Pregon semana santa 2015 a

Agrupación de Hermandades y Cofradías de Pedro Abad
Pregón Semana Santa 2015 Pedro Abad

2Agrupación de Hermandades y Cofradías de Pedro Abad 2
El pregón de la Semana Santa de Pedro Abad, se realizó el
día 21 de Marzo de 2015 en la Parroquia de Nuestra Señora de la
Asunción. Fue promulgado y confeccionado por don Rafael Castro
Ávila, periodista del Diario Córdoba y hermano de diferentes
Hermandades y Cofradías de Pedro Abad. La presentación fue
realizada por don Alfonso Rojas Baena, pregonero de la Semana
Santa 2014.
Edita: Agrupación de Cofradías y Hermandades
de Pedro Abad
Imprime: Stilográfico
Fotografías: Juan Jimeno Mañas
Centuria Romana de Pedro Abad
Círculo cultural Francisco Alcántara
Juan María Muñoz Díaz
Stilográfico
Colabora: Excmo. Ayuntamiento de Pedro Abad

Agrupación de Hermandades y Cofradías de Pedro Abad 3
Hoy retorna la primavera un año más. Pueblo en fiestas y devoción. Pedro
Abad reza.
Don Miguel de Castro, cura párroco de Pedro Abad; Magdalena Luque,
alcaldesa; autoridades municipales y de la comarca; presidente y miembros
de la junta de gobierno de la Agrupación de Hermandades y Cofradías,
presidentes y hermanos; miembros de la centuria romana y del apostolado
de Nuestro Padre Jesús Nazareno, familiares y amigos, perabeñas y
perabeños todos.
Cuando me llamaron el presidente de la Agrupación de Cofradías,
Juan María Muñoz, y el presidente del Círculo Cultural Francisco Alcántara,
Ángel Galán, me quedé, lo confieso, bastante bloqueado. Sinceramente tengo
que decirlo, si no mentiría. No me sorprendió del todo la propuesta porque
intuía que en algún momento iba a llegar, y llegó. Fue el 27 de enero al
mediodía. Me abrumó la responsabilidad y comencé a sentir una rara
sensación entre el agobio y el respeto por algo que jamás había hecho. Nunca
había sido pregonero de Semana Santa, y todo ello mezclado con un sinfín de
sentimientos agolpados. Casi sin dejar de hablar con Ángel y Juan María,
rápidamente mi cabeza comenzó a buscar motivos para decir que no debía
ser el pregonero: por falta de tiempo, porque la Semana Santa de Pedro Abad
la paso recorriendo los pueblos de nuestra comarca…
Pero mi corazón me decía otra cosa: ¿cómo voy a dejar pasar la
oportunidad de pregonar la Semana Santa de Pedro Abad, donde nací, me
crié como miembro de la Centuria Romana, vivo y espero morir?
Sus llamadas me transmitieron tanto apoyo y cariño que no me pude
negar. Agradezco la confianza que la Agrupación de Hermandades y
Cofradías ha puesto en mí para evocar la semana más grande de este
municipio. Sobre todo a los vecinos, por los continuos apoyos recibidos
desde que se difundió la noticia. Y lo más importante: tenía que aceptar por
mi familia. La que da sentido a mi vida, por la que lucho, por la que siento y
padezco. Ella es mi orgullo. Orgullo de unos perabeños respetuosos, leales,
responsables, trabajadores incansables que han crecido en la fe de Cristo y
que mantienen su espíritu cofrade,… muy cofrade.
Tras ser propuesto pregonero fui rescatando recuerdos de mi infancia
y juventud, percibiendo un rosario de vivencias y estímulos que jamás había

