo; y para que mu-
chos tuvieran comunión con ellos, con el Padre y el Hijo.
El impacto de dicha anunciación, fue predicha por el Señor.
28
“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Es-
píritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra. “ (Hch 1:8)
Sin lugar a dudas la humanidad necesita la Luz de Dios, es por
ellos que dentro de los mandamientos que nos dejó Nuestro Se-
ñor Jesucristo, está, el anunciar el evangelio.
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que
no creyere, será condenado.” (Mr 16:15-16)
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las nacio-
nes, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíri-
tu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado;..” (Mt 28:19-20)
Hasta lo último de la tierra:
Veremos que dentro de los actores que serían testigos de la ver-
dad de Cristo, y la anunciarían, están incluidos todos los que se
han hechos discípulos del Señor, a través de los años.
El apóstol Pablo en su escrito a los hermanos Romanos, les de-
claró que son hermosos los pies de los que anuncian la buena
nueva de Jesús. (Rm 10:15)
29
Reflexión:
Es de suma importancia que al igual que los apóstoles del Señor,
que tuvieron el privilegio de anunciar las buenas nuevas de salva-
ción, de igual forma nosotros, debemos anunciar la vida eterna
que está en Jesús.
30
Capítulo V
La realidad: “todos pecamos”.
“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y lim-
piarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hace-
mos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Jn1:8-10)
Vivimos en una sociedad que es indiferente ante esta palabra:
pecado.
Hay varias cosas que suceden cuando decimos que no tenemos
pecado:
1. Nos engañamos a nosotros mismo.
31
2. La verdad no está en nosotros.
3. Le hacemos a él mentiroso
4. La palabra de Dios no está en nosotros.
Esta realidad: todos pecamos, es la base para que nos mantenga-
mos permanentemente cubiertos por la preciosa Sangre de Cris-
to. Lo cual se logra manteniéndonos en la luz de Dios
(cumpliendo sus mandamientos). (1 Jn 1:7)
Cuando venimos a los pies de Dios, nuestros pecados son perdo-
nados (Hch 2:38). A pesar de ello, estos versos que nos comparte
Juan, nos declaran que todos en algún momento pecaremos, de-
cir lo contrario es mentir.
La pregunta no es si se puede pecar, sino que no debemos pe-
car, no entregarnos a una vida de pecado, a prácticas pecamino-
sas deliberadas y de manera permanente.
Ocultar, ignorar nuestros pecador, nos aleja del perdón de Dios.
Dios es fiel y justo, no hay que dudar que si confesamos nuestras
faltas, y existe un verdadero sentimiento de arrepentimiento,
Dios nos perdonará y librará de toda maldad.
El cristiano no vive una vida de pecado, pero es consciente que
en ocasiones peca, y cuando se acerca arrepentido y confiesa
32
sus pecados, nuestro Dios por la sangre preciosa de su Hijo Jesu-
cristo le perdona.
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si al-
guno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Je-
sucristo el justo.” (1 Jn 2:1)
Aun cuando el cristiano está propenso a pecar, la voluntad de
Dios es que no pequemos.
El cristiano que anda en la luz de Dios, cuando peca, busca rápi-
damente el perdón de Dios, confiesa sus pecados y encuentra en
Jesucristo al mejor abogado para que Dios Padre lo absuelva.
33
Capítulo VI
Propiciación para ¿quienes?
“Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por
los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (1 Jn 2:2)`
Propiciación: ofrenda favorable, expiación. Apaciguar la ira de
Dios.
Nuestro Señor Jesucristo se entregó como una ofrenda agradable
para la expiación de los pecados, no solamente de los que se han
hecho cristianos ya, sino por toda la humanidad.
34
El fracaso de la humanidad está en no reconocer que debe creer
y obedecer a nuestro señor Jesucristo , para que su sangre les
limpie los pecados.
Una de las doctrinas que va en contra de los mismos deseos de
nuestro Dios, es la doctrina calvinista de la expiación o reden-
ción limitada. Esta hace referencia que el sacrificio de Nuestro
Señor Jesucristo no fue por toda la humanidad, sino solamente
por un grupo muy selecto de personas, por ende, si la persona no
se encuentra en ese grupo no se beneficia del derramamiento de
la sangre de nuestro señor Jesús.
En oposición a esta postura humana, esto fue lo que nos escribió
el apóstol Pablo guiado por el Espíritu Santo en:
1 de Timoteo 2:4 “el cual quiere que todos los hombres sean sal-
vos y vengan al conocimiento de la verdad.”
El deseo de nuestro Dios es que todas las personas sean salvas
por medio de aceptar el llamamiento que nos hace a través de
su evangelio.
Por esto, podemos entender el espíritu de uno de los versos más
clásicos del cristianismo:
35
Juan 3: 16-17 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea sal-
vo por él.”
El amor de nuestro Dios es por toda la humanidad. Es sin acep-
ción de personas.
Hechos 10:34 “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad
comprendo que Dios no hace acepción de personas,”
Dios ama de una manera tan indescriptible a la humanidad, que
nos brinda la salvación si estamos en Cristo Jesús. El punto de re-
ferencia que utilizará nuestro Dios para juzgar a la humanidad se
centra en Cristo (estar o no estar en él).
El Dr. Lucas escribió lo siguiente en:
Hechos 17:30-31 “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiem-
pos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo
lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el
cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien desig-
nó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.”
36
El que predica la doctrina de la expiación limitada, menosprecia
el poder del evangelio. El apóstol Pablo dijo lo siguiente acerca
del evangelio:
Romanos 1:16 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque
es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree;...”
Podemos plantearnos una pregunta sencilla y buscar la respuesta
tal cual en la Biblia. Esta sería la pregunta: ¿La gracia salvadora de
Dios se ha manifestado para quienes?
La respuesta la encontramos en los escritos del Apóstol Pablo a
Tito:
Tito 2: 11-12 “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para
salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a
la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo so-
bria, justa y piadosamente,”
Este verso es muy claro en afirmar que la gracia de Dios se ha ma-
nifestado a todos los hombres (la manifestación salvadora de Cris-
to Jesús), por ende, es menester que estés en Cristo.
Nuestro Señor Jesucristo antes de ascender al cielo nos dejó man-
damientos íntimamente relacionados con el llamamiento a toda
la humanidad a través del evangelio.
37
1) Mateo 28:19-20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os
he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo. Amén”
2) Marcos 16:15-16 “Y les dijo: Id por todo el mundo y predi-
cad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado,
será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
3) Lucas 24:47 “y que se predicase en su nombre el arrepen-
timiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comen-
zando desde Jerusalén.”
Otro de los versos muy categóricos respecto a que la doctrina de
la expiación o redención limitada es rotundamente falsa es:
1 Juan 2:2 “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no sola-
mente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”
Este gran amor (salvador) de Dios queda condicionado: “a estar
en Cristo Jesús.”
1 Juan 2:3 “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guar-
damos sus mandamientos.”
38
No olvides lo siguiente:
2 Pedro 3:9 “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tie-
nen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no que-
riendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepenti-
miento.”
39
Capítulo VII
¿Conoces a Dios?
“Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus
mandamientos.” (1Jn 2:3)
Vivimos en una sociedad que poco se interesa por conocer a
Dios. El grado de ceguera en la que se vive es tan critico, que pa-
ra muchos la palabra felicidad es contraria a los mandamientos
de Dios.
Algunos creyentes, han perdido el norte de sus vidas, y al ver que
muchos que viven sin Dios, han obtenido posesiones y cierto es-
40
tatus profesional, han llegado a creer que es posible obtener feli-
cidad sin Dios. Aunque es cierto que no encontramos declara-
ciones expresas con esta verdad, sus acciones los delatan.
Cada vez más se trata de vivir sin reglas, las normas de moralidad
más elementales que se nos han dejado, han dejado de causar
sentimiento de culpa por violarlas; cada vez más, se manifiesta la
inconformidad en todos los ámbitos de la vida, y en la búsqueda
de la alegría que les debería representar la felicidad, son capaces
de hacer los más grandes desmanes, para al final descubrir que
siguen vacíos.
A pesar de que estos pensamientos son contrarios a los precep-
tos de Dios, aun así , declaran que conocen de Dios.
Definición de conocer a Dios:
CONOCER A DIOS = GUARDAR LOS MANDAMIENTOS DE DIOS.
Esta realidad bíblica nos plantea una gran verdad. Podríamos sa-
ber de la existencia de Dios, congregarnos, declarar que a través
de Cristo tenemos perdón de pecados, y aún así , no conocer a
Dios; si violamos y menospreciamos sus mandamientos.
Es incorrecto decir que conocemos a Dios, si somos esclavos de
los frutos de la carne, si somos esclavos del pecado.
41
“Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verda-
dero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Jn 17:3)
Definición:
CONOCER A DIOS = GUARDAR LOS MANDAMIETOS DE DIOS = TE-
NER VIDA ETERNA.
Pregunta:
¿Es posible que el hombre conozca a Dios.?
Respuesta: Si.
¿ Cómo?
Respuesta: cuando guardamos sus mandamientos.
¿ Es posible saber si tenemos la vida eterna?
Respuesta: si
¿ Cómo?
Respuesta: cuando conocemos a Dios = guardamos sus manda-
mientos.
“ y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Jn 8:32)
No se puede ser libre del pecado, sino conocemos a Cristo, sino
guardamos sus mandamientos.
42
“El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal
es mentiroso, la verdad no está en él;” (1 Jn 2:4)
El apóstol juan, nos enseña que cuando decimos que conocemos
a Dios pero no guardamos sus mandamientos:
1. Mentimos
2. La verdad no está en nosotros.
“Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo
abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena
obra. “ (Ti 1:16)
“pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor
de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en
él.” (1 Jn 1:5)
El amor de Dios se perfecciona en nosotros, si guardamos sus
mandamientos.
¿Que sucede cuando nos ocupamos en nuestra salvación con te-
mor y temblor?
Resp. El amor de Dios se perfecciona.
Esto fue lo que nos enseño el apóstol Pablo:
43
“ porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad. “ (Fil 2:13)
Todo cristiano debe permitir que el amor de Dios se perfeccione
en él.
Perfeccione = alcanzar la meta, madurez.
Podemos tener la certeza que el amor de Dios está con nosotros,
y por consiguiente estamos en Dios, si guardamos sus manda-
mientos.
Conclusión:
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me
ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y
me manifestaré a él.” (Jn 14:21)
44
Capítulo VIII
La meta: andar como el anduvo
“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” (1
Jn 2:6)
El decir que estamos en Cristo, en Dios, no es una percepción in-
dividual, no es la definición que cada uno le da. Tenemos un mo-
delo fidedigno que nos delimita claramente, si en efecto estamos
en él.
Juan nos declara que andar como él anduvo, es la clave para sa-
ber si permanecemos unidos a Cristo.
45
Esta misma enseñanza no las compartió el apóstol Pedro en su
primera carta.
“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció
por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;
“ (1 P 2:21)
Andar como el anduvo, es equivalente a imitar a Cristo.
El apóstol Pablo nos enseño:
“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. “ (1 Cor11:1)
¿Cómo anduvo Cristo?
Cristo anduvo en perfecta santidad, en amor, fe, oración, paz, ver-
dad, siendo obediente, compasivo, haciendo todo el bien.
El Dr. Lucas en el libro de Hechos, nos compartió esta verdad.
“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Na-
zaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. “ (Hch 10:38)
De igual forma, si queremos estar plenamente convencidos que
estamos en Cristo, es menester hacer tal cual hizo el maestro.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compade-
cerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo
según nuestra semejanza, pero sin pecado. “ (He 4:15)
La Biblia tiene basta enseñanza de como el Cristiano debe andar.
46
1. “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se
entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a
Dios en olor fragante. “ (Ef 5:2)
2. “para que andéis como es digno del Señor, agradán-
dole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y
creciendo en el conocimiento de Dios; “ (Col 1:10)
3. “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los
deseos de la carne. “ (Ga 5:16 )
4. “Andad sabiamente para con los de afuera, redimien-
do el tiempo”. (Col 4:5)
Reflexión:
No es opcional este mensaje, si queremos permanecer en Cristo
debemos andar como él anduvo.
¿Cuál es el camino por el que debemos andar.?
Respuesta: Cristo.
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí.” (Jn 14:4)
47
Capítulo IX
Un mandamiento antiguo y
nuevo a la vez
“ Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el manda-
miento antiguo que habéis tenido desde el principio; este manda-
miento antiguo es la palabra que habéis oído desde el princi-
pio.” (1 Jn 2::)
¿ Cuál es ese mandamiento antiguo que hemos tenido desde el
principio?
Juan nos dice que dicho mandamiento: es la palabra que ya ha-
bían oído desde el principio.
48
Pero: ¿cual es esa palabra?, ¿Cuál es ese principio?
La palabra aquí referida, pudiese representar la necesidad de an-
dar en los mandamientos enseñados (las cosas que Jesús les ha-
bía mandado que guardaran) desde la conversión de los cristia-
nos a los cuales Juan les escribe.
Aunque, considerando la suma de las enseñanzas de Juan, sobre
todo tomando en consideración lo escrito en el capítulo 3 verso
11, es más probable que: esta palabra (mensaje) se refiera aun
mandamiento en particular: “amar al prójimo”.
“Porque éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que
nos amemos unos a otros” (1 Jn 3:11)
Juan, el apóstol del amor, nos deja bien claro que una de las en-
señanzas que se le inculcaba a los nuevos discípulos, era precisa-
mente la necesidad que los cristianos fueran identificados por su
capacidad de amar al prójimo.
“ En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis
amor los unos con los otros.” (Jn 13:35)
“Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdade-
ro en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz
verdadera ya alumbra. El que dice que está en la luz, y aborrece a
su hermano, está todavía en tinieblas. (1 Jn 2:8-9)
Este mandamiento al que Juan se refiere, es: "amar al prójimo
49
como a uno mismo.”
¿Qué hay de nuevo es este mandamiento antiguo?
Nuestro Señor Jesucristo nos hablo de este nuevo mandamiento.
“ Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; co-
mo yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Jn
13:34)
— Como yo os he amado, redefine el concepto del amor.
Nuestros Señor Jesucristo le dio al amor por el prójimo un nue-
vo significado.
“Oíste que fue dicho : Amaras a tu prójimo, y aborrecerás a tu
enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a
los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad
por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de
vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre
malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. (Mt.
5:43-45)
Lo nuevo en este mandamiento, está precisamente en el grado
de amor que debemos tener por el prójimo. Nuestro Señor, nos
dio claros ejemplos de ello:
1. Amo a los enemigos, pecadores , a los malos, a los re-
chazados , enfermos. Etc.
La mejor manera de que los no creyentes nos identifiquen como
cristianos, es precisamente a través de este amor que debe ha-
ber entre los discípulos del Señor.
50
Se nos deja bien claro, que si no amamos a nuestros hermanos,
no estamos en la luz; es decir no tenemos comunión con Dios.
“El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tro-
piezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda
en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cega-
do los ojos.” (1 Jn 2:9-11)
La tiniebla, oscuridad, hace referencia a la antigua idea sobre el
amor al prójimo, que si permitía reaccionar contra aquel que le
maltrataba.
Cuando nos sentimos en el derecho de devolver el mismo mal
que nuestro prójimo nos hace, Juan nos dice: que las tinieblas
nos han cegado los ojos.
Reflexión:
Ya hemos aprendido que el que dice que tiene comunión con
Dios, pero anda en tinieblas, miente y no practica la verdad.
El no amar a nuestro prójimo en el grado que nos enseña el
maestro, representa un claro ejemplo por el cual dejamos de te-
ner comunión con el Padre y el hijo.
51
.
Capítulo X
Pecados perdonados
por su nombre
“Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han si-
do perdonados por su nombre.” (1Jn 2:13)
Hijitos, con está palabra el apóstol Juan nos muestra de manera
tierna, el amor que tenía por los hermanos en Cristo.
Hay una gran declaración en estos versos, vuestros pecados son
perdonados por su nombre.
¿ Cómo son perdonados nuestros pecados?
52
Respuesta: por sus nombre.
Esto fue lo que nos enseño el apóstol Pedro:
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en
el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo.” (Hch 2:38)
El apóstol Pablo, al relatar su conversión, dijo lo siguiente:
”·Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava
tus pecados, invocando su nombre.” (Hch 22:16)
Estos versos bíblicos tratan precisamente este tema del perdón
de pecado por su nombre.
En estas historias vemos que hay algo en común, el perdón de
pecados esta en función de la fe obediente en Cristo. Podemos
apreciar como en ambos ejemplos: hay bautismo y se le relaciona
con el perdón (lavado) de los pecados.
Nuestro Señor antes de ascender al cielo nos dejó claras instruc-
ciones:
 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad
me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en
el NOMBRE del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
(Mt 28:18-19)
53
En dichos versos se nos declara, como es que las personas se ha-
rían discípulos de Cristo.
La magnitud de esta enseñanza es tan grande, que de igual forma
el evangelio de Marcos incluye el mensaje de la gran comisión.
 “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio
a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será
salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Mr.
