19. • Santa Privacidad, virgen y mártir
• Cinco preguntas sobre 'big data‘ y privacidad
• Open Gata vs. Gato Encerrado
• Se me olvidó otra vez (Derecho al Olvido)
• ¿Ciudades listas o ciudades tontas?
• Big Open Data: la boda entre Big Data y Open Data
• De la protección de datos a la prostitución de datos
Notes de l'éditeur
Buenas noches. Cuando me invitaron a venir a Data Beers, me acordé de esto…
La Logia de los “canteros” de los Simpson, en referencia a los Masones, que tomaron los símbolos de los “constructores de templos”, para simbolizar que ellos eran los constructores de la nueva Sociedad. Ahora los datos son los ladrillos con los que se construye la nueva Sociedad de la Información. Y los canteros, los mineros de datos.
Aunque ahora hemos pasado de hablar de Mineros de Datos a Científicos de Datos (sí, lo siento, todavía tenéis fama de un poco Nerds), quizá porque la LOPD (art. 4.2) permite el tratamiento “posterior” [de los datos de carácter personal], con fines históricos, estadísticos o científicos (una vez anonimizados, disociados o agregados).
Pero, aparte de los Mineros de Datos y de los Científicos de Datos, estamos también y somos necesarios los Abogados de Datos, porque el marco regulatorio (y, en especial, el de la protección de datos) puede ser una barrera importante para el desarrollo de proyectos innovadores de Big Data, Internet de las Cosas, Smart Cities,… ¡Y lo sabéis!
Ahora bien, muchos de los conceptos que usa el derecho, en general, y la protección de datos, en particular, hay que “repensarlos” para adaptarlos y aplicarlos al entorno digital. Por eso es imprescindible hacer una reflexión filosófica sobre conceptos como dato, personal, protección, privacidad, intimidad, imagen, identidad o identificación.
Y muchos de estos conceptos y reflexiones, jurídicos y filosóficos, presentes en todas las civilizaciones, hunden sus raíces y los orígenes de sus significados en tradiciones religiosas o míticas. Por lo que puede decirse que, aparte de los aspectos científicos, jurídicos y filosóficos, conviene conocer algunos referentes teológicos o mitológicos.
Para empezar, el Big Data lo inventó Dios. Que está en todas partes y todo lo sabe (omnipresente y omniscente) y al que se le suele representar como “el ojo que todo lo ve”. (Esta imagen está tomada del billete de un dólar, que, como sabéis, contiene también símbolos masónicos). Eso sí que es Big Data y no lo que hacéis vosotros ;-)
Que se lo digan a Adán y Eva que estaban en el Paraíso, totalmente desnudos ante los ojos de Dios (casi como ahora con las webcams). Hasta que pecaron y se ocultaron. ¿Cuál fue el primer símbolo de privacidad o intimidad? La hoja de parra (el vestido), con las que se cubrieron las partes íntimas, privándolas de la mirada de los demás.
Pero hasta el mismo Dios tuvo problemas con sus datos de carácter personal, porque, cuando se le apareció a Moisés en la zarza ardiendo, éste le preguntó quién era y Dios tuvo que identificarse y dar un nombre (Yahvé/Jehová), porque los datos personales no sirven para identificarse uno mismo sino para que le puedan identificar los demás.
La cosa se complica en el Nuevo Testamento, al aparecer otras dos “personas” divinas y el misterio de la Santísima Trinidad. Demostrando que un mismo Ser puede tener distintas identidades o personalidades (“persona” era la máscara que se usaba en el teatro clásico). Como ahora en internet, que puedes tener varias identidades o nicks.
Y el mismo Cristo, en la última cena, parece que tuvo un problema de identificación., cuando dijo a sus apóstoles: “En verdad os digo que esta noche uno de vosotros me va a traicionar. Comienza por “JU” y acaba por “DAS”. Y San Pedro preguntó: “¿Acaso seré yo, Maestro?” y Jesús le contestó: “Pedro, de verdad, hay veces que me cargas”.
A menor escala que Dios, los sacerdotes también han realizado tradicionalmente una gran labor de Big Data a través del confesionario; gracias al cual sabían todo de todos (datos identificados), no sólo lo que hacían, sino incluso lo que pensaban o deseaban, aunque nunca lo dijeran. Pero con una obligación o requisito: el secreto de confesión.