tenido antes. Me reconfortaba seguir buscando en mi vida, rezar y rezar,
para encontrar consuelo y esperanza. Entonces, verdaderamente, fue cuando
tomé la decisión que debía y tenía que tomar: que era convertirme en una de
las personas que tiene el privilegio
de pregonar la Semana Santa de
Pedro Abad.
No se pueden imaginar el
dolor que me causa que esta
noche no puedan acompañarme
dos de mis hermanas, Ana Mari y
Lucía, que hoy están junto al
Padre. Pero mis otros dos
hermanos, Paqui y Alfonso, y mis padres, sí, siendo los responsables de que
yo esté hoy aquí. Ellos me han enseñado valores, responsabilidad, sensatez,
prudencia, seriedad, respeto y profesionalidad. También me han guiado en
el camino de la fe y el profundo amor hacia la familia. Y, desde luego,
también me han enseñado a transmitir la pasión que todos sienten por
nuestro pueblo. En unos tiempos en que periodistas e historiadores tratamos
de aportar datos, datos y más datos, hoy quiero hacer esta reflexión de la
Semana Santa desde lo más profundo de mi corazón.
Esta celebración es el momento litúrgico más intenso del año. Sin
embargo, para muchos católicos se ha convertido solo en una ocasión para el
descanso y la diversión. Se olvidan de lo esencial: esta semana la debemos
dedicar a la oración y la reflexión de los misterios de la Pasión y Muerte de
Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.
Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesucristo con nuestra oración,
sacrificio y arrepentimiento de nuestros pecados. Consiste en asistir al
Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar
con Cristo el día de Pascua. Lo importante no es recordar con tristeza lo que
Jesús padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir
su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección,
que es primicia de la nuestra. Debemos tener en cuenta que la Semana Santa
fue la última semana de Cristo en la tierra y que su Resurrección nos
recuerda que los hombres y mujeres fuimos creados para vivir eternamente
junto a Dios.
LA INFANCIA. Son muchos y gratos los recuerdos que tengo de mi
infancia. Desde muy niño siempre había vivido, a través de mi hermano
Alfonso, el amor hacia la Semana Santa. En mi casa mis hermanas salían de

nazarenas y, mi hermano, de romano. Recuerdo que con apenas diez años
jugaba en la calle Alta con capas de gasa, tambores de hojalata y palillos de
madera que me tallaba mi padre. Quería llegar a ser como mi hermano:
Redoblar en la Centuria Romana. Y sabía que la meta estaba lejos, ya que
llegar al repiqueteo que realizaba era, y es, prácticamente imposible.
Recuerdo cuando Victoria Pedregosa, la madre de Fernando y
Antonio Rojas, nos enfundaba esas capas de gasa que guardaba celosamente
en una de las mesillas de su dormitorio como presagio de que algún día le
podía dar una utilidad práctica. Y así fue. Un grupo de niños entusiastas
aprendíamos a ser romanos en la calle. Nos divertíamos tocando y tocando
en una época en la que no había aún Semana Santa Chica.
SER ROMANO. Cuando entramos a formar parte de la Centuria Romana
fue un grito al cielo. Un logro conseguido. No faltábamos a los ensayos en el
patio de la ermita del Cristo, donde los mayores no paraban de repetir y
repetir piezas musicales para ampliar el repertorio musical de cada año. Fue
la época en la que se tocaban canciones del Sol, las Cigarreras y bandas de
Sevilla que han sentado cátedra en el patrimonio musical de la Semana Santa
andaluza. Atrás quedaron esas noches en vela con procesiones en Pedro
Abad y luego en El Carpio, donde los más pequeños parábamos de tocar de
vez en cuando por orden de los mayores para abrigarnos del frío con
nuestras capas. También salíamos a Andújar, Villafranca, Adamuz, Córdoba
y Martos. Pero la Semana Santa era la fiesta más esperada del año. Tocar el
tambor ante la imagen del Nazareno era uno de los momentos más sublimes
para mí como romano. Todo un privilegio. Vivirlos desde dentro es algo
muy especial. Se siente un hormigueo cuando se acerca esta celebración que
cualquier penitente, desde el puesto que ocupe en el cortejo, seguro que la
vive como yo, desde una particular e infinita devoción a la fe cristiana.
Cuando llegué a la adolescencia, la participación en la Centuria Romana se
acrecentó hasta tal punto
que llegué a formar parte
de una fila en la que
redoblábamos hasta cinco
personas: mi hermano
Alfonso, Rafael Ruiz,
Francisco Sánchez, Juan
Antonio Navarro y yo. Los
solos de corneta de Jorge
Navarro, Juan Gaitán,