16:15-16)
Podemos concluir, que los elegibles para ser bautizados son los
que han creído en el nombre de Jesús; según lo antes expuesto,
lo que se obtiene de creer y ser bautizado es la salvación, por en-
de el perdón de pecados.
Reflexión: Es muy común encontrar a personas en los autobuses
hablado de Dios, hablando de salvación, y al final de sus enseñan-
zas suelen decir: los que desean ser salvos y obtener el perdón
de pecados, si han creído en Cristo, alcen sus manos y haremos
una oración; después de ello ya tienes perdón de pecados. Inclu-
so desde programas televisivos, se les pide a las personas que si
creen en Cristo hagan una oración y ya son salvos. Dejan aun la-
do que el proceso de creer y ser bautizados en su nombre , eran
simultáneos e inmediatos.
54
Tener perdón de pecados en el nombre de Jesús, es lo mismo que
decir por su autoridad. Es muy obvia la razón de ser de está auto-
ridad; por su sangre derramada, es que se instauró un nuevo pac-
to, por el cual se obtiene la justificación.
Porque cuestionar el mensaje de la gran comisión.
Cuando se respeta la autoridad de Cristo (Su nombre):
Ellos creyeron y se bautizaron tal cual ordenó Cristo para alcan-
zar el perdón de pecados y la salvación (Mr 16:15-16).
1) Felipe y el etíope:
“Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta es-
critura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino,
llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impi-
de que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón,
bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de
Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Feli-
pe y el eunuco, y le bautizó. “ (Hch 8:35-38)
Estos versos tienen una gran declaración, la anunciación del evan-
gelio debe incluir, el mensaje de la gran comisión de Marcos
16:15-16. Llegamos a esa conclusión ya que Felipe le anunció el
evangelio, e inmediatamente el etíope pregunta : que le impedía
ser bautizado; por ello, entendemos que Felipe le habló acerca de
55
la importancia de creer y ser bautizado, tal cual lo había dicho
nuestro Señor Jesucristo.
2) Predicación en Samaria:
“Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del
reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y
mujeres. También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, es-
taba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros
que se hacían, estaba atónito.” (Hch 8:12-13)
Vemos de manera reiterada como se cumple el mensaje de la
gran comisión: “el que creyere y fuere bautizado”.
Es incuestionable que en la anunciación del evangelio del reino
de Dios, se tiene que hablar de la importancia de creer y ser bau-
tizado.
3) El carcelero de Filipo:
“y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu ca-
sa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que esta-
ban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la no-
che, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los
suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con
toda su casa de haber creído a Dios.”
56
Pregunta: ¿Qué fue lo que creyó el carcelero?
Respuesta: la palabra que les hablaron Pablo y Silas.
Pregunta : ¿Qué incluían dichas palabras?
Respuestas: El evangelio. Incluían el mensaje de la gran comisión
(CREER Y SER BAUTIZADO), es por ello que inmediatamente fue-
ron bautizados.
Es incorrecto pensar que se puede creer en Cristo, sin escuchar
las palabras por las cuales se es salvo, el evangelio.
En este relato, tanto Pablo y Silas animaron al carcelero a creer
en Cristo para ser salvo, esto evidentemente ocurrió cuando es-
cucharon con espíritu de obediencia las palabras que les fueron
anunciadas; es por ello que atendiendo a la autoridad de Cristo y
a sus mandatos: creyeron en Cristo como Hijo de Dios y salvador
y procedieron a bautizarse en aquella noche. El creer esta íntima-
mente relacionado a la fe obediente en Cristo.
No podemos decir que creemos en Cristo, si no obedecemos a
sus mandatos.
4) En Corinto oían, creían y eran bautizados:
57
“Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda
su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautiza-
dos.” Hch 18:8)
Apreciamos de manera reiterada, como se cumple el mensaje de
la gran comisión.
Conclusión:
No podemos ignorar las ordenanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
Tener perdón de pecados por el Nombre de Cristo, es más que
una palabra, involucra convicción en el poder salvador de la San-
gre de Cristo, en su autoridad y la obediencia a sus mandatos.
Les invito a no menospreciar las enseñanzas bíblicas.
“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo
Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?. Porque somos sepul-
tados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de
que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros andemos en vida nueva.” (Ro 6:3-4)
58
Capitulo XI
Crecimiento espiritual
“Os escribo a vosotros padres, porque conocéis al que es desde el
principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al
maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al
Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al
que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque
sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis
vencido al maligno” (1 Jn 2:12-14)
En estos versos podemos apreciar que se utiliza el verbo escribir
en presente y en pasado: “os escribo, os he escrito”
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Os escribo: se relaciona a las enseñanzas contenida en esta 1 carta
de juan.
Os he escrito: Pudiese relacionarse a algunas enseñanzas ya dadas
previamente por Juan, probablemente a las enseñanzas conteni-
das en el evangelio de Juan.
Cuan importante es recordar como hemos conocido a nuestro
Señor Jesucristo, como ha trasformado nuestras vidas, como nos
ha dado esperanza de vida eterna.
Ya hemos aprendido que conocer al que es desde el principio
(Cristo), es equivalente a decir que guardamos sus mandamien-
tos.
Los padres (cristianos maduros), nunca deben olvidar, que han co-
nocido al Verbo de vida, y que Él es eterno.
A los cristianos que están buscando la madurez, se les recuerda
que la clave del éxito para vencer al maligno, es que la palabra de
Dios permanezca en ellos.
Reflexión:
Estas enseñanzas deben transmitirse en todo tiempo, ya que son
la clave para que seamos cristianos fuertes.
60
Capítulo XII
No ames al mundo
“ No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno
ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que
hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el
mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre.” (1 Jn 2:15-18)
Amar al mundo es equivalente a amar el pecado.
La implicación para los cristianos que aman el mundo es catastró-
fica, el amor de Dios no está en dicha persona.
61
De igual forma Santiago nos transmitió esta misma enseñanza.
“!!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo
del mundo, se constituye enemigo de Dios. “ (Stg 4:4)
No solo el amor de Dios deja de estar en nosotros cuando ama-
mos al mundo, también nos convertimos en adúlteros y en
enemigo de Dios.
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno
y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No
podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Mt 6:24)
Que nos ofrece el mundo:
1) Los deseos de la carne:
Se relaciona a los deseos por las cosas que están directamente
prohibidas por Dios.
Ejemplo: el deseo sexual no está mal en el matrimonio, pero la
fornicación y el adulterio si son condenados por Dios.
El apóstol Pablo, en Gálatas 5:19-21, nos da una lista de pecados
que son categorizados como frutos de la carne.
Entre ello: Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría,
hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensio-
nes, herejías, envidias, homicidios, y orgias.
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2) Los deseos de los ojo:
Todos estamos de acuerdo que ver y desear no necesariamente
es malo, podríamos decir que es propio del ser humando, es una
necesidad.
¿Cuándo se vuelve malo?
Precisamente cuando lo que vemos y deseamos está prohibido
por Dios.
Los deseos de los ojos, han llevado a hombres que conocieron a
Dios por el camino de la tragedia.
Eva: vio que el árbol era bueno para comer, tomo del fruto y co-
mió. Y así entro el pecado y sus consecuencias.(Gn 3:6-7)
Lot: alzo sus ojos, vio la llanura del Jordán, le pareció muy atracti-
va la tierra; pero no le importó poner su tienda cerca de Sodoma
y al final morar allí. Esta decisión trajo consecuencias terribles en
la vida de Lot, su mujer murió y sus dos hijas influenciadas por el
pensamiento de Sodoma, emborracharon a su padre y fornica-
ron con él. (Gn 13:10 y Gn 19)
David: Al caer la tarde, vio a Betsabé que se estaba bañando, no
le importo que era casada y al final cometió adulterio.(2 S 11:2-4)
3) La vanagloria de la vida:
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El espíritu de autosuficiencia y egocentrismo, que le hace al hom-
bre alejarse de Dios.
La realidad:
Todo el impulso del mundo que lleva a las personas a sentir pla-
cer y satisfacción al vivir una vida de pecado, al final terminan.
Los que permanecen para siempre son los que hacen la voluntad
de Dios.
Reflexión:
Cuando el mundo (vida de pecado) nos conoce, debemos preo-
cuparnos, ya que esto indicaría que nos identificamos con ellos
en prácticas que violan los mandamientos de Dios.
64
Capítulo XIII
¿Por qué siguen esperando
un anticristo?
“Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el an-
ticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto
conocemos que es el último tiempo.” (1 Jn 2:18)
El apóstol Juan, les declara a los que siguen esperando un anti-
cristo, que ya está presente en el mundo.
De hecho, nos dice que sabemos que es el último tiempo, porque
han surgido muchos de ellos.
Pero: ¿Quién es el anticristo?
65
Respuesta: el que niega al padre y al Hijo.
“¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?
Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.” (1 Jn 2:22)
¿De donde saldrían muchos de estos anticristos?
Respuesta: Algunos serian apostatas de entro los hermanos, que
se apartaron de la fe, para estar en contra de Cristo.
El Dr. Lucas nos relató una advertencia que le hizo el apóstol pa-
blo a los ancianos en Hechos 20:30.
“Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas
perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.”
Estos discípulos apostatas no eran obedientes de la manera que
si lo eran los fieles, si hubiesen sido fieles, hubieran permanecido
en fidelidad.
“Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen
sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron
para que se manifestase que no todos son de nosotros.” (1 Jn 2:19)
¿Cómo hacer frente a los anticristos?
Respuesta: haciendo uso de la guía del Espíritu Santo y de la pala-
bra de Dios: que nos instruyen, que nos da todo el conocimien-
to.
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“Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las co-
sas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la
conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.” (1 Jn
2:20-21)
Reflexión:
Hay basta evidencia bíblica de la realidad de la apostasía. Para ha-
cerle frente, es menester dejarnos guiar por la palabra de Dios.
“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá
entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente
herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató,
atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.” (2 P 2:1)
67
Capítulo XIV
Permite que el evangelio
habite en ti.
“
Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si
lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, tam-
bién vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. “ (1 Jn 2:24)
La manera más categórica de saber si conocemos a Dios, es si el
evangelio permanece en nosotros y por ende lo estamos vivien-
do.
Cuando la palabra que hemos oído desde nuestra conversión (la
fe viene por el oír su palabra), está en nosotros, hay una vida
trasformada.
68
El evangelio produce cambios, que hace morir lo terrenal en no-
sotros: fornicación, impurezas, pasiones desordenadas, malos de-
seos, avaricia, etc.
Sabemos que permanecemos en el Padre y en el Hijo, cuando vi-
vimos el evangelio, cuando ponemos la mirada en las cosas de
arriba y no en la de la tierra. (Col 3:2)
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de en-
trañable misericordia, de benignidad, de humildad, de manse-
dumbre, de paciencia;” (Col 3:12)
La promesa para los que dejan que el evangelio los transforme:
La vida eterna es la promesa suprema de Dios, para ello, la pala-
bra de Dios debe habitar en nosotros, si es que queremos recibir-
la.
“ y ésta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.” (1 Jn 2:25)
Advertencia:
Hay engañadores, que tratan de seducirnos y arrastrarnos nueva-
mente a una vida de pecado.
“ Os he escrito esto sobre los que os engañan” (1 Jn 2:26)
La ayuda de Dios para que el evangelio more en nosotros:
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1) El Espíritu Santo: es la unción, nos instruye, nos garantiza que
Dios está a nuestro lado
“ Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en voso-
tros, y no tenéis necesidad que nadie os enseñe; así como la un-
ción misma os enseña todas las cosas, y es varadera, y no es men-
tira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.” (1 Jn 2:27)
Los santos hombres de Dios nos dejaron la voluntad de Dios en
la Biblia, ellos escribieron siendo inspirados por el Espíritu Santo,
es así como la unción nos enseña.
Reflexión:
“ Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifies-
te, tengamos confianza, para que en su vendida no nos alejemos
de él avergonzados.” (1 Jn 2:28)
70
Capítulo XV
Hijos de Dios
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llama-
dos hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le
conoció a él.
A pesar de nuestros pecados, de nuestras iniquidades, el amor
de Dios por la humanidad ha sido en extremo grande, de magni-
tud incalculable, a tal punto que envió a su Hijo unigénito para
hacer la paz; y así nos permitió la bendición de ser llamados hijos
de Dios.
Esto nos plantea una gran realidad, no todos somos hijos de Dios.
71
En efecto todos somos creación de Dios, pero entendemos a tra-
vés de las enseñanzas bíblicas que Hijo de Dios, es aquel que
cree en Jesucristo.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;“ (Jn 1:12)
El mundo de pecado, no nos conoce, precisamente porque los
cristianos vivimos bajo los preceptos de Dios. Si te identificas con
esta generación mala y perversa, si te alegras con ellos de sus
placeres e injusticias, debes entender que Dios no está en ti.
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo
que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, se-
remos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.”(1 Jn 3.1-
2)
A través del sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, ya es una reali-
dad el ser Hijos de Dios para los que aceptan su nombre.
Todos los cristianos tienen el anhelo de morar en la eternidad
juntamente con Dios, para ello, nuestro cuerpo actual debe su-
frir cambios. Lo cual se llevará acabo cuando el Señor venga por
segunda vez a la tierra
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también es-
peramos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el
72
cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuer-
po de la gloria suya, por el poder con el cual puede también suje-
tar a sí mismo todas las cosas.” (Fi 3:20-21)
“Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mis-
mo, así como él es puro.” (1 Jn 3:3)
Todos los que tienen la esperanza de ver a nuestros Señor Jesu-
cristo, entienden que tienen que mantenerse en santidad.
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al
Señor.” (He 12:14)
“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpié-
monos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccio-
nando la santidad en el temor de Dios.“ (2 Co 7:1)
Reflexión:
Es un buen momento para que nos sinceremos con nosotros mis-
mos, y veamos si estamos trabajando con todo ahínco por man-
tenernos en la santidad que Dios exige para todos los cristianos.
No es opcional, es menester no dejarnos contaminar por los
nuevos ideales de esta sociedad, que nos alejan de la pureza que
Dios nos demanda.
El ser Hijos de Dios, le representa a los cristianos la dicha de ha-
ber pasado de muerte a vida.
73
Capítulo XVI
¿Practicas el pecado?
“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el
pecado es infracción de la ley.” (1 Jn 3:4)
El apóstol Juan, nos define que es pecado. Pecado es toda viola-
ción a las ordenanzas dadas por Dios.
Para pecar hay que violar una ordenanza, por esta razón conside-
ramos que los bebes no tienen pecado.
El pecado tiene consecuencias transcendentales para el hombre,
nos aleja de la gloria de Dios. (Ro. 6:23)
74
“Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay
pecado en él.” (1 Jn 3:5)
Ya hemos aprendido que todos pecamos, si decimos lo contrario
mentimos. Es la razón por la cual Jesucristo vino a la tierra, para
limpiarnos de los pecados, para abogar por nosotros.
“el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y traslada-
do al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su
sangre, el perdón de pecados.” (Col. 1:13-14)
“Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca,
no le ha visto, ni le ha conocido “ (1 Jn 3:6)
Este verso nos da la clave del éxito para alejarnos del pecado, es-
tar en Cristo Jesús.
Cuando vivimos (moramos, habitamos) en Cristo, nuestro deseo
no es andar en pecado, sino estar lo más alejado, todo porque
nuestras vidas ahora le pertenecen a Él.
Las personas que viven una vida de pecado (continúan pecando y
pecando), que se centran en este mundo, en sus posesiones y
placeres, esas personas no han visto ni conocido a Jesucristo. No
ven la relación espiritual que Dios tiene con sus Hijos, ni tampoco
tienen comunión con Dios.
75
“Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es
justo.” (1 Jn 3:7)
Juan nos hace una advertencia, nadie te engañe, no puedes pre-
tender ser una persona justa (moralmente correcta) cuando lo
que haces son injusticias.
“El proceder de la mujer adúltera es así: Come, y limpia su boca
Y dice: No he hecho maldad.” (Pr 30:20)
Cuando practicamos la justicia, nos convertimos en imitadores de
Cristo, ya que él anduvo en justicia.
“enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos
mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamen-
te,” (Ti 2.12)
“El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca
desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para desha-
cer las obras del diablo.” ( 1 Jn 3:8)
Practicar el pecado, hace referencia a una conducta pecaminosa
deliberada, habitual, constante, y en plena conciencia.
Es una dura declaración la que nos da Juan, si vivimos una vida de
pecado somos del diablo. Satanás fue el primero en pecar.
76
“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro
padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no
ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuan-
do habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de
mentira.” (Jn 8:44)
Nuestro Señor Jesucristo se manifestó precisamente para des-
truir las obras del diablo. Es uno de los propósitos por los cuales
Dios envió a su Hijo unigénito.
“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque
la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es
nacido de Dios.” 1 Jn 3: 9)
Hay una verdad para los Hijos de Dios, para los que han sido lim-
piados por la preciosa Sangre de Cristo, no podemos vivir una vi-
da de pecado (pecar de manera deliberada y a conciencia).
La simiente que Dios nos ha dejado al haber nacido de Dios, es el
Espíritu Santo, el cual ayuda al cristiano a conquistar el pecado y
a evitarlo. Motiva al creyente a centrarse en Cristo, a amar su vo-
luntad, a no pecar.
