2. Acudo a la conocida imagen de la piedra arrojada al lago, que provoca
en el agua una serie de ondas concéntricas, tanto más amplios y más
débiles cuanto más van alejándose del punto central.
Tomemos por lago a la inmensa multitud de los bautizados, repartidos
ellos también en bandas circulares, según los grados de intensidad con
que viven su conciencia de Pueblo de Dios.
3. Más amplios; pero más débiles conforme van dejando al punto central
perderse, desvirtuarse. Cierto que nuestros modos de ser Iglesia
exigen esta expansión; “misión” le ha llamado la Iglesia misma; pero
ella nunca ha dejado de pensar en que la “centralidad” de la gota es
precisamente la que da paso a las ondas hasta abarcar al lago.
4. Paso así a referirme a los círculos o ambientes en los que los
cristianos conscientes suelen desplegar, con preferencias
muy marcadas, su mentalidad religiosa o su modo de estar
en la Iglesia. Cada cual con su historia.
5. Cada creyente tiene tras de sí su
propia historia sagrada.
Bautizados por lo general al nacer,
pero con historiales muy diversos
en su iniciación cristiana,
¿cómo he llegado a la fe personal?
¿cómo me sostengo en ella?
Nadie cree solo. A todos nos
Ha alcanzado el anuncio y la
Gracia de la fe por las mediaciones
Más variadas, incluso más insospechadas.
6. El circuito frecuente y normal suele
ser el de la familia, la escuela y la
parroquia, conectados con frecuencia
entre sí. Sin estos tres ambientes,
cuando falla alguno de los tres, o si
funcionan desconectados, qué difícil
resulta el desarrollo religioso
(valores, sentimientos, catequesis,
sacramentos) de los niños y
adolescentes. Repito: nadie cree
solo. Y se debe repetir porque es el
entramado, es la interrelación, es
precisamente y con las palabras de
Jesús: LA UNIDAD, la que otorgó
siempre la fuerza, la radicalidad y la
esperanza del quehacer de la Iglesia
de Jesucristo.
7. No está fuera de lugar, si se interpreta correctamente, hablar de la
diócesis y, en su medida, de la parroquia, como Comunidad
de comunidades. Un centro que aglutina en torno a si a la diversidad
que el Espíritu ha regalado. Será la única posibilidad de que verdades
como: Organización, Participación, Co-Responsabilidad, Comunión,
entre otras; puedan ser una realidad entre los cristianos.
8. ¿Tu modo de estar en la Iglesia
es la tienda de campaña de tu
propio grupo cristiano?
-¿Es eso Malo?
-No.
-¿Incompleto?
-Sí.
-¿Peligroso?
-También.
9. Hay que recordar siempre, que la diaconía no debe empobrecer y,
menos, suplir a la vida parroquial; el grupo pequeño a la comunidad
cristiana en movimiento; el Movimiento a la Iglesia local; o las fuerzas
de Iglesia a la Iglesia misma. Difícil equilibrio, lo reconozco. Pero nos va
muchísimo a los creyentes el apuntalar la jerarquía de prioridades, el
discernimiento y ordenamiento en los carismas, la
posición de cada cristiano en su dimensión personal,
asociativa, parroquial, diocesana y universal.
10. ¿Qué sería del árbol sin ramas, hojas, flores y frutos? Pero
más aún: ¿Qué sería de todos ellos sin tronco, o sin poda del
ramaje, ahogados a la larga en un follaje selvático?