Manolo Sánchez, Rafael Ruiz (padre e hijo) y las cinco cajas repicando en las
tres caídas despertaban el interés de los presentes, en tiempos en los que al
acabar cada pieza musical se ovacionaba y en los que solo había tambores,
trompetas y cornetas. Y bombos, con los que Francisco Prieto, Joaquín
Villarejo y Lorenzo Rojas hacían un tridente de lujo para los amantes de la
música cofrade. A los 22 años dejé de salir de romano, pero ese gusanillo
siempre queda. ¿Quién sabe si algún día volveré?
Posteriormente he sido testigo directo de las luces y las sombras de
la Centuria Romana, que, por cierto, ahora vive uno de sus momentos más
dulces a pesar de los tiempos que corren. Un director propio, Manuel
Roldán, nuevos y numerosos instrumentos, trajes de gala y, lo más
importante, la esencia romana que nunca se pierde. La centuria es el sello
que identifica a la Semana Santa perabeña y no debe perderse, como
tampoco debería haberse perdido la figura del cirineo, que en mi mirada de
reojo recuerdo cuando los hermanos Francisco o Manolo Sánchez, hijos de
Bernardo, salían de niños subidos en el paso sosteniendo la cruz de Jesús de
Nazaret. Escenas como estas le darían aún más valor a nuestra Semana Santa
y sería un fiel reflejo del buen momento que se respira en otras escenas que
se suceden desde el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección. No
obstante, con el paso de los años se ha ido llenando de contenido.
Con la llegada de la Cuaresma el espíritu cristiano comienza a
cambiar. El olor a primavera se atisba cercano y hablar de Semana Santa, de
las novedades, de los cambios y cuanto concierne a esta festividad, hace que
el cofrade se sienta inmerso en una nube de experiencias que, aunque se
repitan cada año, se viven desde un interior que va cambiando con la
evolución de la persona.
Por mi profesión periodística he tenido la gran suerte de conocer
muchas semanas santas de Córdoba y sus pueblos. Puedo decir, sin temor a
equivocarme, que Córdoba es una de las provincias con mayor fervor
cristiano, riqueza patrimonial y artística del mundo. Y Pedro Abad no se
queda a la zaga. Esta localidad, que baña sus campos con la bendita agua del
río Guadalquivir, fundada por un abad que le da nombre y con una paisana
Santa, como es Rafaela María Porras, sigue fiel a su devoción cristiana
manteniendo en su Semana Santa momentos y escenas que la hacen única,
diferente. Una de ellas es la Escenificación del Prendimiento, declarado en
2008 de Interés Turístico de la Semana Santa de Andalucía, que, con la
incorporación de antiguos cantos del Apostolado, ha recuperado una vieja
tradición en torno a este auto pasional que representan un grupo de cofrades
desde mediados del siglo XVII, siendo uno de los grandes tesoros de la
Semana Santa andaluza, que reúne aquí al lado, en la plaza de Andalucía, a