La enseñanza contenida en este verso, nos exige una vida alerta
respecto del pecado, una vida que luche la batalla de la verdad,
una vida en la que el pecado no sea la manera normal aceptada,
sino el momento anormal triste y decepcionante.
77
Capítulo XVII
Cuando pasamos de muerte a vida
“ En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: to-
do aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es
de Dios.” (1 Jn 3:10)
En este verso se nos mencionan dos características de los hijos de
Dios.
1. Hace justicia.
2. Ama a su hermano.
Muy por el contrario el que no hace justicia y no ama a su her-
mano es del diablo.
78
“Porque éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que
nos amemos unos a otros.” (1 Jn 3: 11)
El amor debe ser el elemento distintivo de los discípulos de Cristo.
El mundo nos debe identificar por cumplir este mandamiento; a
través del amarnos, las personas comprenderían que en efecto
Nuestro Señor Jesucristo fue enviado por el Padre.
Desde el mismo instante (principio) en que se añadían los nuevos
discípulos, se les enseñaba el elemento distintivo de los cristia-
nos, el amor.
“No como Caín, que era del maligno y mato a su hermano. ¿ Y por
qué cause le mató? Porque sus obras eran malos, y las de su her-
mano justas.” (1 Jn 3:12)
Juan, nos da un ejemplo de quien es Hijo de Dios y del diablo, to-
mando en consideración dos características: amar y hacer justicia.
1.Caín: Era del maligno
 No amo a su hermano
 No hizo justicia.
2. Abel: Hijo de Dios
 Sus obras eran justas
79
“Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.” (1 Jn
3:13)
La razón por la cual el mundo (pecado) nos aborrece, es precisa-
mente porque no hacemos lo que hacen.
El apóstol Pedro, trato este mismo asunto en su primera carta.
“ Basta ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a
los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriague-
ces, orgias, disipación y abominables idolatrías. A éstos les pare-
ce cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo de-
senfreno de disoluciones, y os ultrajan:” ( 1 P 4:3-4)
Cuando los cristianos alzan su voz, en contra de lo que esta socie-
dad trata de justificar como un derecho: homosexualidad, lesbia-
nismos, adulterio, etc. Vemos como les categorizan de anticua-
dos y violadores de los derechos individuales; cuando la verdad
es que dentro de los preceptos que Dios ha enseñado, tales prac-
ticas son consideradas como pecados, y alejan a las personas de
los cielos.
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que
amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece
en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y
sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en
él.” (1 Jn 3:14-15)
80
Hay una evidencia contundente de que estamos en vida, precisa-
mente si amamos a nuestros hermanos. (Fil 2:1-4)
La magnitud de está enseñanza es dramática, y nos debe mover a
un cambio radical en nuestra manera de pensar respecto a nues-
tro prójimo (Mt 3:22). No amar a nuestro hermano, nos represen-
ta estar en muerte. Aborrecer a nuestro hermano, es equiparado
a ser homicida, y por ende, no se hereda el reino de los cielos en
dicha condición.
“Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener
necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de
Dios en él?” Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino
de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la ver-
dad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él;” (1 Jn 3:17-
19)
La persona que viene a los pies de Cristo, manifiesta su fe, a través
de sus obras.
En estos versos se nos plante el ejemplo de una persona que tiene
la facilidad para socorrer a un hermano necesitado, es capaz de
ver la necesidad, y aun así no procede a brindar la ayuda.
La conclusión: el amor de Dios no mora en dicha persona.
81
El amor, tiene expresión en las acciones, de lo contrario hay se-
rias dificultad para decir que amamos.
Sabemos que somos de Cristo, si amamos con nuestras acciones.
Además, tenemos toda la certeza que estamos en Dios, ya que
vivimos plenamente convencidos de la veracidad de sus ense-
ñanzas, las cuales hemos hecho parte de nosotros.
“pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón
es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no
nos reprende, confianza tenemos en Dios;” (1 Jn 3:20-21)
Cuando obramos de manera inadecuada, cuando le hacemos da-
ño a nuestros hermanos, hay un sentimiento que debe aflorar, y
es precisamente el de culpa, el de tristeza por hacerle un mal. La
razón de este sentimiento, es precisamente para que corrijamos
nuestra mala conducta.
En ocasiones podemos pretender engañarnos a nosotros mis-
mos, pensando que nuestras acciones no son incorrectas. Lo cier-
to es que independientemente de lo que pueda pensar, Dios es el
que determina lo que es correcto e incorrecto. Él tiene todo el
poder, sabe todo acerca de nosotros, cuando somos buenos o
malos.
No hay incertidumbre en definir si lo que hay en mi corazón es
correcto o no, su Palabra nos ayuda a saber si estamos haciendo
82
lo bueno o lo malo.
Ejemplo.
En nuestro tiempo vemos con relativa frecuencia, como los ho-
mosexuales abogan por que la sociedad considere perfectamente
normal este tipo de relaciones.
Aun cuando el corazón no los reprende, en el sentido de sentirse
culpables por las prácticas homosexuales, deberían entender que
mayor es Dios, y Él nos ha dejado claras enseñanzas al respecto;
es abominación, no heredaran el reino de los cielos, los que tie-
nen este tipo de relaciones.
83
Capítulo XVIII
Confianza en Dios
“y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque
guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agra-
dables delante de él.” (1 Jn 3:22)
Se nos enseñan dos elementos fundamentales que debemos
cumplir para que nuestras peticiones sean contestadas.
1. Guardar los mandamientos.
2. Hacer lo que le agrada a Dios.
84
“Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo
Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha manda-
do.” (1 Jn 3:23)
El mandamiento al cual se refiere Juan, involucra:
1. Creer en el nombre de Jesús
2. Amarnos unos a otros.
“Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios
en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Es-
píritu que nos ha dado.” (1 Jn 3:24)
Dios no permanece en los corazones que no están guardando sus
mandamientos.
El Espíritu Santo, es el sello distintivo de las personas que perma-
necen en Dios, que guardan sus mandamientos.
Siendo nuestro cuerpo, templo del Espíritu Santo, debemos pro-
curar mantenerlo en santidad. (Rm 8:4,14)
Reflexión:
Dios se acerca a los cristianos que han perdido el rumbo de sus
vidas, cuando el pecador decide: acercarse a Dios (guardar sus
mandamientos), cuando se somete a Dios y resiste al diablo. (Stg
4:7-8)
85
Capítulo XIX
El Espíritu de Dios vs el espíritu del
anticristo.
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si
son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mun-
do.” (1 Jn 4:1)
Este verso trata de los verdaderos y los falsos maestros .
De manera tierna el apóstol juan, se dirige a los hermanos para
realizarles una advertencia importantísima: No sigan las ense-
ñanzas (el espíritu) de los falsos maestros.
¿Cómo se prueban los espíritus?
Respuesta: a través de las Sagradas Escrituras.
86
El Dr. Lucas en el libro de Hechos 17:11, hace referencia a los
hermanos de Berea, los cuales escudriñaban cada día las Escritu-
ras para ver si las cosas que decía el apóstol Pablo eran correctas.
Precisamente este es el espíritu al cual está apelando el apóstol
Juan. Es de suma importancia que el cristiano tenga mayor inti-
midad con el Maestro, que deje de ver única y exclusivamente las
enseñanzas a través de sus lideres y pase a experimentarlas.
Cuando se prueban las enseñanzas a través de la Biblia, podemos
identificar a estos personajes:
1. Tales personas. (engañadores)
“Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino
a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan
los corazones de los ingenuos. “ (Ro 16:18)
2. Obreros fraudulentos
“ Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se
disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el
mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.” (2 Co 11:13-14)
“
En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que
Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no
confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es
el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene,
87
y que ahora ya está en el mundo.” (1 Jn 4: 2-3)
Aquí se nos declara que es lo que hace que un maestro sea ver-
dadero o falso. El concepto que tenga de Jesús es la base ¿vino
en carne o no?
El que confiesa que Cristo vino en carne, tiene el espíritu del
buen maestro, el Espíritu de Dios. Por el contrario, el que niega a
Jesús y sus mandamientos, tiene el espíritu del falso maestro.
Se nos recalca nuevamente que el anticristo ya está en el mun-
do.
Anticristo: no confiesa que Jesucristo ha venido en carne.
Todo cristiano tiene la capacidad de poder vencer la falsa ense-
ñanza, de vencer al falso maestro. Dios que está por encima de
todo, nos ha dado la guía del Espíritu Santo, que permite vencer-
los, por medio de Las Sagradas Escrituras.
Reflexión:
“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor
es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. “ (1 Jn 4:4)
88
Capítulo XX
Un lenguaje distintivo
“Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los
oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que
no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad
y el espíritu de error.” (1 Jn 4:5-6)
Una característica de los falsos maestros, es precisamente que no
viven una vida conforme a los principios de Dios, viven una vida
de pecado (son del mundo— pecado).
Hablan del mundo: viven las prácticas pecaminosas de esta gene-
ración mala y perversa.
89
El mundo los oye: son identificados por las personas que viven
una vida de pecado, precisamente porque los consideran parte
de ellos; sus ejemplos, sus frutos así lo demuestran.
Por el contrario, los cristianos tienen un lenguaje único,
(principios morales, doctrinales) que les representan el conjunto
de letras y sonidos, que son entendidos únicamente por los Hijos
de Dios.
El mundo no nos oye, precisamente porque no nos puede identi-
ficar como parte de ellos, saben que el cristiano vive para su
Dios.
90
Capítulo XXI
Mas del amor de Dios
“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. To-
do aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no
ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mos-
tró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo
unigénito al mundo, para que vivamos por él.” (1 Jn 4: 7-9)
Estos versos nos presentan el amor como un atributo esencial de
Dios y que se manifiesta en los que son de Él. En contraste vemos
que el egoísmo caracterizaba a los que no han nacido de Dios.
91
Dios es la fuente del amor que debe caracterizar a los cristianos.
Procede de Él y se manifiesta en los que son de Él.
La máxima expresión del amor, es nuestro Dios, que nos dio a su
Hijo unigénito para que vivamos guardando sus preceptos.
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propi-
ciación por nuestros pecados.” (1 Jn 4:10)
Cuando el hombre estaba muerto en sus iniquidades, en sus pe-
cados, Dios nos amó de tal manera que envió a su Hijo en propi-
ciación por nuestros pecados. (Jn 3:16)
La palabra propiciación indica el apaciguar la ira de Dios, la cual
se manifiesta sobre el pecado.
El amor de Nuestro Señor Jesucristo por la humanidad, fue y si-
gue siendo incalculable; a tal punto que no le importó el ser
igual a Dios, no se aferró a esto y vino a la tierra a sufrir un cruel
castigo por brindarnos una nueva oportunidad. (Fil 2: 5-8)
David, preguntaba ¿ Qué es hombre, para que tengas de él me-
moria, y el hijo del hombre, para que lo visites? (Sal 8:4)
Juan, responde a esta pregunta: su creación que tanto ama.
“Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros
amarnos unos a otros.” (1 Jn 4:11)
Los buenos modelos siempre deben ser reproducidos, que decir
92
del modelo más grandioso de amor, el amor de Dios.
Amar a nuestros hermanos como Dios nos ha amado, no es op-
cional para el cristiano, debe ser una característica distintiva ante
el mundo.
“Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios
permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en noso-
tros. “ (1 Jn 4:11)
Aparte de Nuestro Señor Jesucristo, nadie ha tenido el privilegio
de ver a Dios. (Jn 1:18)
El que tiene la esperanza de verle, entiende que debe purificarse,
debe mantenerse en santidad.
Se mencionan dos grandes beneficios, de amarnos unos a otros:
1. Dios permanece en nosotros.
2. Su amor se perfecciona en el cristiano.
“En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tenga-
mos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos noso-
tros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto
amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De
donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” (1 Jn 4:
17-18)
¿Qué beneficios hay en que el amor de Dios se perfeccione en
nosotros.?
El amor perfeccionado, nos da la confianza de salir justificados en
el día del juicio. Precisamente porque el que ama a Dios guarda
sus mandamientos, vive haciendo su voluntad.
93
El temor al cual se hace referencia en estos versos, es el terror,
miedo sentido a causa del castigo que viene sobre el culpable.
Cuando el amor de Dios se ha perfeccionado en el cristiano, no
hay temor, precisamente porque se tiene la plena certeza de es-
tar obrando conforme a los principios de Dios.
El temor trae en si castigo, ya que hay plena conciencia que no se
está actuando conforme a la voluntad de Dios.
“En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en
que nos ha dado de su Espíritu. “ (1 Jn 4:13)
El Espíritu mora en el cristiano, por medio de la Palabra de Dios, y
como resultado tenemos los frutos del Espíritu mencionados por
el apóstol Pablo en Gálatas 5:22-23.
Es interesante que el primer fruto del Espíritu mencionado por
Pablo, es el amor. Cuando el cristiano procura amar como Dios lo
demanda, es bien claro que el Espíritu mora en él porque está
haciendo lo que Dios demanda por su Espíritu. Dios nos ha dado
su Espíritu y como resultado el cristiano ama fraternalmente.
En Hechos 2:38 , el Dr. Lucas nos enseña qué producto de arre-
pentirnos y bautizarnos: obtenemos perdón de pecados y el don
del Espíritu Santo, el cual obra en nosotros a través del amor.
94
“Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al
Hijo, el Salvador del mundo.” (1 Jn 4:14)
Juan y el resto de los apóstoles del Señor, fueron testigos ocula-
res de esta gran verdad: el Padre envió al Hijo para salvar al mun-
do. (2 Ti 2:10)
En nuestro tiempo tenemos la confianza que Cristo es el salvador
del mundo a través de las Sagradas Escrituras (La Biblia).
“Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios perma-
nece en él, y él en Dios.” (1 Jn 4:15)
El cristiano debe enseñar el evangelio de salvación, debe procla-
mar que Jesús es el Hijo de Dios, el salvador del mundo. El que
está plenamente convencido de esta gran verdad y la anuncia,
debe tener la seguridad que Dios está con él.
“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de
Dios para salvación a todo aquel que cree;…” Ro 1:16)
“Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para
con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, perma-
nece en Dios, y Dios en él.” (1 Jn 4:16)
Juan y el resto de los apóstoles, experimentaron el amor de Dios,
creyeron profundamente en Él.
El cristiano puede tener toda la certeza que amando a Dios, que
amando a su prójimo, está permaneciendo en Dios, y por ende
95
Dios en él.
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno
dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues
el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a
Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento
de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.” (1 jn 4:19-
21)
Nuestro ejercicio de amor cristiano es producto de habernos
amado Dios primero. El verdadero amor trae como resultado
más amor verdadero.
Amar a Dios tiene expresiones tangibles. Amar a mi hermano, es
la traducción tangible del amor a Dios.
Es incorrecto decir que amo a Dios, cuando maltrato a mi her-
mano, cuando lo hago sufrir. Si considero que aun así amo a
Dios, dice Juan que soy un auténtico mentiroso.
96
Capítulo XXII
Guardemos sus mandamientos
ellos no son gravosos.
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y to-
do aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido
engendrado por él. 2 8 (1 Jn 5:1)
Creer que Jesús es el Cristo, creer en su palabra, en su evangelio,
le representa al ser humano volver a nacer, precisamente porque
sus pecados son perdonados.
Se nace de nuevo por medio de la obediencia al Evangelio. (Jn 3:3
-5; Mr 16:15-16).
Si es verdad que amamos a Dios, debemos de igual forma amar a
su Hijo.
97
” En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando ama-
mos a Dios, y guardamos sus mandamientos.” (1 Jn 5:2)
El que ama a Dios y guarda sus mandamientos, entiende que
amar a los hermanos es una expresión tangible del amar a Dios.
Amar a nuestros hermanos no es opcional, es un mandamiento.
“Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y
sus mandamientos no son gravosos.” (1 Jn 5:3)
El que ama a Dios, no ve en sus mandamientos, una dura carga,
que en lugar de alegrías le representa males .
Los que están enredados en este mundo, que disfrutan de sus
placeres, hacen de los mandamientos del señor, los más difíciles
de guardar, cuando muy por el contrario no lo son.
“
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que ven-
ce al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Jn
5:4-5)
Todos los que hemos nacido por medio del evangelio, debemos
tener la seguridad que vencemos el pecado.
Nuestra fe en Jesús, el Hijo de Dios, es el motor que nos permite
vencer al mundo.
No podemos vencer el mundo de pecado, si no estamos plena-
mente convencidos de las promesas que nos ha dado nuestro Se-
ñor, al momento de creerle y obedecerle.
98
Capítulo XXIII
El testimonio del Espíritu
“
Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante
agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el
que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. “ (1 Jn 5:6)
El que nos permite vencer al mundo, es precisamente Nuestro
Señor Jesucristo.
El Espíritu Santo, nos declara que Jesús vino en carne.
1) Vino mediante agua:(Mr 1:9 -11):
Su ministerio inició con su bautismo, en este evento se realizó
una declaración que dejó bien claro el origen del Señor (su dei-
dad): “ Tú eres mi Hijo amado; en quien tengo complacencia”
99
2) Vino mediante sangre: (Mt 27)
La muerte del Señor, su sangre derramada, representa el inicio de
un nuevo pacto. El apóstol Pablo menciona que tenemos reden-
ción por su sangre el perdón de pecados. (Col 1:14).
