La finalidad de la vida

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La finalidad de la vida
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Romuald kaboré

3. La finalidad de la vida
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§ Tabla de materias
§ Introducción
§ Más que el alimento y el vestir
§ Más que el paraiso
§ Morir para vivir

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§ Introducción
¿Para que vivimos? ¿Cual es la finalidad de nuestra existencia? ¿Para
que he sido llamado? Aquí algunas preguntas que nos permiten de
comprender la finalidad de la vida.
Pero antes, una constatación se impone; es que la gran mayoría de los
humanos generalmente no se cuestionan sobre la finalidad de la vida.
Para muchos de entre nosotros, lo esencial es vivir; y punto.
¿Por qué debería atormentarme para entender la finalidad de mi vida?
Puede que esta pregunta no sea útil para todos. Pero es necesaría para
toda persona cuidadosa de crecer y adquirir madurez en la vida.
La historia nos muestra que en general, las personas que se inclinan
sinceramente sobre esta cuestión hacen parte de la élite social. Son
por ejemplo los filósofos, los eruditos y los sabios de sociedades
tradicionales. Todavía hoy, solo una ínfima parte de la población se
cuestiona realmente sobre la finalidad de la existencia. Los demás se
contentan en existir. Por lo tanto, encontrar una respuesta clara y
precisa a esta pregunta debería ser nuestra primera inquietud.
Porque el verdadero sentido de la vida es ciertamente diferente de la
que llevamos hoy.

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§ Mas que el alimento y el vestir
Si, la vida vale más que el alimento y el vestir. Pero nosotros vivimos
en un mundo donde tenemos el derecho de preguntarnos si todas
nuestras preocupaciones solo giran en torno de eso. Para vivir,
ciertamente necesitamos comer, alimentar nuestro cuerpo y protegerlo
del frio.

7. La finalidad de la vida
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El organismo humano está en constante necesidad de alimento para
funcionar normalmente. Pero ello no justifica el interés cada vez
mayor que se le da a la comida y al vestir. La economía mundial
reposa sobre el pilar de la comida y el vestir.
Observar alrededor vuestro y constatareis que la gran mayoría de
comercios tienen por vocación de nutrir el cuerpo. Las grandes
superficies, las industrias agroalimentarias y farmacèuticas, la
indústria de lujo y de la moda tienen un mismo objetivo: nutrir el ego
y permitirnos de vivir con un sentimiento de importancia, de fuerza y
poder. Lo que hace que el alimento y el vestir constituyen una de
nuestras primeras preocupaciones.
Trabajamos para nutrir el cuerpo, vestirnos y dar una cierta apariencia
de nosotros mismos. Además, a través de la comida y del vestir,
expresamos nuestra pertenencia a un medio cultural, a una clase social
e incluso a una religión. Así, la focalización hacia el cuerpo se ha
transformado en nuestra primera prioridad, hasta el punto de ser la
finalidad de nuestra vida.

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Nuestro apego a la comida y al vestir traduce una realidad: solo
somos seres carnales, sujetos a los elementos materiales de la
creación. Los seres carnales no pueden privarse de nutrir sus cuerpos,
de una manera u otra. Además, se regocijan en experimentar todo
aquello que les puede permitir de vivir un cierto éxtasis en el cuerpo.
Estos seres que somos, se entregan a la codicia a la depravación
sexual y a todo lo que excita el cuerpo y da sensaciones (alcohol,
tabaco, droga...).
Todas las especies animales, también estan bajo este deseo de nutrir
sus cuerpos. Su supervivencia depende de sus capacidades para
encontrar los medios que les permitan alimentarse. Y más una especie
es capaz de nutrirse de los demás, más ella augmenta las posibilidades
de sobrevivir.
Hoy, los humanos estan muy atentos a la escucha de su cuerpo. Ellos
se complacen en alimentarlo bien a través de la comida, del vestir y
de toda forma de placer. Se dicen a si mismos que su supervivencia y
su felicidad dependen exclusivamente de esto. Pero aquel que se
apega a su cuerpo se da a si mismo todas las probabilidades de no
crecer. Con toda seguridad, él se queda un ser inmaduro e incapaz de
comprender la esencia de la vida. Es por ello que Cristo decía en
esencia, esto a sus discípulos: “Si vuestra finalidad es verdaderamente
desarrollaros y crecer en la comprensión de la vida, entonces parar de
preocuparos por vuestro cuerpo. Porque, la vida vale mucho más que
el alimento y el vestir!”