cientos de perabeños y visitantes de toda España atraídos por su elevada
dimensión religiosa y popular.
Pedro Abad, al que amo hasta la muerte, cobra vida en la Cuaresma
tras un invierno frío y escarchado. Entre cultos y actos culturales me gustaría
resaltar la presentación del magnífico cartel de Semana Santa. Este año
dedicado a la imagen de San Juan en una preciosa estampa en la que el
joven apóstol comienza a subir la calle Carmen. También se nombró cofrade
ejemplar a Ana María Pérez, por su infatigable labor en la Semana Santa
Chica, una de las primeras de la
provincia. Toda una cantera de
jóvenes cofrades se sienten
protagonistas y fervorosos cristianos
en una mañana esperada por todos.
El Colegio SAFA Rafaela María, con
su director, Alfonso Priego, y
profesores a la cabeza, consiguen en
ese día que los más pequeños
sientan, vivan y protagonicen escenas que cuando pasa el tiempo dejan un
adorable aroma de recuerdos. El Certamen de Bandas de Pedro Abad es otro
encuentro decano en la provincia. Detrás de esta celebración, que este año
alcanza la 31 edición, han contribuido personas que durante años se han
dejado la piel para que el atrio de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción
fuera testigo directo del estreno de marchas procesionales de las principales
bandas de Andalucía. Durante estos días podemos contemplar estampas de
recogimiento ante altares de cultos. El aroma cofrade y el olor a incienso se
impregnan en nuestros pulmones preparando el espíritu para una nueva
Pascua.
Destaco el esfuerzo de los capataces, de las personas que integran las
juntas de gobierno, que deambulan en laberinto por las calles cobrando la
cuota anual a los hermanos, dejando a un lado a las familias o su tiempo
libre para montar el paso, organizar actos o cualquiera de las nuevas tareas
que conlleva el mundo cofrade, cuyo significado es “con el hermano”.
Cofrades por devoción y fe.
En toda noticia un periodista retoca, se equivoca y en este discurso
cuaresmal las hermandades rectifican o retocan errores pasados y se abren a
lo nuevo conservando aquello que sí fue válido. Como un periodista más, el
cofrade ha ido redactando a base de frases bien encadenadas la actualidad de
cada una de las hermandades. Para ello es importante y aconsejable aprender
de aquellos sabios, de esas personas que son capaces de regalar su
conocimiento y su experiencia de vida más íntima a los demás. Tomarlos

como ejemplo para que la tradición se mantenga y, con ello, nuestra
localidad sea la que todos queremos. La Semana Santa es un reflejo exacto
del dolor, el sufrimiento y la luz de esperanza que vivimos todos los
cristianos.
EL DOMINGO DE RAMOS. Y esa primera luz la vivimos cuando llega la
procesión del Domingo de Ramos, día en que Pedro Abad se convierte en
pureza. Las calles se llenan de blanco. En este día se entrecruzan la dos
tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre,
multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre del pueblo santo, que se
convierte en mímesis, imitación de lo que Jesús hizo en Jerusalén, y la
austera memoria –anamnesis- de la pasión que marcaba la liturgia de Roma.
Liturgia de Jerusalén y Roma, juntas en nuestra celebración.
La mirada limpia y transparente de los niños vestidos de hebreo
convierten esa mañana primaveral en una eclosión de olores y sensaciones
que dejan marcado al que siente y lleva la fe cristiana en lo más profundo de
su ser. Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al monte de los olivos
para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, ese
gesto profético, entrando como Rey pacífico, mesías aclamado, primero, y
condenado, después, para cumplir en todo las profecías. Es la procesión de la
Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, de La Borriquita.
Así veo a Pedro Abad ese día. Con ese majestuoso paso que se
convierte en centro de todas las miradas y que es un motivo de reencuentro
para muchos familiares y amigos que vuelven cada año para verlo de cerca.
Para compartir su recorrido por nuestra pequeña
Jerusalén.
Los jóvenes hermanos que están al frente de esta
cofradía, la de Nuestro Señor de los Reyes en su
Entrada Triunfal y María Santísima de la Oliva,
realizan una labor encomiable durante todo el
año para mantenerla más viva que nunca y así
poder disfrutar de su recorrido por nuestras
calles, haciendo un merecido homenaje a Rafael
Cáceres, quien, junto a Pedro Tintor, fueron los
cofrades y artistas que llevaron a esta cofradía al
lugar que se merecía. La liturgia de las palmas
anticipa en este domingo, llamado Pascua
Florida, el triunfo de la Resurrección y la lectura
de la Pasión nos invita a entrar conscientemente