¿Cómo el Espíritu Santo da testimonio?
Cuando Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre él
como paloma, dando testimonio (siendo testigo) de la deidad de
Jesucristo.
En nuestros días, el Espíritu Santo sigue dando testimonio verda-
dero a través de las Sagradas Escrituras. (2 P 1:21)
“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Ver-
bo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan
testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres
concuerdan. ” (1 Jn 5: 7-8)
En la versión NIV, encontramos estos versos de la siguientes ma-
nera:
“ Tres son los que dan testimonios, y los tres están de acuerdo: el
Espíritu, el agua y la sangre.”
La versión NIV, es la que más se ajusta a los originales más anti-
guos.
Aun cuando la verdad contenida en la versión Reina Valera 1960,
está en perfecta armonía con otros textos bíblicos, me limitaré a
comentar los versos que aparecen en los originales.
100
De manera reiterada se nos menciona quienes dan testimonio
del Señor Jesucristo, de su deidad:
1) El Espíritu Santo:
Descendió como paloma el día del bautismo del Señor.
2) El agua:
El Señor Jesucristo, inició su ministerio el día que fue bautizado.
Ese mismo día, nuestro Dios declaró que Jesús era su Hijo amado
a quien había elegido.
3) La sangre:
La sangre de Nuestro Señor Jesucristo, derramada en la cruz del
calvario por el perdón de pecados de la humanidad, atestigua de
lo divino de su misión en la tierra, la cual se consumó con su
muerte.
“Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio
de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado
acerca de su Hijo.” (1 Jn 5:9)
Cuando el testimonio de los hombres suele estar cargado de fal-
sedad, nuestro Dios nos dice que su testimonio es mayor, en el
sentido de ser siempre verdadero.
En el momento de la transfiguración, nuestro Dios declaró que
Jesús era su Hijo amado en quien tenía complacencia. (Mt 17:5)
101
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el
que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en
el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testi-
monio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hi-
jo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios
no tiene la vida.” (1 Jn 5: 10-12)
A él oíd, formaba parte de la declaración que nuestro Dios hizo
respecto a su Hijo unigénito. Esta palabra nos habla de autoridad.
En el tiempo que Juan escribe, los gnósticos negaban la naturale-
za divina de Jesucristo, negaban que había venido en carne, que
fuese el Hijo de Dios.
Entendiendo que el testimonio que nos ha dado el Espíritu Santo
es verdadero, el negar a Nuestro Señor Jesucristo como Hijo de
Dios, es negar el testimonio de Dios; por ende, el que niega a
Cristo Jesús ha hecho a Dios mentiroso.
El testimonio que nos da vida eterna:
1) Dios nos ha dado la vida eterna, a través de su Hijo.
El que niega a Jesús, no tiene la vida eterna precisamente por-
que el medio a través del cual Dios nos da la vida eterna, es Cris-
to, cuando creemos en Él. (Jn 11:25)
102
Capítulo XXIV
Él NOS OYE
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del
Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que
creáis en el nombre del Hijo de Dios. Y esta es la confianza que te-
nemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad,
él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pi-
damos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos he-
cho.” (1 Jn 5:13-15)
Estos versos están cargados de certeza. El apóstol Juan nos dice
que todos los que creemos en el nombre de Jesucristo, tenemos
(en el presente) la vida eterna.
En la palabra creer, está implícita la obediencia. (Mr. 16:15-16;
Stg 2:17-24).
103
El cristiano debe tener la confianza que Dios escucha sus oracio-
nes.
La frase conforme a su voluntad, nos da a entender que si las co-
sas que pedimos no están de acuerdo con su voluntad, no serán
contestadas.
El escritor del libro de Santiago, nos menciona que en ocasiones
pedimos, y no recibimos, porque pedimos mal, para gastar en
deleites. (Stg 4:3)
“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos aten-
tos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos
que hacen el mal.” (1 P 3:12)
104
Capítulo XXV
Cuidado con el pecado
de muerte
“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de
muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen
pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual
yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado
no de muerte.” (1 Jn 5:16-17)
Hay una verdad digna de no ser ignorada en estos versos, el peli-
gro de deleitarnos en una vida de pecado.
Juan, nos plantea dos escenarios:
1) Pecado no de muerte, por el cual se debe orar .
2) Pecado de muerte, por el cual “yo no digo que se pida”
105
En esta misma carta, se nos ha definido el pecado: como toda
infracción a los mandamientos de Dios, y sabemos que los que
no guardan sus mandamientos no tienen a Dios, no le verán.
El pecado de muerte, no se refiere a un pecado en particular, sino
a la relación del cristiano con el pecado. Se trata de un pecado:
deliberado, persistente, abierto.
En la versión NIV , en vez de pecado de muerte, se traduce como
“ pecado que lleva a la muerte”.
Este pecado es cometido por una persona que:
1. Se deleita en pecar
2. Persiste en pecar
3. No se arrepiente de haber pecado
4. Se alegra de haberse salido con la suya, a pesar del
daño que ha causado.
Cuando el hombre se deleita en el pecado, a pesar de haber vio-
lado fragantemente los preceptos de Dios, y deja de percibir el
sentimiento de culpa, deja de sentirse decepcionado por haberle
faltado a Dios, va camino a la muerte, ya que la idea de arrepenti-
miento ni si quiera pasa por la mente de dicha persona.
106
En cambio, el hombre que se aborrezca así mismo por pecar, que
sepa que está en pecado, nunca estará fuera del alcanza del per-
dón de Dios si se arrepiente.
El escritor del libro de Hebreos, nos enseña que si pecáremos vo-
luntariamente después de haber recibido el conocimiento de la
verdad, ya no queda más sacrificios por los pecados, sino una ho-
rrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego. (Heb
10:26,27)
Estos versos que nos comparte el apóstol Pablo, bien pudiese
describir las características del pecado de muerte.
“
teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de
Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su cora-
zón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entre-
garon a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impure-
za.” (Ef 4:18-19)
El apóstol Juan nos dice “yo no digo que se pida”, por aquel que
después de haber conocido la voluntad de Dios, de manera deli-
berada confronta a Dios, y no tiene la intención de arrepentirse.
Cuando oramos por otra persona, debemos tener claro que ella
tiene voluntad, si dicha persona se niega a arrepentirse, todas
nuestras peticiones de oración, no obligaran esa voluntad, prime-
ro debe existir el pesar por la falta y la voluntad de cambio.
107
“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pe-
cado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el ma-
ligno no le toca.” (1 Jn 5:18)
Practicar el pecado, es lo mismo que decir: vivir una vida de peca-
do, vida en la cual se perfecciona la habilidad para violar los
mandamientos de Dios, sin considerar en lo más mínimo las im-
plicaciones.
Los que somos nacidos de Dios, no vivimos una vida de pecado;
aun cuando sabemos que somos propensos a pecar, no nos go-
zamos en ello, y muy por el contrario acudimos a Jesucristo nues-
tro abogado.
Cuando obedecemos a Dios, y resistimos las tentaciones, el dia-
blo huye de nosotros. (Stg 4:7)
“Someteos, pues a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Jesucristo nos protege, es una promesa que debe ser valorada
por los cristianos, y se cumple cuando le amamos, cuando guar-
damos sus mandamientos.
“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el ma-
ligno.” (1 Jn 5:19)
Ya hemos dejado por sentado, que el cristiano puede tener la
108
certeza que es de Dios, precisamente cuando le ama, cuando
guarda sus mandamientos.
En el otro extremo de la realidad humana, los que no están en
Dios, están bajo el dominio de Satanás.
El apóstol Pablo se refiere al diablo, como al dios de este siglo,
que ciega el entendimiento de los incrédulos. (2 Co 4:4)
De igual forma el apóstol Pablo, nos enseñó que: “no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra po-
testades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
“ (Ef 6:12)
“Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado en-
tendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el ver-
dadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida
eterna.” (1 Jn 5:20)
Este verso nos declara una gran realidad, la deidad de Cristo. El
apóstol Juan reafirma que El Señor vino en carne a la tierra, y se
dio a conocer.
Se nos enseña que Nuestro Señor Jesucristo es:
1. Verdadero Dios.
2. La vida eterna.
109
El apóstol Pablo nos enseñó que El Maestro es Dios.
“ Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y es-
tando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, hacién-
dose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fil 2:5-8)
110
Capítulo XXVI
Guardaos de los ídolos
“Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.” (1 Jn 5:21)
De manera muy tierna, el apóstol Juan, termina esta carta exhor-
tándonos a no practicar la idolatría.
Hay una gran variedad de ídolos: Imágenes, estatuas, personajes
famosos, riquezas, posesiones materiales.
Tanto en el antiguo pacto como en el nuevo, la idolatría ha sido
señala como pecado.
111
En mucha ocasiones los cristianos, suelen cuestionar las proce-
siones en las cuales se llevan estatuas, se condenan las peticiones
que se realizan a los llamados: “santos”; lo cual es cierto, todas
estas prácticas son condenas por Dios. Pero muchos están
posteando en sus celulares, páginas sociales, las imágenes de
personajes famosos, que de manera franca están confrontando
los mandamientos de Dios, cantantes cuya música ínsita a la for-
nicación, que presentan la homosexualidad como correcta. Todas
estas son formas de idolatría.
El apóstol Pablo, al escribir la Carta de Gálatas, nos enseñó que
los que practican la idolatría no heredaran el reino de los cielos.
(Ga 5:20,21)
112
Conclusión
Vivimos en una sociedad que está en una búsqueda incesante de
la felicidad, el problema surge cuando en dicha búsqueda, no le
importa hacer los más grande desmanes que llevan consigo una
estela de dolor.
La situación resulta tan dramática, a tal punto que para muchos
la palabra felicidad es contraria a la voluntad de Dios.
En medio de este escenario nada favorable, el apóstol Juan, nos
recuerda que creer en Cristo Jesús, el Hijo de Dios, le representa
a la humanidad la vida eterna.
El verdadero amor, es aquel que parte de un principio fundamen-
tal, amor a Dios. Nada debe estar por encima de este principio,
ya que el mismo garantizará la toma de las mejores decisiones en
la vida.
113
Bibliografía
1. Guy N Woods. Comentario de la Epístola de Pedro, Juan y
Judas. (Nashville, TN. Gospel Advocate Company, 1991).
2. Willy Alvarenga. Comentario de la Epístola de 1 de Juan.
(Bedford TX. Buscando al perdido, 2008)
3. Bill H. Reeves. Notas sobre 1 de Juan. ( 2004)
4. La Biblia de bosquejos y sermones. Tomo 12. (Editorial POR-
TAVOZ. USA 2003)
5. La Cueva, Francisco. Nuevo Testamento Interlineado Griego-
Español. (Barcelona. Editorial Clie. 1994)
6. Taylor. Diccionario Teológico Beacon. (KC. USA. Casa Nazare-
na de publicaciones. 1995)
114
Vivimos en una sociedad que está en una búsqueda incesante de la felicidad,
el problema surge cuando en dicha búsqueda, no les importa hacer los más
grande desmanes que llevan consigo una estela de dolor.
La situación resulta tan dramática, a tal punto que para muchos la palabra
felicidad es contraria a la voluntad de Dios.
En medio de este escenario nada favorable, el apóstol Juan, nos recuerda que
creer en Cristo Jesús, el Hijo de Dios, le representa a la humanidad la vida
eterna.
El verdadero amor, es aquel que parte de un principio fundamental, amor a
Dios. Nada debe estar por encima de este principio, ya que el mismo garanti-
zará la toma de las mejores decisiones en la vida.
El que les comparte este pequeño escrito, está plenamente convencido de
que una vida consagrada a Dios es posible.

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ENSEÑANZAS DE LA PRIMERA CARTA DE JUAN

  • 1. 1 DIOS ES LUZ, AMOR Y VIDA. E N S E Ñ A N Z A S D E L A P R I M E R A C A R T A D E J U A N JOSÉ LEONIS
  • 2. 2 JOSÉ LEONIS ENSEÑANZAS DE LA 1 CARTA DE JUAN DIOS ES LUZ, AMOR Y VIDA.
  • 3. 3 ENSEÑANZAS DE LA 1 CARTA DE JUAN DIOS ES LUZ, AMOR Y VIDA.
  • 4. 4 Copyright 2016 por José Leonis Primera edición 2016. Las citas Bíblicas son tomadas de: —- La Santa Biblia, Versión Reina Valera 1960. Correo: joseleonis25@gmail.com
  • 5. 5 A todos los que desean experimentar el amor de Dios.
  • 6. 6 Contenido Introducción 9 Capítulo I 13 El Verbo de vida se manifestó a los hombre Capítulo II 20 La vida eterna es Cristo Jesús Capítulo III 22 ¿Tienes comunión con Dios? Capítulo IV 27 ¿Qué anuncias Tú? Capítulo V 30 La realidad: “todos pecamos”. Capítulo VI 33 Propiciación para ¿quienes? Capítulo VII 39 ¿Conoces a Dios? Capítulo VIII 44 La meta: andar como el anduvo Capítulo IX 47 Un mandamiento antiguo y nuevo a la vez
  • 7. 7 Capítulo X 51 Pecados perdonados por su nombre Capítulo XI 58 Crecimiento espiritual Capítulo XII 60 No ames al mundo Capítulo XIII 64 ¿Por qué siguen esperando un anticristo? Capítulo XIV 67 Permite que el evangelio habite en ti. Capítulo XV 70 Hijos de Dios Capítulo XVI 73 ¿Practicas el pecado? Capítulo XVII 77 Cuando pasamos de muerte a vida Capítulo XVIII 83 Confianza en Dios Capítulo XIX 85 El Espíritu de Dios vs el espíritu del anticristo.
  • 8. 8 Capítulo XX 88 Un lenguaje distintivo Capítulo XXI 90 Mas del amor de Dios Capítulo XXII 96 Guardemos sus mandamientos, ellos no son gravosos. Capítulo XXIII 98 El testimonio del Espíritu Capítulo XXIV 102 Él nos oye Capítulo XXV 104 Cuidado con el pecado de muerte Capítulo XXVI 110 Guardaos de los ídolos Conclusión 112
  • 9. 9 Introducción Epístola de 1 de Juan El autor: El escritor de la primera carta Universal de Juan, formaba parte de los 12 apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. (Mt 10:2) Este Juan, es el discípulo amado del Señor, el mismo que escribió el evangelio que lleva su nombre, y el libro de Apocalipsis. Fue el último apóstol que estaba con vida al momento que se escribe está carta. Dentro de los 12 apóstoles del Señor, Juan, ocupaba un lugar es- pecial, es por ello que se le describe como el discípulo amado.
  • 10. 10 Junto a Pedro y Jacobo conformó el círculo intimo de Jesús entre los doce. En algunos de sus escritos , no se llama por su nombre sino que alude a si mismo como el discípulo a quién Jesús ama- ba . (Jn 13:23, 19:26) Jesús le dio a Juan y a su hermano Jacobo el apodo de “hijos del trueno” (Mr.3:17). Fue un protagonista de primera mano de las grandes señales y prodigios de su maestro, lo que nos deja claramente manifiesto en sus escritos. Se cree que Juan escribió esta carta ya anciano, mientras vivía en Éfeso, probablemente alrededor del 90-95 DC. En el inicio de la Iglesia de Cristo en Jerusalén, se le consideraba columna junto a Pedro y Jacobo. (Ga 2:9) Destinatario: Es una carta dirigida a creyentes (tenían comunión juntamente con los que habían visto y oído al maestro), a cristianos. Juan se refiere a sus lectores como: amados, hermanos, hijitos. Propósito: El mismo apóstol Juan, nos declara las razones por las cuales escribe está carta (1 Jn 1:1-6) (1 Jn 5:13):
  • 11. 11 1) Confirmar la existencia de Nuestro Señor Jesucristo desde el principio de las cosas. 2) Reafirmarle a los cristianos que Jesucristo se manifestó , y hay basta evidencia de ello. 3) Dejarnos bien claro, la manera como es que llegamos a te- ner verdadera comunión con el Padre y con su Hijo Jesucris- to. 4) ”Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. “ (1 Jn 5:13) Hay enseñanzas prácticas para todos los cristianos: 1. Se nos anima a andar en la luz. 2. A no practicar el pecado. 3. Tenemos a nuestro favor al mejor abogado que jamás a existido: nuestro Señor Jesucristo. 4. No debemos amar al mundo. 5. Dios nos amó primero, la evidencia de ello esta precisa- mente en que envió a su Hijo Jesucristo. 6. Si es verdad que amas a Dios , debes amar a tu prójimo.
  • 12. 12 7. Los falsos maestros y los anticristos ya están presentes en el mundo, mucho cuidado con ellos. En medio de una sociedad que se crea dioses a su imagen y se- mejanza, es menester hacer un recorrido por uno de los princi- pios más importantes dados por Dios a los hombre: “ Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.” (Jn 2:3) “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” (Ec 12:13)
  • 13. 13 Capítulo I El verbo de vida se manifestó a los hombres “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.” (1 Jn 1:1) 1.1). La declaración: En este primer verso, Juan, nos afirma que Nuestro Señor Jesu- cristo, el Verbo de vida, ha existido desde el principio de todas las cosas, es eterno.
