El documento describe las acciones discriminatorias y abusivas de Walter Garaycochea cuando era jefe del Departamento de Filosofía y Psicología de la Universidad Nacional de San Agustín en Arequipa, Perú en la década de 1970. Garaycochea solo proponía para puestos docentes a aquellos que le caían bien personalmente, independientemente de sus méritos o calificaciones. Su trato hacia aquellos profesores que no le agradaban era despótico y grosero. Sus acciones produjeron frustración y resentimiento entre el
Universidad nacional de san agustín: su historia de vergüenza
1. UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN - GARAYCOCHEA
Por desgracia, este centro superior de estudios de la Blanca Ciudad tiene ídolos de barro.
Walter Garaycocheapodrá tener méritos, pero como humano que es, tiene defectos, y ninguno de
sus aduladores homenajeadores tiene la entereza moral de mencionar esos defectos.
Este personaje, a comienzos de la década de los '70, se desempeñó como Jefe del Departamento
de Filosofía y Psicología de esa universidad. Tenía a su cargo la propuesta de profesores jóvenes
para el Programa de Estudios Generales. Formalmente era la comisión presidida por él la que
proponía, pero en los hechos, él solo decidía: su voluntad era ley. Para él, más valían las relaciones
amicales que los méritos del postulante. Pobre de aquél profesor que no le cayera bien: de nada le
valía su curriculum ni sus méritos académicos. Prefería este jefe, proponer para la plaza, a
postulantes con menor nivel, con menos experiencia, o sin título en la especialidad. Esta actitud
discriminatoria, la ejerció este personaje como si el Departamento de Filosofía fuera su chacra. No
había una instancia superior dónde quejarse, porque la institución hacía espíritu de cuerpo con
este señor, y un aspirante a ser contratado como docente, no era nada ni nadie en la institución
como para formular una queja y ser atendido. Era una situación anómica, en la que la suerte y la
carrera de un profesor estaba sujeta a la voluntad todopoderosa y las inapelables decisiones de
este personaje. La meritocracia y los valores, estaban por los suelos.
A esto se agrega el trato de este Garaycochea: para aquél profesor que no le caía bien, su trato era
despótico, altanero y grosero. En el Departamento, sentado a su escritorio, estaba viendo unos
papeles en su despacho, con la puerta abierta. Se asomaba un profesor con la pregunta: "¿Se
puede, doctor?", a lo cual respondía: "no", y seguía viendo sus papeles.
Este señor, con ese despotismo, produjo frustraciones, resentimientos y heridas profundas,
imborrables.
Quienes lo homenajean como "filósofo arequipeño", debieran de ser más honestos, y averiguar la
faceta negra de la trayectoria de este personaje. La reflexión filosófica purifuca la vida espiritual
contra el imperio de las pasiones bajas, porque nos hace penetrar en la esencia de la naturaleza
humana más allá del color de la piel o las viscicitudes de la fortuna. La reflexión filosófica nos
permite advertir nuestra precariedad ante la misteriosa inexorabilidad de la finitud; nos permite
advertir nuestra insignificancia en la inmensidad del tiempo y del espacio.Se supone que un
filósofo, por penetrar en lo profundo del "alma" humana, debe de tener una honda sensibilidad
humana y ser comprensivo. Todo esto se opone a lo que es discriminación. Yo no sé qué le ven de
"filósofo" a este personaje. No puedo concebir que un auténtico filósofo, que profundiza en los
arcanos de la grandeza y la miseria humanas, que profundiza en la posición de la existencia
humana en la infinitud del Cosmos, sea personalista, cerradamente autoritario, discriminador,
injusto y mezquino.
Sobre este señor, siempre pesará el dolor ajeno sembrado por su autoritarismo discriminador e
injusto. Hay un juez supremo al que no podemos engañar: nuestra propia conciencia. No lo culpo,
2. porque después de todo, estas actitudes discriminatorias son producto y reflejo de un sistema
social injusto, autoritario, discriminador, erigido sobre una bancarrota de valores. Es al sistema al
que cuestiono.
Las instituciones de Perú están plagadas de estas conductas caciquezcas (por ejemplo, los "cargos
de confianza"): "prefiero al amigo, y excluyo al no-amigo, al que no me cae bien, aunque tenga
éste mayores méritos académicos, mayor nivel de experiencia o de capacitación". . . Esto es una
bofetada en el amor propio, genera frustraciones en la vida personal, resentimiento, lágrimas de
amargura e impotencia ante un sistema injusto, omnipotente e inmisericorde con los humildes.
Usted, si carece de una recomendación, no tiene dónde quejarse, porque todo este maldito
sistema está preparado en contra de los humildes.
Es hora de acabar con esta vergonzosa inversión de valores que corroe la moral pública. Es
imposible que una sociedad fraterna y reconciliada, se edifique sobre las sangrantes heridas de la
humillación y la discriminación. Es imposible que una sociedad fraterna se edifique sobre los
cimientos del resentimiento y la marginación impune.
Me dirijo a los humildes como yo. Alcémonos como un solo puño en alto, y digamos un NO
rotundo a estas vergüenzas. Denunciemos públicamente a estos caciques de escritorio.
Denunciemos públicamente esta discriminación, esta inversión de valores, institucionalizadas en
Perú. Denunciemos ante el mundo esta falsa "democracia". Edifiquemos aun con nuestro dolor,
alguna aurora limpia y pura para los que vendrán. Que a nuestros hijos no les hagan lo que a
nosotros nos hicieron; que por sus mejillas no corran las lágrimas que por las nuestras corrieron.