en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo.
Me embarga de emoción su paso por la plaza del Comandante
Porras, donde el pueblo espera su llegada con ansia porque allí se
contemplan estampas inéditas cada año. La mirada de Jesús al pueblo irradia
bondad, amor y sencillez. Igual que los padres que acompañan a sus hijos
con las palmas, o la voz del capataz, que dirige a
costaleros de diferentes cofradías, que se unen para
llevar a Jesús y a la Virgen de la Oliva por el sendero
de la fe de nuestro pueblo.
EL MARTES SANTO. El lunes es el día que sirve
para ir preparando una semana intensa, llena de fe y
devoción, y el Martes la cofradía de San Juan saca en
procesión al Cristo de la Misericordia. Jesús Venzalá
simboliza el espíritu jovial del Evangelista, del cofrade
para todo y de la bondad por excelencia. El sonido
bronco del tambor negro aterciopelado irrumpe entre
las tinieblas. La sobriedad de las calles apagadas da
paso a Cristo en la Cruz trasladado a hombros por nazarenos enlutados. El
respeto y el silencio envuelven a Pedro Abad de una aureola de misterio.
Todas las miradas se centran en el momento en que Jesucristo es llevado en
la cruz. La magia de la fe se siente, se palpa y se vive en la bajada por las es-
calinatas de la calle Rosario, donde la estrechez y el zigzagueo de la misma
arropan a los penitentes que van rezando las diferentes estaciones. Felicito a
esta hermandad por regalarnos estos emotivos momentos. El pasado 14 de
marzo gozamos de su vía crucis desde la ermita del Cristo hasta la
Parroquia.
No debemos quedarnos solo en la adoración de una escultura, al igual
que hizo el pueblo israelí con el becerro de oro. Las imágenes son palabras de
Dios esculpidas y la cofradía en procesión es la predicación en la calle.
En el momento que Dios hecho hombre carga con el madero se nos
hace entrega de la cruz a cada uno de los que estamos aquí. Para unos, la
carga es ligera. Para otros, en cambio, la cruz es pesada. Y es entonces
cuando debemos sentirnos hermanos en la enfermedad, en las dificultades
económicas y en las relaciones. Desconocemos cuánto peso seremos capaces
de soportar, pero sí está claro que la cruz llevada en hombros de la fe nos
hará fuertes en la adversidad.
Mirando a los ojos de la Dolorosa de Pedro Abad os invito a ser

humildes y sencillos como nos enseñó su hijo entre pecadores y gente del
pueblo. A ser constantes en el camino como demuestra su zancada, a ser
servidores y no a ser servidos. A ser cirineos de los que llevan su cruz, con
un beso, una palabra, una caricia. A ser íntegros, a defender la verdad por
dura que sea. A ser felices con menos y a valorar lo que se nos ofrece. A
aprender y practicar la palabra gracias.
Santa Rafaela María, fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón
de Jesús, nos habló de la necesidad del amor y la humildad, siempre presente
en su vida y en la de Jesús de Nazaret. Rafaela María fue conocida como “la
humildad hecha carne”.
MIÉRCOLES SANTO. El Miércoles Santo,
Nuestra Señora del Mayor Dolor en su
Soledad, con su salida procesional en la
medianoche, desde la ermita del Cristo, nos
envuelve y nos atrapa a todos los perabeños.
Las costaleras, dirigidas por Antonia
Grande, han llevado durante muchos años
reflejado en su rostro el dolor de su titular.
Este año no ocurrirá lo mismo porque irá a
ruedas. Los esfuerzos realizados por la
familia Bollero durante los últimos años para
que salieran entre hombres y mujeres se han
agotado. No obstante, podremos verla en la
calle en un día de silencio. Podemos decir que es un milagro que nuestra
Semana Santa tenga escenas como esta, sobre todo cuando el cortejo lo
acompañan miembros de la Guardia Civil, que son vecinos de nuestro
pueblo, que custodian la imagen, así como mantillas y el calor del pueblo en
general. Desde hace unos años la Centuria Romana cierra la procesión con su
nuevo repertorio, donde se ve reflejado en sus notas musicales el dolor de
una noche que nos asoma a la madrugada del Jueves Santo, otro de los días
sublimes de nuestra Semana Santa.
JUEVES SANTO. Los corazones se agitan, llegan las prisas de los últimos
retoques para la túnica, los cirios y las flores. El pueblo se acelera para que
todo esté a punto la tarde del Jueves Santo. Es la procesión del Prendimiento.
Pero antes, la Casa de Hermandad de Padre Jesús acoge uno de los
momentos más íntimos: la Última Cena de los Apóstoles con Jesús,
quedándose con nosotros en el pan y en el vino, dejándonos su cuerpo y su