  • 14. 14 El apóstol Pablo nos enseñó lo mismo: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potes- tades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es an- tes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsis- ten;” (Col1:16-17) 1.2 Hay basta evidencia que Jesucristo estuvo entre nosotros Los hombres tuvieron la oportunidad de percibir con sus sentidos a Jesús; le oyeron , le vieron, le contemplaron, y le palparon. Juan y el resto de los apóstoles del Señor, también tuvieron la di- cha de haber conocido al maestro. Le oyeron: predicar las buenas nuevas de salvación. Vieron: Los grandes prodigios, cuando sanaba a los enfermos, cuando resucitó a Lázaro, cuando alimento a los 5,000 etc. El apóstol Pedro se refirió a la bendición de haber visto al Señor. “ Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nues- tro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como ha- biendo visto con nuestros propios ojos su majestad“
  • 15. 15 Le contemplaron: observaron minuciosamente su mirada de amor por los pecadores, por los enfermos, por los hambrientos; se ena- moraron de aquella sonrisa que les invitaba a sentirse plenamen- te confiados en las promesas de una vida mejor. Manos lo palparon: podemos recordar a Tomas y su incredulidad a la resurrección del maestro. “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acer- ca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino cre- yente. “ (Jn 20:27) 1.3 El ser participes de las manifestaciones del Señor, caracterizaba a los Apóstoles : Los apóstoles, tenían en común que habían estado con el Verbo de vida, desde su bautismo, hasta su ascensión al cielo; además fueron testigos de su resurrección. (Hch 1:21-22) Cuando escogieron al sucesor del traidor Judas, estos fueron los mismos requisitos para el nuevo apóstol, que resulto ser Matías. El Verbo de vida también se manifestó al apóstol Pablo. “Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombres, sino por Jesucris- to y por Dios el Padre que lo resucito de los muertos), y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia:”(Ga 1:1-2)
  • 16. 16 En estos versos, Pablo, hace una defensa de su apostolado, el cual quería ser dejado en poco. Hay algunas aspectos dignos de resaltar, Pablo, tenía la misma au- toridad que los 12 apóstoles, pero su escogencia había sido algo diferente. Mientras que los 12 apóstoles tenían en común que: (Hch 1:21- 22):  Habían estado con Jesús en su ministerio, comenzan- do desde su bautismo.  Fueron testigos de la resurrección de Cristo.  Presenciaron la ascensión de Jesús al cielo. La escogencia del Apóstol Pablo se da en el camino a Damasco, cuando él tuvo su encuentro con el Señor. A excepción de Matías, los apóstoles tenían en común que :  Fueron llamados directamente, personalmente, por el Señor. “Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he apa- recido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que
  • 17. 17 has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío,” (Hch 26:16-17) “pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mi para con los gentiles,” (Ga 2:8) “Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles,..” (1 Co 15:9) Pablo también tenía el privilegio de hacer grandes prodigios, tal como fue prometido a los apóstoles en la gran comisión. (Marcos 16:17-18). Para reflexión: Es sorprendente, como un sin número de lideres religiosos en nuestro tiempo proclaman ser apóstoles. Reclamando tener la misma autoridad apostólica de los 12 y la de Pablo, hablan de la restauración del ministerio apostólico, y expiden títulos de após- toles en sus escuelas, pero en realidad es incorrecto. Me pregunto: acaso, reúnen ellos algunos de los requisitos que fueron necesarios al momento de seleccionar al sucesor de Judas (Anduvieron con el maestro cuando estaba en vida, fueron parti- cipes de su resurrección y ascensión), es obvio que la respuesta es no.
  • 18. 18 En cierto sentido todos somos enviados (apóstoles), pero basados en la gran comisión que nos dejo Cristo antes de ascender al cie- lo. Marcos 16:15 y 16 “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad en evangelio a toda criatura. El que creyere y fuer bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Muy diferente a llevar el titulo de APOSTOL y tener autoridad apostólica tal como en la Iglesia primitiva. Hoy, la autoridad apostólica la tenemos a través de los escritos bí- blicos. 1.4 Más evidencias de la manifestación del Verbo de vida: Después de la resurrección de nuestro Señor Jesús, muchas per- sonas le vieron. (1 de Co 16:6-8)  Le apareció a Cefas.  A los apóstoles por 40 días. (Hch 1:3)  Más de quinientos hermanos a la vez, le vieron.  Se le apareció a Jacobo.  No debemos olvidar a María Magdalena, la primera persona que vio a Jesús resucitado.
  • 19. 19 El Dr. Lucas, en el libro de Hechos de los apóstoles, refiere que habían pruebas indubitables de la resurrección y manifestación de nuestro Señor Jesús. (Hch 1:4)
  • 20. 20 Capítulo II La vida eterna es Cristo Jesús “(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);“(1 Jn 1:2) La vida que se ha manifestado es precisamente nuestro Señor Je- sucristo. Él, es la vida eterna, estaba con el Padre, pero se nos manifestó en carne, para traernos salvación, para darnos vida. El apóstol Pablo hizo referencia a esto, cuando le escribió a los her- manos filipenses. “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
  • 21. 21 Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, to- mando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obe- diente hasta la muerte, y muerte de cruz.“ (Fil 2:5-8) Esta enseñanza, representó un duro golpe a los pensamientos gnósticos, que estaban enseñando falsos maestros en la Iglesia, los cuales decían que Jesucristo no había venido en carne. La herejía gnóstica , era una creencia según la cual todo lo físico es malo y por ello Dios no habría podido asumir forma humana. Es la razón por la cual el apóstol Juan dio testimonio de su rela- ción personal con Jesucristo, quien sin lugar a dudas, fue hecho carne, y habitó entre nosotros. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.“ (Jn 1:14) Conclusión: “ Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Jn 5:11-12)
  • 22. 22 Capítulo III ¿Tienes comunión con Dios? “Éste es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.” (Jn 1:5) Esta verdad, era el mensaje que habían oído los apóstoles de par- te de Nuestro Señor Jesucristo, Dios es la luz. Es importante la enseñanza aquí contenida, ya que es la base pa- ra que podamos saber si tenemos comunión (algo en común, compañerismo, participación mutua), con Dios y con nuestros hermanos.
  • 23. 23 Entendiendo que tener comunión con Dios Padre, es equivalente a tener comunión con su Hijo y con los que han creído en su nombre.(1 Jn 1:3) Los dos aspectos relevantes para saber si tenemos comunión con Dios, son: 1) ¿Andamos el Luz? o 2) ¿Andamos en tinieblas? La máxima expresión de la luz, es nuestro Dios. 3.1 Santiago nos declaró la siguiente verdad: a. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mu- danza, ni sombra de variación.” (Stg 1:17) 3.2 La máxima expresión de las tinieblas, es Satanás. a. En Efesios 6:12, Satanás y sus seguidores son llama- dos: gobernadores de las tinieblas. b. Los frutos de la carne, son categorizados como obras de las tinieblas. (Rm 13:12-14) 3.3 El apóstol Juan nos enseña: 1) Si andamos en tinieblas no tenemos comunión con Dios. “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinie- blas, mentimos, y no practicamos la verdad;” (1 Jn 1:6) Podemos incluso, llegar a engañarnos a nosotros mismos al pen- sar que tenemos comunión con Dios, viviendo en tinieblas.
  • 24. 24 El que anda en tinieblas es aquel que: a. Miente. b. No práctica la verdad. 2) Si andamos en luz tenemos comunión con Dios “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. “ (1 Jn 1:7) El que anda en luz a. Tiene comunión no solo con el Padre y el Hijo, sino también con los hermanos. b. Goza del privilegio, que la Sangre de Cristo le limpie de todos los pecados. El apóstol Pablo nos enseñó, que para tener participación de la herencia de los Santos en la Luz de Dios, debemos ser trasladados de la potestad de las tinieblas al reino de su amado Hijo (la Igle- sia). (Col 1:12-14). Esto se produce precisamente cuando la Sangre de Cristo nos lim- pia los pecado. En hechos 2:38, encontramos una importante contestación que el apóstol Pedro les hace a la multitud que había reconocido que ha-
  • 25. 25 bían matado al tan añorado Mesías, y realizaron la siguiente pre- gunta: ¿Varones hermanos y ahora que haremos?  Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Comunión en la Iglesia de Cristo El verso 42 de este mismo capítulo de hechos, nos dice que los que recibieron su palabra, fueron bautizados y se añadieron aquel día como 3,000 persona. Posteriormente se mantenían perseverando en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros. (Hch 2:43) La pregunta que uno se haría es: ¿Dónde fueron añadidas estas personas?. La respuesta está en el verso 47 . ”alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos. “ Estas personas que recibieron la palabra de Pedro y fueron bauti- zados, fueron añadidos precisamente a la Iglesia. Esto es lo que el apóstol Pablo hace referencia como ser traslado de la potestad de las tinieblas al reino de Jesús. Lo cual nos per-
  • 26. 26 mite tener verdadera comunión con Dios, con su Hijo y con los hermanos. Conclusión: Sabemos que tenemos comunión con Dios, si andamos en su Luz. “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hom- bres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Jn3:19-21)
  • 27. 27 Capítulo IV ¿Qué anuncias Tú? “lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdadera- mente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.” (1 Jn 1:3) Los apóstoles, anunciaron las buenas nuevas de Salvación. Ha- bían experimentado de primera mano a Jesucristo, fueron llama- dos a ser testigos de la vida que está en Cristo; y para que mu- chos tuvieran comunión con ellos, con el Padre y el Hijo. El impacto de dicha anunciación, fue predicha por el Señor.
  • 28. 28 “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Es- píritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. “ (Hch 1:8) Sin lugar a dudas la humanidad necesita la Luz de Dios, es por ellos que dentro de los mandamientos que nos dejó Nuestro Se- ñor Jesucristo, está, el anunciar el evangelio. “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Mr 16:15-16) “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las nacio- nes, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíri- tu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;..” (Mt 28:19-20) Hasta lo último de la tierra: Veremos que dentro de los actores que serían testigos de la ver- dad de Cristo, y la anunciarían, están incluidos todos los que se han hechos discípulos del Señor, a través de los años. El apóstol Pablo en su escrito a los hermanos Romanos, les de- claró que son hermosos los pies de los que anuncian la buena nueva de Jesús. (Rm 10:15)
  • 29. 29 Reflexión: Es de suma importancia que al igual que los apóstoles del Señor, que tuvieron el privilegio de anunciar las buenas nuevas de salva- ción, de igual forma nosotros, debemos anunciar la vida eterna que está en Jesús.
  • 30. 30 Capítulo V La realidad: “todos pecamos”. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y lim- piarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hace- mos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Jn1:8-10) Vivimos en una sociedad que es indiferente ante esta palabra: pecado. Hay varias cosas que suceden cuando decimos que no tenemos pecado: 1. Nos engañamos a nosotros mismo.
  • 31. 31 2. La verdad no está en nosotros. 3. Le hacemos a él mentiroso 4. La palabra de Dios no está en nosotros. Esta realidad: todos pecamos, es la base para que nos mantenga- mos permanentemente cubiertos por la preciosa Sangre de Cris- to. Lo cual se logra manteniéndonos en la luz de Dios (cumpliendo sus mandamientos). (1 Jn 1:7) Cuando venimos a los pies de Dios, nuestros pecados son perdo- nados (Hch 2:38). A pesar de ello, estos versos que nos comparte Juan, nos declaran que todos en algún momento pecaremos, de- cir lo contrario es mentir. La pregunta no es si se puede pecar, sino que no debemos pe- car, no entregarnos a una vida de pecado, a prácticas pecamino- sas deliberadas y de manera permanente. Ocultar, ignorar nuestros pecador, nos aleja del perdón de Dios. Dios es fiel y justo, no hay que dudar que si confesamos nuestras faltas, y existe un verdadero sentimiento de arrepentimiento, Dios nos perdonará y librará de toda maldad. El cristiano no vive una vida de pecado, pero es consciente que en ocasiones peca, y cuando se acerca arrepentido y confiesa
  • 32. 32 sus pecados, nuestro Dios por la sangre preciosa de su Hijo Jesu- cristo le perdona. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si al- guno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Je- sucristo el justo.” (1 Jn 2:1) Aun cuando el cristiano está propenso a pecar, la voluntad de Dios es que no pequemos. El cristiano que anda en la luz de Dios, cuando peca, busca rápi- damente el perdón de Dios, confiesa sus pecados y encuentra en Jesucristo al mejor abogado para que Dios Padre lo absuelva.
  • 33. 33 Capítulo VI Propiciación para ¿quienes? “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” (1 Jn 2:2)` Propiciación: ofrenda favorable, expiación. Apaciguar la ira de Dios. Nuestro Señor Jesucristo se entregó como una ofrenda agradable para la expiación de los pecados, no solamente de los que se han hecho cristianos ya, sino por toda la humanidad.
  • 34. 34 El fracaso de la humanidad está en no reconocer que debe creer y obedecer a nuestro señor Jesucristo , para que su sangre les limpie los pecados. Una de las doctrinas que va en contra de los mismos deseos de nuestro Dios, es la doctrina calvinista de la expiación o reden- ción limitada. Esta hace referencia que el sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo no fue por toda la humanidad, sino solamente por un grupo muy selecto de personas, por ende, si la persona no se encuentra en ese grupo no se beneficia del derramamiento de la sangre de nuestro señor Jesús. En oposición a esta postura humana, esto fue lo que nos escribió el apóstol Pablo guiado por el Espíritu Santo en: 1 de Timoteo 2:4 “el cual quiere que todos los hombres sean sal- vos y vengan al conocimiento de la verdad.” El deseo de nuestro Dios es que todas las personas sean salvas por medio de aceptar el llamamiento que nos hace a través de su evangelio. Por esto, podemos entender el espíritu de uno de los versos más clásicos del cristianismo:
  • 35. 35 Juan 3: 16-17 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea sal- vo por él.” El amor de nuestro Dios es por toda la humanidad. Es sin acep- ción de personas. Hechos 10:34 “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas,” Dios ama de una manera tan indescriptible a la humanidad, que nos brinda la salvación si estamos en Cristo Jesús. El punto de re- ferencia que utilizará nuestro Dios para juzgar a la humanidad se centra en Cristo (estar o no estar en él). El Dr. Lucas escribió lo siguiente en: Hechos 17:30-31 “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiem- pos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien desig- nó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.”
  • 36. 36 El que predica la doctrina de la expiación limitada, menosprecia el poder del evangelio. El apóstol Pablo dijo lo siguiente acerca del evangelio: Romanos 1:16 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree;...” Podemos plantearnos una pregunta sencilla y buscar la respuesta tal cual en la Biblia. Esta sería la pregunta: ¿La gracia salvadora de Dios se ha manifestado para quienes? La respuesta la encontramos en los escritos del Apóstol Pablo a Tito: Tito 2: 11-12 “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo so- bria, justa y piadosamente,” Este verso es muy claro en afirmar que la gracia de Dios se ha ma- nifestado a todos los hombres (la manifestación salvadora de Cris- to Jesús), por ende, es menester que estés en Cristo. Nuestro Señor Jesucristo antes de ascender al cielo nos dejó man- damientos íntimamente relacionados con el llamamiento a toda la humanidad a través del evangelio.
  • 37. 37 1) Mateo 28:19-20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” 2) Marcos 16:15-16 “Y les dijo: Id por todo el mundo y predi- cad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” 3) Lucas 24:47 “y que se predicase en su nombre el arrepen- timiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comen- zando desde Jerusalén.” Otro de los versos muy categóricos respecto a que la doctrina de la expiación o redención limitada es rotundamente falsa es: 1 Juan 2:2 “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no sola- mente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” Este gran amor (salvador) de Dios queda condicionado: “a estar en Cristo Jesús.” 1 Juan 2:3 “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guar- damos sus mandamientos.”
  • 38. 38 No olvides lo siguiente: 2 Pedro 3:9 “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tie- nen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no que- riendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepenti- miento.”
  • 39. 39 Capítulo VII ¿Conoces a Dios? “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.” (1Jn 2:3) Vivimos en una sociedad que poco se interesa por conocer a Dios. El grado de ceguera en la que se vive es tan critico, que pa- ra muchos la palabra felicidad es contraria a los mandamientos de Dios. Algunos creyentes, han perdido el norte de sus vidas, y al ver que muchos que viven sin Dios, han obtenido posesiones y cierto es-
  • 40. 40 tatus profesional, han llegado a creer que es posible obtener feli- cidad sin Dios. Aunque es cierto que no encontramos declara- ciones expresas con esta verdad, sus acciones los delatan. Cada vez más se trata de vivir sin reglas, las normas de moralidad más elementales que se nos han dejado, han dejado de causar sentimiento de culpa por violarlas; cada vez más, se manifiesta la inconformidad en todos los ámbitos de la vida, y en la búsqueda de la alegría que les debería representar la felicidad, son capaces de hacer los más grandes desmanes, para al final descubrir que siguen vacíos. A pesar de que estos pensamientos son contrarios a los precep- tos de Dios, aun así , declaran que conocen de Dios. Definición de conocer a Dios: CONOCER A DIOS = GUARDAR LOS MANDAMIENTOS DE DIOS. Esta realidad bíblica nos plantea una gran verdad. Podríamos sa- ber de la existencia de Dios, congregarnos, declarar que a través de Cristo tenemos perdón de pecados, y aún así , no conocer a Dios; si violamos y menospreciamos sus mandamientos. Es incorrecto decir que conocemos a Dios, si somos esclavos de los frutos de la carne, si somos esclavos del pecado.
  • 41. 41 “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verda- dero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Jn 17:3) Definición: CONOCER A DIOS = GUARDAR LOS MANDAMIETOS DE DIOS = TE- NER VIDA ETERNA. Pregunta: ¿Es posible que el hombre conozca a Dios.? Respuesta: Si. ¿ Cómo? Respuesta: cuando guardamos sus mandamientos. ¿ Es posible saber si tenemos la vida eterna? Respuesta: si ¿ Cómo? Respuesta: cuando conocemos a Dios = guardamos sus manda- mientos. “ y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Jn 8:32) No se puede ser libre del pecado, sino conocemos a Cristo, sino guardamos sus mandamientos.
  • 42. 42 “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, la verdad no está en él;” (1 Jn 2:4) El apóstol juan, nos enseña que cuando decimos que conocemos a Dios pero no guardamos sus mandamientos: 1. Mentimos 2. La verdad no está en nosotros. “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra. “ (Ti 1:16) “pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.” (1 Jn 1:5) El amor de Dios se perfecciona en nosotros, si guardamos sus mandamientos. ¿Que sucede cuando nos ocupamos en nuestra salvación con te- mor y temblor? Resp. El amor de Dios se perfecciona. Esto fue lo que nos enseño el apóstol Pablo:
  • 43. 43 “ porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. “ (Fil 2:13) Todo cristiano debe permitir que el amor de Dios se perfeccione en él. Perfeccione = alcanzar la meta, madurez. Podemos tener la certeza que el amor de Dios está con nosotros, y por consiguiente estamos en Dios, si guardamos sus manda- mientos. Conclusión: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” (Jn 14:21)
  • 44. 44 Capítulo VIII La meta: andar como el anduvo “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” (1 Jn 2:6) El decir que estamos en Cristo, en Dios, no es una percepción in- dividual, no es la definición que cada uno le da. Tenemos un mo- delo fidedigno que nos delimita claramente, si en efecto estamos en él. Juan nos declara que andar como él anduvo, es la clave para sa- ber si permanecemos unidos a Cristo.
  • 45. 45 Esta misma enseñanza no las compartió el apóstol Pedro en su primera carta. “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; “ (1 P 2:21) Andar como el anduvo, es equivalente a imitar a Cristo. El apóstol Pablo nos enseño: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. “ (1 Cor11:1) ¿Cómo anduvo Cristo? Cristo anduvo en perfecta santidad, en amor, fe, oración, paz, ver- dad, siendo obediente, compasivo, haciendo todo el bien. El Dr. Lucas en el libro de Hechos, nos compartió esta verdad. “cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Na- zaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. “ (Hch 10:38) De igual forma, si queremos estar plenamente convencidos que estamos en Cristo, es menester hacer tal cual hizo el maestro. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compade- cerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. “ (He 4:15) La Biblia tiene basta enseñanza de como el Cristiano debe andar.
  • 46. 46 1. “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. “ (Ef 5:2) 2. “para que andéis como es digno del Señor, agradán- dole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; “ (Col 1:10) 3. “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. “ (Ga 5:16 ) 4. “Andad sabiamente para con los de afuera, redimien- do el tiempo”. (Col 4:5) Reflexión: No es opcional este mensaje, si queremos permanecer en Cristo debemos andar como él anduvo. ¿Cuál es el camino por el que debemos andar.? Respuesta: Cristo. “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Jn 14:4)
  • 47. 47 Capítulo IX Un mandamiento antiguo y nuevo a la vez “ Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el manda- miento antiguo que habéis tenido desde el principio; este manda- miento antiguo es la palabra que habéis oído desde el princi- pio.” (1 Jn 2::) ¿ Cuál es ese mandamiento antiguo que hemos tenido desde el principio? Juan nos dice que dicho mandamiento: es la palabra que ya ha- bían oído desde el principio.
  • 48. 48 Pero: ¿cual es esa palabra?, ¿Cuál es ese principio? La palabra aquí referida, pudiese representar la necesidad de an- dar en los mandamientos enseñados (las cosas que Jesús les ha- bía mandado que guardaran) desde la conversión de los cristia- nos a los cuales Juan les escribe. Aunque, considerando la suma de las enseñanzas de Juan, sobre todo tomando en consideración lo escrito en el capítulo 3 verso 11, es más probable que: esta palabra (mensaje) se refiera aun mandamiento en particular: “amar al prójimo”. “Porque éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros” (1 Jn 3:11) Juan, el apóstol del amor, nos deja bien claro que una de las en- señanzas que se le inculcaba a los nuevos discípulos, era precisa- mente la necesidad que los cristianos fueran identificados por su capacidad de amar al prójimo. “ En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Jn 13:35) “Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdade- ro en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra. El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. (1 Jn 2:8-9) Este mandamiento al que Juan se refiere, es: "amar al prójimo
  • 49. 49 como a uno mismo.” ¿Qué hay de nuevo es este mandamiento antiguo? Nuestro Señor Jesucristo nos hablo de este nuevo mandamiento. “ Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; co- mo yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Jn 13:34) — Como yo os he amado, redefine el concepto del amor. Nuestros Señor Jesucristo le dio al amor por el prójimo un nue- vo significado. “Oíste que fue dicho : Amaras a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. (Mt. 5:43-45) Lo nuevo en este mandamiento, está precisamente en el grado de amor que debemos tener por el prójimo. Nuestro Señor, nos dio claros ejemplos de ello: 1. Amo a los enemigos, pecadores , a los malos, a los re- chazados , enfermos. Etc. La mejor manera de que los no creyentes nos identifiquen como cristianos, es precisamente a través de este amor que debe ha- ber entre los discípulos del Señor.
  • 50. 50 Se nos deja bien claro, que si no amamos a nuestros hermanos, no estamos en la luz; es decir no tenemos comunión con Dios. “El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tro- piezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cega- do los ojos.” (1 Jn 2:9-11) La tiniebla, oscuridad, hace referencia a la antigua idea sobre el amor al prójimo, que si permitía reaccionar contra aquel que le maltrataba. Cuando nos sentimos en el derecho de devolver el mismo mal que nuestro prójimo nos hace, Juan nos dice: que las tinieblas nos han cegado los ojos. Reflexión: Ya hemos aprendido que el que dice que tiene comunión con Dios, pero anda en tinieblas, miente y no practica la verdad. El no amar a nuestro prójimo en el grado que nos enseña el maestro, representa un claro ejemplo por el cual dejamos de te- ner comunión con el Padre y el hijo.
  • 51. 51 . Capítulo X Pecados perdonados por su nombre “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han si- do perdonados por su nombre.” (1Jn 2:13) Hijitos, con está palabra el apóstol Juan nos muestra de manera tierna, el amor que tenía por los hermanos en Cristo. Hay una gran declaración en estos versos, vuestros pecados son perdonados por su nombre. ¿ Cómo son perdonados nuestros pecados?
  • 52. 52 Respuesta: por sus nombre. Esto fue lo que nos enseño el apóstol Pedro: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hch 2:38) El apóstol Pablo, al relatar su conversión, dijo lo siguiente: ”·Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.” (Hch 22:16) Estos versos bíblicos tratan precisamente este tema del perdón de pecado por su nombre. En estas historias vemos que hay algo en común, el perdón de pecados esta en función de la fe obediente en Cristo. Podemos apreciar como en ambos ejemplos: hay bautismo y se le relaciona con el perdón (lavado) de los pecados. Nuestro Señor antes de ascender al cielo nos dejó claras instruc- ciones:  Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el NOMBRE del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; (Mt 28:18-19)
  • 53. 53 En dichos versos se nos declara, como es que las personas se ha- rían discípulos de Cristo. La magnitud de esta enseñanza es tan grande, que de igual forma el evangelio de Marcos incluye el mensaje de la gran comisión.  “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Mr. 16:15-16) Podemos concluir, que los elegibles para ser bautizados son los que han creído en el nombre de Jesús; según lo antes expuesto, lo que se obtiene de creer y ser bautizado es la salvación, por en- de el perdón de pecados. Reflexión: Es muy común encontrar a personas en los autobuses hablado de Dios, hablando de salvación, y al final de sus enseñan- zas suelen decir: los que desean ser salvos y obtener el perdón de pecados, si han creído en Cristo, alcen sus manos y haremos una oración; después de ello ya tienes perdón de pecados. Inclu- so desde programas televisivos, se les pide a las personas que si creen en Cristo hagan una oración y ya son salvos. Dejan aun la- do que el proceso de creer y ser bautizados en su nombre , eran simultáneos e inmediatos.
  • 54. 54 Tener perdón de pecados en el nombre de Jesús, es lo mismo que decir por su autoridad. Es muy obvia la razón de ser de está auto- ridad; por su sangre derramada, es que se instauró un nuevo pac- to, por el cual se obtiene la justificación. Porque cuestionar el mensaje de la gran comisión. Cuando se respeta la autoridad de Cristo (Su nombre): Ellos creyeron y se bautizaron tal cual ordenó Cristo para alcan- zar el perdón de pecados y la salvación (Mr 16:15-16). 1) Felipe y el etíope: “Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta es- critura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impi- de que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Feli- pe y el eunuco, y le bautizó. “ (Hch 8:35-38) Estos versos tienen una gran declaración, la anunciación del evan- gelio debe incluir, el mensaje de la gran comisión de Marcos 16:15-16. Llegamos a esa conclusión ya que Felipe le anunció el evangelio, e inmediatamente el etíope pregunta : que le impedía ser bautizado; por ello, entendemos que Felipe le habló acerca de
  • 55. 55 la importancia de creer y ser bautizado, tal cual lo había dicho nuestro Señor Jesucristo. 2) Predicación en Samaria: “Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, es- taba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.” (Hch 8:12-13) Vemos de manera reiterada como se cumple el mensaje de la gran comisión: “el que creyere y fuere bautizado”. Es incuestionable que en la anunciación del evangelio del reino de Dios, se tiene que hablar de la importancia de creer y ser bau- tizado. 3) El carcelero de Filipo: “y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu ca- sa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que esta- ban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la no- che, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.”
  • 56. 56 Pregunta: ¿Qué fue lo que creyó el carcelero? Respuesta: la palabra que les hablaron Pablo y Silas. Pregunta : ¿Qué incluían dichas palabras? Respuestas: El evangelio. Incluían el mensaje de la gran comisión (CREER Y SER BAUTIZADO), es por ello que inmediatamente fue- ron bautizados. Es incorrecto pensar que se puede creer en Cristo, sin escuchar las palabras por las cuales se es salvo, el evangelio. En este relato, tanto Pablo y Silas animaron al carcelero a creer en Cristo para ser salvo, esto evidentemente ocurrió cuando es- cucharon con espíritu de obediencia las palabras que les fueron anunciadas; es por ello que atendiendo a la autoridad de Cristo y a sus mandatos: creyeron en Cristo como Hijo de Dios y salvador y procedieron a bautizarse en aquella noche. El creer esta íntima- mente relacionado a la fe obediente en Cristo. No podemos decir que creemos en Cristo, si no obedecemos a sus mandatos. 4) En Corinto oían, creían y eran bautizados:
  • 57. 57 “Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautiza- dos.” Hch 18:8) Apreciamos de manera reiterada, como se cumple el mensaje de la gran comisión. Conclusión: No podemos ignorar las ordenanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Tener perdón de pecados por el Nombre de Cristo, es más que una palabra, involucra convicción en el poder salvador de la San- gre de Cristo, en su autoridad y la obediencia a sus mandatos. Les invito a no menospreciar las enseñanzas bíblicas. “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?. Porque somos sepul- tados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Ro 6:3-4)
  • 58. 58 Capitulo XI Crecimiento espiritual “Os escribo a vosotros padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno” (1 Jn 2:12-14) En estos versos podemos apreciar que se utiliza el verbo escribir en presente y en pasado: “os escribo, os he escrito”
  • 59. 59 Os escribo: se relaciona a las enseñanzas contenida en esta 1 carta de juan. Os he escrito: Pudiese relacionarse a algunas enseñanzas ya dadas previamente por Juan, probablemente a las enseñanzas conteni- das en el evangelio de Juan. Cuan importante es recordar como hemos conocido a nuestro Señor Jesucristo, como ha trasformado nuestras vidas, como nos ha dado esperanza de vida eterna. Ya hemos aprendido que conocer al que es desde el principio (Cristo), es equivalente a decir que guardamos sus mandamien- tos. Los padres (cristianos maduros), nunca deben olvidar, que han co- nocido al Verbo de vida, y que Él es eterno. A los cristianos que están buscando la madurez, se les recuerda que la clave del éxito para vencer al maligno, es que la palabra de Dios permanezca en ellos. Reflexión: Estas enseñanzas deben transmitirse en todo tiempo, ya que son la clave para que seamos cristianos fuertes.
  • 60. 60 Capítulo XII No ames al mundo “ No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Jn 2:15-18) Amar al mundo es equivalente a amar el pecado. La implicación para los cristianos que aman el mundo es catastró- fica, el amor de Dios no está en dicha persona.
  • 61. 61 De igual forma Santiago nos transmitió esta misma enseñanza. “!!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. “ (Stg 4:4) No solo el amor de Dios deja de estar en nosotros cuando ama- mos al mundo, también nos convertimos en adúlteros y en enemigo de Dios. “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Mt 6:24) Que nos ofrece el mundo: 1) Los deseos de la carne: Se relaciona a los deseos por las cosas que están directamente prohibidas por Dios. Ejemplo: el deseo sexual no está mal en el matrimonio, pero la fornicación y el adulterio si son condenados por Dios. El apóstol Pablo, en Gálatas 5:19-21, nos da una lista de pecados que son categorizados como frutos de la carne. Entre ello: Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensio- nes, herejías, envidias, homicidios, y orgias.
  • 62. 62 2) Los deseos de los ojo: Todos estamos de acuerdo que ver y desear no necesariamente es malo, podríamos decir que es propio del ser humando, es una necesidad. ¿Cuándo se vuelve malo? Precisamente cuando lo que vemos y deseamos está prohibido por Dios. Los deseos de los ojos, han llevado a hombres que conocieron a Dios por el camino de la tragedia. Eva: vio que el árbol era bueno para comer, tomo del fruto y co- mió. Y así entro el pecado y sus consecuencias.(Gn 3:6-7) Lot: alzo sus ojos, vio la llanura del Jordán, le pareció muy atracti- va la tierra; pero no le importó poner su tienda cerca de Sodoma y al final morar allí. Esta decisión trajo consecuencias terribles en la vida de Lot, su mujer murió y sus dos hijas influenciadas por el pensamiento de Sodoma, emborracharon a su padre y fornica- ron con él. (Gn 13:10 y Gn 19) David: Al caer la tarde, vio a Betsabé que se estaba bañando, no le importo que era casada y al final cometió adulterio.(2 S 11:2-4) 3) La vanagloria de la vida:
  • 63. 63 El espíritu de autosuficiencia y egocentrismo, que le hace al hom- bre alejarse de Dios. La realidad: Todo el impulso del mundo que lleva a las personas a sentir pla- cer y satisfacción al vivir una vida de pecado, al final terminan. Los que permanecen para siempre son los que hacen la voluntad de Dios. Reflexión: Cuando el mundo (vida de pecado) nos conoce, debemos preo- cuparnos, ya que esto indicaría que nos identificamos con ellos en prácticas que violan los mandamientos de Dios.
  • 64. 64 Capítulo XIII ¿Por qué siguen esperando un anticristo? “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el an- ticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.” (1 Jn 2:18) El apóstol Juan, les declara a los que siguen esperando un anti- cristo, que ya está presente en el mundo. De hecho, nos dice que sabemos que es el último tiempo, porque han surgido muchos de ellos. Pero: ¿Quién es el anticristo?
  • 65. 65 Respuesta: el que niega al padre y al Hijo. “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.” (1 Jn 2:22) ¿De donde saldrían muchos de estos anticristos? Respuesta: Algunos serian apostatas de entro los hermanos, que se apartaron de la fe, para estar en contra de Cristo. El Dr. Lucas nos relató una advertencia que le hizo el apóstol pa- blo a los ancianos en Hechos 20:30. “Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.” Estos discípulos apostatas no eran obedientes de la manera que si lo eran los fieles, si hubiesen sido fieles, hubieran permanecido en fidelidad. “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” (1 Jn 2:19) ¿Cómo hacer frente a los anticristos? Respuesta: haciendo uso de la guía del Espíritu Santo y de la pala- bra de Dios: que nos instruyen, que nos da todo el conocimien- to.