sangre. Yo he tenido la oportunidad de vivirla en primera persona y es algo
que conmueve. Los apóstoles, con el
Maestro Cortés, al que desde aquí
quiero enviarle un fuerte abrazo,
protagonizan una jornada de
convivencia, cantos, ensayos y razones
para seguir manteniendo viva esta
llama que hace unos años se encendió
en nuestra Semana Santa y que se debe
de mantener viva para la eternidad.
Sin duda, supone un valor incalculable
en el mantenimiento de nuestras tradiciones. Al terminar la última cena,
Jesús se fue a orar al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después
de mucho tiempo de oración llegaron a aprehenderlo. Luego llega el
Lavatorio de Pies en la Iglesia Parroquial, siendo testimonio y ejemplo de
servicio. Y por último, el Prendimiento ante la mirada atenta de niños y
mayores. Padre Jesús y su apóstol fiel, San Juan, presiden el atrio de la
parroquia y observan desde sus alturas el momento más entrañable de la
Semana Santa: la Escenificación.
El Jueves Santo ha dado un giro importante en los últimos años.
Recorro kilómetros y kilómetros por nuestra comarca para recoger los
momentos más significativos de cada pueblo. Pero, hermanos, cuando llega
la hora del Prendimiento lo dejo todo para sentirlo de cerca y tratar de
hacérselo sentir a aquellos perabeños y lectores que viven fuera. Bernardo
Sánchez, Miguel Luque, José Laín y Alfonso Villarejo, junto al apostolado y
centuria romana, convierten durante unos minutos nuestra plaza de
Andalucía en un escenario único capaz de emocionar al que siente la fe
católica. Los costaleros, los nazarenos, los romanos y los penitentes
contemplan impávidos uno de los momentos más esperados del año. Sin
duda, el que más fieles reúne en un mismo espacio. Supone un motivo de
peregrinación para muchos amantes de un auto pasional con gran valor
etnográfico. El capitán de la Centuria ata las manos a Jesús y se inicia el
peregrinar por las calles de Pedro Abad.
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Este es el evangelio,
la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde la paradoja
de este mundo que parece tan autónomo necesita que se le anuncie el
misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de
su amor. Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones
largas y detallistas de la pasión de Jesús.