  • 66. 66 “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las co- sas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.” (1 Jn 2:20-21) Reflexión: Hay basta evidencia bíblica de la realidad de la apostasía. Para ha- cerle frente, es menester dejarnos guiar por la palabra de Dios. “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.” (2 P 2:1)
  • 67. 67 Capítulo XIV Permite que el evangelio habite en ti. “ Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, tam- bién vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. “ (1 Jn 2:24) La manera más categórica de saber si conocemos a Dios, es si el evangelio permanece en nosotros y por ende lo estamos vivien- do. Cuando la palabra que hemos oído desde nuestra conversión (la fe viene por el oír su palabra), está en nosotros, hay una vida trasformada.
  • 68. 68 El evangelio produce cambios, que hace morir lo terrenal en no- sotros: fornicación, impurezas, pasiones desordenadas, malos de- seos, avaricia, etc. Sabemos que permanecemos en el Padre y en el Hijo, cuando vi- vimos el evangelio, cuando ponemos la mirada en las cosas de arriba y no en la de la tierra. (Col 3:2) “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de en- trañable misericordia, de benignidad, de humildad, de manse- dumbre, de paciencia;” (Col 3:12) La promesa para los que dejan que el evangelio los transforme: La vida eterna es la promesa suprema de Dios, para ello, la pala- bra de Dios debe habitar en nosotros, si es que queremos recibir- la. “ y ésta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.” (1 Jn 2:25) Advertencia: Hay engañadores, que tratan de seducirnos y arrastrarnos nueva- mente a una vida de pecado. “ Os he escrito esto sobre los que os engañan” (1 Jn 2:26) La ayuda de Dios para que el evangelio more en nosotros:
  • 69. 69 1) El Espíritu Santo: es la unción, nos instruye, nos garantiza que Dios está a nuestro lado “ Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en voso- tros, y no tenéis necesidad que nadie os enseñe; así como la un- ción misma os enseña todas las cosas, y es varadera, y no es men- tira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.” (1 Jn 2:27) Los santos hombres de Dios nos dejaron la voluntad de Dios en la Biblia, ellos escribieron siendo inspirados por el Espíritu Santo, es así como la unción nos enseña. Reflexión: “ Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifies- te, tengamos confianza, para que en su vendida no nos alejemos de él avergonzados.” (1 Jn 2:28)
  • 70. 70 Capítulo XV Hijos de Dios “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llama- dos hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. A pesar de nuestros pecados, de nuestras iniquidades, el amor de Dios por la humanidad ha sido en extremo grande, de magni- tud incalculable, a tal punto que envió a su Hijo unigénito para hacer la paz; y así nos permitió la bendición de ser llamados hijos de Dios. Esto nos plantea una gran realidad, no todos somos hijos de Dios.
  • 71. 71 En efecto todos somos creación de Dios, pero entendemos a tra- vés de las enseñanzas bíblicas que Hijo de Dios, es aquel que cree en Jesucristo. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;“ (Jn 1:12) El mundo de pecado, no nos conoce, precisamente porque los cristianos vivimos bajo los preceptos de Dios. Si te identificas con esta generación mala y perversa, si te alegras con ellos de sus placeres e injusticias, debes entender que Dios no está en ti. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, se- remos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.”(1 Jn 3.1- 2) A través del sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, ya es una reali- dad el ser Hijos de Dios para los que aceptan su nombre. Todos los cristianos tienen el anhelo de morar en la eternidad juntamente con Dios, para ello, nuestro cuerpo actual debe su- frir cambios. Lo cual se llevará acabo cuando el Señor venga por segunda vez a la tierra “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también es- peramos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el
  • 72. 72 cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuer- po de la gloria suya, por el poder con el cual puede también suje- tar a sí mismo todas las cosas.” (Fi 3:20-21) “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mis- mo, así como él es puro.” (1 Jn 3:3) Todos los que tienen la esperanza de ver a nuestros Señor Jesu- cristo, entienden que tienen que mantenerse en santidad. “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” (He 12:14) “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpié- monos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccio- nando la santidad en el temor de Dios.“ (2 Co 7:1) Reflexión: Es un buen momento para que nos sinceremos con nosotros mis- mos, y veamos si estamos trabajando con todo ahínco por man- tenernos en la santidad que Dios exige para todos los cristianos. No es opcional, es menester no dejarnos contaminar por los nuevos ideales de esta sociedad, que nos alejan de la pureza que Dios nos demanda. El ser Hijos de Dios, le representa a los cristianos la dicha de ha- ber pasado de muerte a vida.
  • 73. 73 Capítulo XVI ¿Practicas el pecado? “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.” (1 Jn 3:4) El apóstol Juan, nos define que es pecado. Pecado es toda viola- ción a las ordenanzas dadas por Dios. Para pecar hay que violar una ordenanza, por esta razón conside- ramos que los bebes no tienen pecado. El pecado tiene consecuencias transcendentales para el hombre, nos aleja de la gloria de Dios. (Ro. 6:23)
  • 74. 74 “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.” (1 Jn 3:5) Ya hemos aprendido que todos pecamos, si decimos lo contrario mentimos. Es la razón por la cual Jesucristo vino a la tierra, para limpiarnos de los pecados, para abogar por nosotros. “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y traslada- do al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” (Col. 1:13-14) “Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido “ (1 Jn 3:6) Este verso nos da la clave del éxito para alejarnos del pecado, es- tar en Cristo Jesús. Cuando vivimos (moramos, habitamos) en Cristo, nuestro deseo no es andar en pecado, sino estar lo más alejado, todo porque nuestras vidas ahora le pertenecen a Él. Las personas que viven una vida de pecado (continúan pecando y pecando), que se centran en este mundo, en sus posesiones y placeres, esas personas no han visto ni conocido a Jesucristo. No ven la relación espiritual que Dios tiene con sus Hijos, ni tampoco tienen comunión con Dios.
  • 75. 75 “Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.” (1 Jn 3:7) Juan nos hace una advertencia, nadie te engañe, no puedes pre- tender ser una persona justa (moralmente correcta) cuando lo que haces son injusticias. “El proceder de la mujer adúltera es así: Come, y limpia su boca Y dice: No he hecho maldad.” (Pr 30:20) Cuando practicamos la justicia, nos convertimos en imitadores de Cristo, ya que él anduvo en justicia. “enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamen- te,” (Ti 2.12) “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para desha- cer las obras del diablo.” ( 1 Jn 3:8) Practicar el pecado, hace referencia a una conducta pecaminosa deliberada, habitual, constante, y en plena conciencia. Es una dura declaración la que nos da Juan, si vivimos una vida de pecado somos del diablo. Satanás fue el primero en pecar.
  • 76. 76 “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuan- do habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Jn 8:44) Nuestro Señor Jesucristo se manifestó precisamente para des- truir las obras del diablo. Es uno de los propósitos por los cuales Dios envió a su Hijo unigénito. “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” 1 Jn 3: 9) Hay una verdad para los Hijos de Dios, para los que han sido lim- piados por la preciosa Sangre de Cristo, no podemos vivir una vi- da de pecado (pecar de manera deliberada y a conciencia). La simiente que Dios nos ha dejado al haber nacido de Dios, es el Espíritu Santo, el cual ayuda al cristiano a conquistar el pecado y a evitarlo. Motiva al creyente a centrarse en Cristo, a amar su vo- luntad, a no pecar. La enseñanza contenida en este verso, nos exige una vida alerta respecto del pecado, una vida que luche la batalla de la verdad, una vida en la que el pecado no sea la manera normal aceptada, sino el momento anormal triste y decepcionante.
  • 77. 77 Capítulo XVII Cuando pasamos de muerte a vida “ En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: to- do aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” (1 Jn 3:10) En este verso se nos mencionan dos características de los hijos de Dios. 1. Hace justicia. 2. Ama a su hermano. Muy por el contrario el que no hace justicia y no ama a su her- mano es del diablo.
  • 78. 78 “Porque éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros.” (1 Jn 3: 11) El amor debe ser el elemento distintivo de los discípulos de Cristo. El mundo nos debe identificar por cumplir este mandamiento; a través del amarnos, las personas comprenderían que en efecto Nuestro Señor Jesucristo fue enviado por el Padre. Desde el mismo instante (principio) en que se añadían los nuevos discípulos, se les enseñaba el elemento distintivo de los cristia- nos, el amor. “No como Caín, que era del maligno y mato a su hermano. ¿ Y por qué cause le mató? Porque sus obras eran malos, y las de su her- mano justas.” (1 Jn 3:12) Juan, nos da un ejemplo de quien es Hijo de Dios y del diablo, to- mando en consideración dos características: amar y hacer justicia. 1.Caín: Era del maligno  No amo a su hermano  No hizo justicia. 2. Abel: Hijo de Dios  Sus obras eran justas
  • 79. 79 “Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.” (1 Jn 3:13) La razón por la cual el mundo (pecado) nos aborrece, es precisa- mente porque no hacemos lo que hacen. El apóstol Pedro, trato este mismo asunto en su primera carta. “ Basta ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriague- ces, orgias, disipación y abominables idolatrías. A éstos les pare- ce cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo de- senfreno de disoluciones, y os ultrajan:” ( 1 P 4:3-4) Cuando los cristianos alzan su voz, en contra de lo que esta socie- dad trata de justificar como un derecho: homosexualidad, lesbia- nismos, adulterio, etc. Vemos como les categorizan de anticua- dos y violadores de los derechos individuales; cuando la verdad es que dentro de los preceptos que Dios ha enseñado, tales prac- ticas son consideradas como pecados, y alejan a las personas de los cielos. “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.” (1 Jn 3:14-15)
  • 80. 80 Hay una evidencia contundente de que estamos en vida, precisa- mente si amamos a nuestros hermanos. (Fil 2:1-4) La magnitud de está enseñanza es dramática, y nos debe mover a un cambio radical en nuestra manera de pensar respecto a nues- tro prójimo (Mt 3:22). No amar a nuestro hermano, nos represen- ta estar en muerte. Aborrecer a nuestro hermano, es equiparado a ser homicida, y por ende, no se hereda el reino de los cielos en dicha condición. “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la ver- dad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él;” (1 Jn 3:17- 19) La persona que viene a los pies de Cristo, manifiesta su fe, a través de sus obras. En estos versos se nos plante el ejemplo de una persona que tiene la facilidad para socorrer a un hermano necesitado, es capaz de ver la necesidad, y aun así no procede a brindar la ayuda. La conclusión: el amor de Dios no mora en dicha persona.
  • 81. 81 El amor, tiene expresión en las acciones, de lo contrario hay se- rias dificultad para decir que amamos. Sabemos que somos de Cristo, si amamos con nuestras acciones. Además, tenemos toda la certeza que estamos en Dios, ya que vivimos plenamente convencidos de la veracidad de sus ense- ñanzas, las cuales hemos hecho parte de nosotros. “pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;” (1 Jn 3:20-21) Cuando obramos de manera inadecuada, cuando le hacemos da- ño a nuestros hermanos, hay un sentimiento que debe aflorar, y es precisamente el de culpa, el de tristeza por hacerle un mal. La razón de este sentimiento, es precisamente para que corrijamos nuestra mala conducta. En ocasiones podemos pretender engañarnos a nosotros mis- mos, pensando que nuestras acciones no son incorrectas. Lo cier- to es que independientemente de lo que pueda pensar, Dios es el que determina lo que es correcto e incorrecto. Él tiene todo el poder, sabe todo acerca de nosotros, cuando somos buenos o malos. No hay incertidumbre en definir si lo que hay en mi corazón es correcto o no, su Palabra nos ayuda a saber si estamos haciendo
  • 82. 82 lo bueno o lo malo. Ejemplo. En nuestro tiempo vemos con relativa frecuencia, como los ho- mosexuales abogan por que la sociedad considere perfectamente normal este tipo de relaciones. Aun cuando el corazón no los reprende, en el sentido de sentirse culpables por las prácticas homosexuales, deberían entender que mayor es Dios, y Él nos ha dejado claras enseñanzas al respecto; es abominación, no heredaran el reino de los cielos, los que tie- nen este tipo de relaciones.
  • 83. 83 Capítulo XVIII Confianza en Dios “y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agra- dables delante de él.” (1 Jn 3:22) Se nos enseñan dos elementos fundamentales que debemos cumplir para que nuestras peticiones sean contestadas. 1. Guardar los mandamientos. 2. Hacer lo que le agrada a Dios.
  • 84. 84 “Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha manda- do.” (1 Jn 3:23) El mandamiento al cual se refiere Juan, involucra: 1. Creer en el nombre de Jesús 2. Amarnos unos a otros. “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Es- píritu que nos ha dado.” (1 Jn 3:24) Dios no permanece en los corazones que no están guardando sus mandamientos. El Espíritu Santo, es el sello distintivo de las personas que perma- necen en Dios, que guardan sus mandamientos. Siendo nuestro cuerpo, templo del Espíritu Santo, debemos pro- curar mantenerlo en santidad. (Rm 8:4,14) Reflexión: Dios se acerca a los cristianos que han perdido el rumbo de sus vidas, cuando el pecador decide: acercarse a Dios (guardar sus mandamientos), cuando se somete a Dios y resiste al diablo. (Stg 4:7-8)
  • 85. 85 Capítulo XIX El Espíritu de Dios vs el espíritu del anticristo. “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mun- do.” (1 Jn 4:1) Este verso trata de los verdaderos y los falsos maestros . De manera tierna el apóstol juan, se dirige a los hermanos para realizarles una advertencia importantísima: No sigan las ense- ñanzas (el espíritu) de los falsos maestros. ¿Cómo se prueban los espíritus? Respuesta: a través de las Sagradas Escrituras.
  • 86. 86 El Dr. Lucas en el libro de Hechos 17:11, hace referencia a los hermanos de Berea, los cuales escudriñaban cada día las Escritu- ras para ver si las cosas que decía el apóstol Pablo eran correctas. Precisamente este es el espíritu al cual está apelando el apóstol Juan. Es de suma importancia que el cristiano tenga mayor inti- midad con el Maestro, que deje de ver única y exclusivamente las enseñanzas a través de sus lideres y pase a experimentarlas. Cuando se prueban las enseñanzas a través de la Biblia, podemos identificar a estos personajes: 1. Tales personas. (engañadores) “Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. “ (Ro 16:18) 2. Obreros fraudulentos “ Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.” (2 Co 11:13-14) “ En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene,
  • 87. 87 y que ahora ya está en el mundo.” (1 Jn 4: 2-3) Aquí se nos declara que es lo que hace que un maestro sea ver- dadero o falso. El concepto que tenga de Jesús es la base ¿vino en carne o no? El que confiesa que Cristo vino en carne, tiene el espíritu del buen maestro, el Espíritu de Dios. Por el contrario, el que niega a Jesús y sus mandamientos, tiene el espíritu del falso maestro. Se nos recalca nuevamente que el anticristo ya está en el mun- do. Anticristo: no confiesa que Jesucristo ha venido en carne. Todo cristiano tiene la capacidad de poder vencer la falsa ense- ñanza, de vencer al falso maestro. Dios que está por encima de todo, nos ha dado la guía del Espíritu Santo, que permite vencer- los, por medio de Las Sagradas Escrituras. Reflexión: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. “ (1 Jn 4:4)
  • 88. 88 Capítulo XX Un lenguaje distintivo “Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.” (1 Jn 4:5-6) Una característica de los falsos maestros, es precisamente que no viven una vida conforme a los principios de Dios, viven una vida de pecado (son del mundo— pecado). Hablan del mundo: viven las prácticas pecaminosas de esta gene- ración mala y perversa.
  • 89. 89 El mundo los oye: son identificados por las personas que viven una vida de pecado, precisamente porque los consideran parte de ellos; sus ejemplos, sus frutos así lo demuestran. Por el contrario, los cristianos tienen un lenguaje único, (principios morales, doctrinales) que les representan el conjunto de letras y sonidos, que son entendidos únicamente por los Hijos de Dios. El mundo no nos oye, precisamente porque no nos puede identi- ficar como parte de ellos, saben que el cristiano vive para su Dios.
  • 90. 90 Capítulo XXI Mas del amor de Dios “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. To- do aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mos- tró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” (1 Jn 4: 7-9) Estos versos nos presentan el amor como un atributo esencial de Dios y que se manifiesta en los que son de Él. En contraste vemos que el egoísmo caracterizaba a los que no han nacido de Dios.
  • 91. 91 Dios es la fuente del amor que debe caracterizar a los cristianos. Procede de Él y se manifiesta en los que son de Él. La máxima expresión del amor, es nuestro Dios, que nos dio a su Hijo unigénito para que vivamos guardando sus preceptos. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propi- ciación por nuestros pecados.” (1 Jn 4:10) Cuando el hombre estaba muerto en sus iniquidades, en sus pe- cados, Dios nos amó de tal manera que envió a su Hijo en propi- ciación por nuestros pecados. (Jn 3:16) La palabra propiciación indica el apaciguar la ira de Dios, la cual se manifiesta sobre el pecado. El amor de Nuestro Señor Jesucristo por la humanidad, fue y si- gue siendo incalculable; a tal punto que no le importó el ser igual a Dios, no se aferró a esto y vino a la tierra a sufrir un cruel castigo por brindarnos una nueva oportunidad. (Fil 2: 5-8) David, preguntaba ¿ Qué es hombre, para que tengas de él me- moria, y el hijo del hombre, para que lo visites? (Sal 8:4) Juan, responde a esta pregunta: su creación que tanto ama. “Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.” (1 Jn 4:11) Los buenos modelos siempre deben ser reproducidos, que decir
  • 92. 92 del modelo más grandioso de amor, el amor de Dios. Amar a nuestros hermanos como Dios nos ha amado, no es op- cional para el cristiano, debe ser una característica distintiva ante el mundo. “Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en noso- tros. “ (1 Jn 4:11) Aparte de Nuestro Señor Jesucristo, nadie ha tenido el privilegio de ver a Dios. (Jn 1:18) El que tiene la esperanza de verle, entiende que debe purificarse, debe mantenerse en santidad. Se mencionan dos grandes beneficios, de amarnos unos a otros: 1. Dios permanece en nosotros. 2. Su amor se perfecciona en el cristiano. “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tenga- mos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos noso- tros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” (1 Jn 4: 17-18) ¿Qué beneficios hay en que el amor de Dios se perfeccione en nosotros.? El amor perfeccionado, nos da la confianza de salir justificados en el día del juicio. Precisamente porque el que ama a Dios guarda sus mandamientos, vive haciendo su voluntad.
  • 93. 93 El temor al cual se hace referencia en estos versos, es el terror, miedo sentido a causa del castigo que viene sobre el culpable. Cuando el amor de Dios se ha perfeccionado en el cristiano, no hay temor, precisamente porque se tiene la plena certeza de es- tar obrando conforme a los principios de Dios. El temor trae en si castigo, ya que hay plena conciencia que no se está actuando conforme a la voluntad de Dios. “En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. “ (1 Jn 4:13) El Espíritu mora en el cristiano, por medio de la Palabra de Dios, y como resultado tenemos los frutos del Espíritu mencionados por el apóstol Pablo en Gálatas 5:22-23. Es interesante que el primer fruto del Espíritu mencionado por Pablo, es el amor. Cuando el cristiano procura amar como Dios lo demanda, es bien claro que el Espíritu mora en él porque está haciendo lo que Dios demanda por su Espíritu. Dios nos ha dado su Espíritu y como resultado el cristiano ama fraternalmente. En Hechos 2:38 , el Dr. Lucas nos enseña qué producto de arre- pentirnos y bautizarnos: obtenemos perdón de pecados y el don del Espíritu Santo, el cual obra en nosotros a través del amor.
  • 94. 94 “Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.” (1 Jn 4:14) Juan y el resto de los apóstoles del Señor, fueron testigos ocula- res de esta gran verdad: el Padre envió al Hijo para salvar al mun- do. (2 Ti 2:10) En nuestro tiempo tenemos la confianza que Cristo es el salvador del mundo a través de las Sagradas Escrituras (La Biblia). “Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios perma- nece en él, y él en Dios.” (1 Jn 4:15) El cristiano debe enseñar el evangelio de salvación, debe procla- mar que Jesús es el Hijo de Dios, el salvador del mundo. El que está plenamente convencido de esta gran verdad y la anuncia, debe tener la seguridad que Dios está con él. “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree;…” Ro 1:16) “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, perma- nece en Dios, y Dios en él.” (1 Jn 4:16) Juan y el resto de los apóstoles, experimentaron el amor de Dios, creyeron profundamente en Él. El cristiano puede tener toda la certeza que amando a Dios, que amando a su prójimo, está permaneciendo en Dios, y por ende
  • 95. 95 Dios en él. “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.” (1 jn 4:19- 21) Nuestro ejercicio de amor cristiano es producto de habernos amado Dios primero. El verdadero amor trae como resultado más amor verdadero. Amar a Dios tiene expresiones tangibles. Amar a mi hermano, es la traducción tangible del amor a Dios. Es incorrecto decir que amo a Dios, cuando maltrato a mi her- mano, cuando lo hago sufrir. Si considero que aun así amo a Dios, dice Juan que soy un auténtico mentiroso.
  • 96. 96 Capítulo XXII Guardemos sus mandamientos ellos no son gravosos. “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y to- do aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. 2 8 (1 Jn 5:1) Creer que Jesús es el Cristo, creer en su palabra, en su evangelio, le representa al ser humano volver a nacer, precisamente porque sus pecados son perdonados. Se nace de nuevo por medio de la obediencia al Evangelio. (Jn 3:3 -5; Mr 16:15-16). Si es verdad que amamos a Dios, debemos de igual forma amar a su Hijo.
  • 97. 97 ” En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando ama- mos a Dios, y guardamos sus mandamientos.” (1 Jn 5:2) El que ama a Dios y guarda sus mandamientos, entiende que amar a los hermanos es una expresión tangible del amar a Dios. Amar a nuestros hermanos no es opcional, es un mandamiento. “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.” (1 Jn 5:3) El que ama a Dios, no ve en sus mandamientos, una dura carga, que en lugar de alegrías le representa males . Los que están enredados en este mundo, que disfrutan de sus placeres, hacen de los mandamientos del señor, los más difíciles de guardar, cuando muy por el contrario no lo son. “ Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que ven- ce al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Jn 5:4-5) Todos los que hemos nacido por medio del evangelio, debemos tener la seguridad que vencemos el pecado. Nuestra fe en Jesús, el Hijo de Dios, es el motor que nos permite vencer al mundo. No podemos vencer el mundo de pecado, si no estamos plena- mente convencidos de las promesas que nos ha dado nuestro Se- ñor, al momento de creerle y obedecerle.
  • 98. 98 Capítulo XXIII El testimonio del Espíritu “ Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. “ (1 Jn 5:6) El que nos permite vencer al mundo, es precisamente Nuestro Señor Jesucristo. El Espíritu Santo, nos declara que Jesús vino en carne. 1) Vino mediante agua:(Mr 1:9 -11): Su ministerio inició con su bautismo, en este evento se realizó una declaración que dejó bien claro el origen del Señor (su dei- dad): “ Tú eres mi Hijo amado; en quien tengo complacencia”
  • 99. 99 2) Vino mediante sangre: (Mt 27) La muerte del Señor, su sangre derramada, representa el inicio de un nuevo pacto. El apóstol Pablo menciona que tenemos reden- ción por su sangre el perdón de pecados. (Col 1:14). ¿Cómo el Espíritu Santo da testimonio? Cuando Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre él como paloma, dando testimonio (siendo testigo) de la deidad de Jesucristo. En nuestros días, el Espíritu Santo sigue dando testimonio verda- dero a través de las Sagradas Escrituras. (2 P 1:21) “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Ver- bo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. ” (1 Jn 5: 7-8) En la versión NIV, encontramos estos versos de la siguientes ma- nera: “ Tres son los que dan testimonios, y los tres están de acuerdo: el Espíritu, el agua y la sangre.” La versión NIV, es la que más se ajusta a los originales más anti- guos. Aun cuando la verdad contenida en la versión Reina Valera 1960, está en perfecta armonía con otros textos bíblicos, me limitaré a comentar los versos que aparecen en los originales.
  • 100. 100 De manera reiterada se nos menciona quienes dan testimonio del Señor Jesucristo, de su deidad: 1) El Espíritu Santo: Descendió como paloma el día del bautismo del Señor. 2) El agua: El Señor Jesucristo, inició su ministerio el día que fue bautizado. Ese mismo día, nuestro Dios declaró que Jesús era su Hijo amado a quien había elegido. 3) La sangre: La sangre de Nuestro Señor Jesucristo, derramada en la cruz del calvario por el perdón de pecados de la humanidad, atestigua de lo divino de su misión en la tierra, la cual se consumó con su muerte. “Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo.” (1 Jn 5:9) Cuando el testimonio de los hombres suele estar cargado de fal- sedad, nuestro Dios nos dice que su testimonio es mayor, en el sentido de ser siempre verdadero. En el momento de la transfiguración, nuestro Dios declaró que Jesús era su Hijo amado en quien tenía complacencia. (Mt 17:5)
  • 101. 101 “El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testi- monio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hi- jo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Jn 5: 10-12) A él oíd, formaba parte de la declaración que nuestro Dios hizo respecto a su Hijo unigénito. Esta palabra nos habla de autoridad. En el tiempo que Juan escribe, los gnósticos negaban la naturale- za divina de Jesucristo, negaban que había venido en carne, que fuese el Hijo de Dios. Entendiendo que el testimonio que nos ha dado el Espíritu Santo es verdadero, el negar a Nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios, es negar el testimonio de Dios; por ende, el que niega a Cristo Jesús ha hecho a Dios mentiroso. El testimonio que nos da vida eterna: 1) Dios nos ha dado la vida eterna, a través de su Hijo. El que niega a Jesús, no tiene la vida eterna precisamente por- que el medio a través del cual Dios nos da la vida eterna, es Cris- to, cuando creemos en Él. (Jn 11:25)
  • 102. 102 Capítulo XXIV Él NOS OYE “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. Y esta es la confianza que te- nemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pi- damos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos he- cho.” (1 Jn 5:13-15) Estos versos están cargados de certeza. El apóstol Juan nos dice que todos los que creemos en el nombre de Jesucristo, tenemos (en el presente) la vida eterna. En la palabra creer, está implícita la obediencia. (Mr. 16:15-16; Stg 2:17-24).
  • 103. 103 El cristiano debe tener la confianza que Dios escucha sus oracio- nes. La frase conforme a su voluntad, nos da a entender que si las co- sas que pedimos no están de acuerdo con su voluntad, no serán contestadas. El escritor del libro de Santiago, nos menciona que en ocasiones pedimos, y no recibimos, porque pedimos mal, para gastar en deleites. (Stg 4:3) “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos aten- tos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.” (1 P 3:12)
  • 104. 104 Capítulo XXV Cuidado con el pecado de muerte “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte.” (1 Jn 5:16-17) Hay una verdad digna de no ser ignorada en estos versos, el peli- gro de deleitarnos en una vida de pecado. Juan, nos plantea dos escenarios: 1) Pecado no de muerte, por el cual se debe orar . 2) Pecado de muerte, por el cual “yo no digo que se pida”
  • 105. 105 En esta misma carta, se nos ha definido el pecado: como toda infracción a los mandamientos de Dios, y sabemos que los que no guardan sus mandamientos no tienen a Dios, no le verán. El pecado de muerte, no se refiere a un pecado en particular, sino a la relación del cristiano con el pecado. Se trata de un pecado: deliberado, persistente, abierto. En la versión NIV , en vez de pecado de muerte, se traduce como “ pecado que lleva a la muerte”. Este pecado es cometido por una persona que: 1. Se deleita en pecar 2. Persiste en pecar 3. No se arrepiente de haber pecado 4. Se alegra de haberse salido con la suya, a pesar del daño que ha causado. Cuando el hombre se deleita en el pecado, a pesar de haber vio- lado fragantemente los preceptos de Dios, y deja de percibir el sentimiento de culpa, deja de sentirse decepcionado por haberle faltado a Dios, va camino a la muerte, ya que la idea de arrepenti- miento ni si quiera pasa por la mente de dicha persona.
  • 106. 106 En cambio, el hombre que se aborrezca así mismo por pecar, que sepa que está en pecado, nunca estará fuera del alcanza del per- dón de Dios si se arrepiente. El escritor del libro de Hebreos, nos enseña que si pecáremos vo- luntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificios por los pecados, sino una ho- rrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego. (Heb 10:26,27) Estos versos que nos comparte el apóstol Pablo, bien pudiese describir las características del pecado de muerte. “ teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su cora- zón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entre- garon a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impure- za.” (Ef 4:18-19) El apóstol Juan nos dice “yo no digo que se pida”, por aquel que después de haber conocido la voluntad de Dios, de manera deli- berada confronta a Dios, y no tiene la intención de arrepentirse. Cuando oramos por otra persona, debemos tener claro que ella tiene voluntad, si dicha persona se niega a arrepentirse, todas nuestras peticiones de oración, no obligaran esa voluntad, prime- ro debe existir el pesar por la falta y la voluntad de cambio.
  • 107. 107 “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pe- cado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el ma- ligno no le toca.” (1 Jn 5:18) Practicar el pecado, es lo mismo que decir: vivir una vida de peca- do, vida en la cual se perfecciona la habilidad para violar los mandamientos de Dios, sin considerar en lo más mínimo las im- plicaciones. Los que somos nacidos de Dios, no vivimos una vida de pecado; aun cuando sabemos que somos propensos a pecar, no nos go- zamos en ello, y muy por el contrario acudimos a Jesucristo nues- tro abogado. Cuando obedecemos a Dios, y resistimos las tentaciones, el dia- blo huye de nosotros. (Stg 4:7) “Someteos, pues a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Jesucristo nos protege, es una promesa que debe ser valorada por los cristianos, y se cumple cuando le amamos, cuando guar- damos sus mandamientos. “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el ma- ligno.” (1 Jn 5:19) Ya hemos dejado por sentado, que el cristiano puede tener la
  • 108. 108 certeza que es de Dios, precisamente cuando le ama, cuando guarda sus mandamientos. En el otro extremo de la realidad humana, los que no están en Dios, están bajo el dominio de Satanás. El apóstol Pablo se refiere al diablo, como al dios de este siglo, que ciega el entendimiento de los incrédulos. (2 Co 4:4) De igual forma el apóstol Pablo, nos enseñó que: “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra po- testades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. “ (Ef 6:12) “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado en- tendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el ver- dadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.” (1 Jn 5:20) Este verso nos declara una gran realidad, la deidad de Cristo. El apóstol Juan reafirma que El Señor vino en carne a la tierra, y se dio a conocer. Se nos enseña que Nuestro Señor Jesucristo es: 1. Verdadero Dios. 2. La vida eterna.
  • 109. 109 El apóstol Pablo nos enseñó que El Maestro es Dios. “ Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y es- tando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, hacién- dose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fil 2:5-8)
  • 110. 110 Capítulo XXVI Guardaos de los ídolos “Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.” (1 Jn 5:21) De manera muy tierna, el apóstol Juan, termina esta carta exhor- tándonos a no practicar la idolatría. Hay una gran variedad de ídolos: Imágenes, estatuas, personajes famosos, riquezas, posesiones materiales. Tanto en el antiguo pacto como en el nuevo, la idolatría ha sido señala como pecado.
  • 111. 111 En mucha ocasiones los cristianos, suelen cuestionar las proce- siones en las cuales se llevan estatuas, se condenan las peticiones que se realizan a los llamados: “santos”; lo cual es cierto, todas estas prácticas son condenas por Dios. Pero muchos están posteando en sus celulares, páginas sociales, las imágenes de personajes famosos, que de manera franca están confrontando los mandamientos de Dios, cantantes cuya música ínsita a la for- nicación, que presentan la homosexualidad como correcta. Todas estas son formas de idolatría. El apóstol Pablo, al escribir la Carta de Gálatas, nos enseñó que los que practican la idolatría no heredaran el reino de los cielos. (Ga 5:20,21)
  • 112. 112 Conclusión Vivimos en una sociedad que está en una búsqueda incesante de la felicidad, el problema surge cuando en dicha búsqueda, no le importa hacer los más grande desmanes que llevan consigo una estela de dolor. La situación resulta tan dramática, a tal punto que para muchos la palabra felicidad es contraria a la voluntad de Dios. En medio de este escenario nada favorable, el apóstol Juan, nos recuerda que creer en Cristo Jesús, el Hijo de Dios, le representa a la humanidad la vida eterna. El verdadero amor, es aquel que parte de un principio fundamen- tal, amor a Dios. Nada debe estar por encima de este principio, ya que el mismo garantizará la toma de las mejores decisiones en la vida.
  • 113. 113 Bibliografía 1. Guy N Woods. Comentario de la Epístola de Pedro, Juan y Judas. (Nashville, TN. Gospel Advocate Company, 1991). 2. Willy Alvarenga. Comentario de la Epístola de 1 de Juan. (Bedford TX. Buscando al perdido, 2008) 3. Bill H. Reeves. Notas sobre 1 de Juan. ( 2004) 4. La Biblia de bosquejos y sermones. Tomo 12. (Editorial POR- TAVOZ. USA 2003) 5. La Cueva, Francisco. Nuevo Testamento Interlineado Griego- Español. (Barcelona. Editorial Clie. 1994) 6. Taylor. Diccionario Teológico Beacon. (KC. USA. Casa Nazare- na de publicaciones. 1995)
  • 114. 114 Vivimos en una sociedad que está en una búsqueda incesante de la felicidad, el problema surge cuando en dicha búsqueda, no les importa hacer los más grande desmanes que llevan consigo una estela de dolor. La situación resulta tan dramática, a tal punto que para muchos la palabra felicidad es contraria a la voluntad de Dios. En medio de este escenario nada favorable, el apóstol Juan, nos recuerda que creer en Cristo Jesús, el Hijo de Dios, le representa a la humanidad la vida eterna. El verdadero amor, es aquel que parte de un principio fundamental, amor a Dios. Nada debe estar por encima de este principio, ya que el mismo garanti- zará la toma de las mejores decisiones en la vida. El que les comparte este pequeño escrito, está plenamente convencido de que una vida consagrada a Dios es posible.