LA MADRUGADA. Se abre la puerta de la madrugada de la ermita y la
calle Jesús se alza más aún para ver cómo asoman los primeros rayos de luz
que comienzan a despuntar en el horizonte. El cerro del Cristo rememora al
Calvario en el que fue crucificado Jesús, desde donde sale en primer lugar
para iniciar la procesión de la
mañana. Se me viene a la mente lo
que ocurrió hace casi 2.000 años.
Su prisión, los interrogatorios de
Herodes y Pilato, la flagelación, la
coronación de espinas y la
crucifixión. La mirada triste pero al
mismo tiempo dulce del Nazareno
en la madrugada se mezcla con el
olor del azahar en un día
primaveral por las calles que anunciarán la buena nueva. Las tres caídas y el
encuentro que protagoniza con su Madre, Nuestra Señora de los Dolores,
inundan nuestros corazones de amor y respeto hacia las personas que nos
trajeron a este mundo: nuestras madres. De todos los pueblos de alrededor se
acercan vecinos para vivir este encuentro. El pueblo se queda mudo, pero el
canto de la sentida saeta irrumpe con fuerza para transmitir a los asistentes
la fe y la belleza plástica de este instante.
Hermanos cofrades, la Semana Santa es un reflejo de nuestras vidas y
vivencias. Está perfectamente trazada como símbolo de lo que un cristiano
representa en el día a día. Todos los que forman parte de esta semana de
vivencias lo deben hacer con fe, con sentimiento cristiano y viviendo el
momento con análisis de conciencia. Mirar la mañana del Viernes la cara a
Nuestro Padre Jesús, la de la Virgen de los Dolores, la de San Juan, la de la
Magdalena o la de la Santa Mujer
Verónica constituyen una reflexión de
fe y religiosidad que cada cristiano
debe experimentar con su familia, en el
trabajo o con el grupo de amigos. Esta
misma impronta se ve reflejada en las
miradas de los penitentes, que viven
con ilusión cada minuto, cada segundo.
Las pendientes no cuestan trabajo para
llevar a hombros a Jesús y María, como
tampoco cuesta acompañar a María Magdalena o la Santa Mujer Verónica,
ésta última omnipresente en la madrugada gracias a la labor de la familia
Bollero, que año tras año mantiene viva la llama del espíritu de sus cofrades
para hacer grande y única nuestra Semana Santa.

VIERNES TARDE. Se aproxima la noche del viernes. Los vecinos
comentan en las casas de sus hermandades, de Padre Jesús y de la Virgen de
los Dolores, las anécdotas de lo vivido hasta el momento y lo que queda por
venir. Es una intensa jornada de trajín y de recuerdos memorables. De
paseos por las calles típicas de esta bella y acogedora localidad. Por la noche
el portón de la ermita se vuelve a abrir de par en par para ver salir al Cristo
Yacente, Santa María Magdalena y Nuestra Señora de los Dolores. El cortejo
inicia el recorrido del luto. La bajada por nuestro particular Calvario de la
calle empedrada es una de las escenas más emocionantes de la noche del
viernes. La madurez de los portadores del paso de Cristo Yacente, dirigido
magistralmente por un hombre volcado en la Semana Santa como Francisco
Fuentes, contrasta con la juventud del trono de Santa María Magdalena, que
cumple este año su primera década llevado por costaleros. Su capataz, Juan
Pachón Tabares, con solo 15 años, es el más joven de la comarca, y desde
pequeño ha sentido esta
devoción como el
presidente de la
hermandad, Rafael
Mollejas, en quienes me
gustaría simbolizar el
espíritu de esperanza de
esta Semana Santa,
envuelta de
sacrificio y dedicación,
poniendo de manifiesto
que nuestra Semana
Mayor tiene el futuro
garantizado. También los costaleros de la Virgen de los Dolores celebran su
25 aniversario. ¡Cuántos años son los que esta hermandad con solera nos ha
llenado de buenos y grandes momentos! Enhorabuena, porque demuestra
que la constancia y el sacrificio son emblemas latentes de estos días grandes.
Otro ilustre de nuestra Semana Santa es Pedro Cabello Puentes.
Hombre cabal, con profundas raíces cristianas, que, sin separarse de su
Dolorosa ni un ápice, acompaña cada año a su cuadrilla de costaleros,
siempre con esa vocación de servicio que le ha caracterizado. Este perabeño
de pasión y de corazón siempre ha estado unido a la Semana Santa y a la
iglesia, siendo el verdadero cordón umbilical del paso de la historia de los
últimos 60 años. Le acompaña la banda de música Puente Romano, de Villa
del Río, consagrando sus actuaciones a esta cofradía.

EL SÁBADO. El sábado recordamos el
día que Jesús pasó entre la muerte y la
resurrección. Es un día de luto y tristeza
porque no lo tenemos entre nosotros. Las
imágenes se cubren y los sagrarios
permanecen abiertos y por la noche se
celebra la vigilia pascual para celebrar la
Resurrección. Las velas anuncian una
nueva luz. Previo a la Vigilia Pascual
llega una de las celebraciones que con más fuerza han irrumpido en los
últimos años y que forman parte de la idiosincrasia de nuestro pueblo: La
Quema de Judas. Antonio Mejías y mi hermano, Alfonso, hace unos años que
recuperaron con fuerza esta tradición que se pierde en la noche de los
tiempos. Fue en la casa de la hermandad de Los Dolores. Estos dos amigos
del alma iniciaron un recorrido tocando el tambor por las calles para quemar
los Judas y cada año va a más. Como le ocurriera al flautista de Hamelín, el
pueblo los siguió y los siguió hasta llegar a ser una fiesta alegre, que precede
a un día grande de nuestra Semana Santa y que, con ello, ya no cabe decir
que ningún día es mejor o peor que el otro. No saben lo que me reconforta
esta decisión tomada en su día por estos dos cofrades perabeños, que han
logrado que Pedro Abad suene cada vez más en el calendario de la Semana
Santa de nuestra provincia.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN. Tras esta jornada se espera con
impaciencia la llegada del Domingo de Resurrección, en el que también
compartimos grandes momentos en compañía de la familia y amigos. La
bajada del Resucitado y la Virgen de la Alegría desde la ermita del Cristo, su
encuentro en la glorieta de la Centuria Romana y posterior procesión le dan
aires de esperanza a las calles de nuestro pueblo. ¡Cristo ha resucitado! Los
vecinos lo celebran acompañando a la Virgen de la Alegría y a Nuestro Señor
Resucitado.
Quisiera resaltar la singularidad del cofrade y las cofradías respecto
a las demás asociaciones de la iglesia. La celebración de las procesiones
constituye el hecho diferencial de las cofradías, que conlleva una
responsabilidad singular propia. Por tanto, quiero, desde este humilde
pregón, que mi voz se convierta en un grito de esperanza en el que todos los
vecinos, unidos, convirtamos Pedro Abad en un ejemplo de hermandad,
solidaridad y sencillez, haciéndolo en nombre de la iglesia y no en el nuestro
propio como hermandad o grupo concreto. Que se asista a las procesiones y
a los oficios en familia porque la vivencia cristiana de estos misterios debe

ser en comunidad. Si la puesta
en escena de la procesión se
desarrolla en colectiva devoción y
con testimonio penitencial y
catequético, su contemplación
contribuirá de forma decisiva a
convertir al espectador que
observa. Si, por el contrario, el
discurrir de la procesión desdice
del mensaje devocional y religioso,
su visión puede transformarse en
lamentables e indeseables consecuencias. Invito a todos los presentes a que
aprovechemos con intensidad esta carrera final de la Cuaresma y que, sobre
todo, preparemos el corazón. Gracias a Dios en Pedro Abad hay muchas
tradiciones hondas que expresan la Pasión, Muerte y Resurrección de
Cristo. Cada una de las cofradías aporta ese aspecto nuevo, ese toque
especial que hace única nuestra Semana Santa. Debemos prepararnos con
intensidad con la oración, con nuestro sacrificio y con la caridad hacia el
prójimo, algo que debe de estar siempre en nuestro espíritu. Luego se
manifestará externamente en una procesión, en un acto de culto o en unos
santos oficios, pero el corazón siempre debe estar lleno de amor a Dios a
través de la oración. Muchas gracias y muy buenas noches.
Rafael Castro Ávila
Marzo del 2015

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