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§ Más que el paraiso
Algunos testimonios escuchados por aquí y por allà de personas que
han tenido la suerte de “visitar” el paraiso, nos hacen entender que es
un lugar maravilloso! Un lugar estallante de luz y donde todo está
hecho de oro y de piedras preciosas.
El paraiso sería pues, todo lo contrario de lo que vivimos en la tierra.
Una vida hecha de luchas, de pobreza, de dolor y de sufrimiento. Una
vida donde no tenemos suficiente dinero para hacer lo que queremos y
donde el rico se rie del pobre.
Yo soy pobre, y estoy dispuesto a pagar el precio para vivir en ese
lugar maravilloso llamado paraiso.

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¿Pero será que la finalidad de la vida es de buscar el paraiso?
La especie humana está en una búsqueda constante del paraiso. Ella
tiene miedo de lo que le pasará mañana y trabaja cada dia para
garantizarse un sitio en el paraiso. Hacer el bien, respetar la ley, ser
cortés, ser bueno, ir a la iglesia, orar, ayunar, pagar su diezmo, ir de
peregrinaje o incluso hacer una guerra llamada santa, son tantas las
agitaciones que traducen nuestra búsqueda del paraiso.
Para entrar en el paraiso, parece que hay que pagar un alto precio.
Este precio está hecho de luchas y sacrificios, los únicos medios
susceptibles de permitirnos de recibir la clemencia de los dioses. Es
por ello que la población judía aceptaba de llevar el pesado fardo de
las leyes dictadas por los líderes religiosos. Todavía hoy, muchas
multitudes continuan llevando su fardo en el nombre de la búsqueda
del paraiso. Ellas estan convencidas que Cristo no vino para abolir la
ley. Mejor, él mismo afirmó que ninguna letra de la ley será borrada.
¿Pero de que ley habla? ¿Hace alusión a esas leyes religiosas que
encierran a toda la humanidad en la ignorancia y en la adoración de la
criatura? Ciertamente no!

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Buscar el paraiso, es también explorar los medios que permiten de
mejorar nuestra propia vida escapando del presente. A veces, nosotros
pensamos que nuestro paraiso se encuentra detrás de una bella mujer,
una bella casa, un bonito coche, un puesto de trabajo en una empresa,
una importante cuenta en el banco. El paraiso, es pues lo que me
permite de escapar de la humillación, el sufrimiento, la falta. Es lo
que me permite de tener una alta estima de mi mismo, de ser
considerado por los demás y de reforzar la idea de mi mismo. En fin,
es todo lo que puede impedir que yo muera ante los ojos de los demás,
de ser despreciado y pasar inapercibido.
Pero la pregunta que se me plantea es la siguiente: ¿Cual es ese
paraiso donde la búsqueda solo depende de mi capacidad de ser
individualista, de pensar solo en mi, de apoyarme en los demás para
realizarme, de hacer las cosas para mi propio interés y de llevar una
máscara, esta falsa idea que yo doy de mi mismo? Un paraiso que
solo se abre para aquellos que saben correr, que pueden hacer prueba
de violencia y que estan en la cabeza y no en la cola!
¿Percibís vosotros la realidad? Si un tal paraiso existe, es bien el
sistema del mundo en el cual vivimos.
Nosotros pasamos nuestra vida estando en la búsqueda de un paraiso
utópico e ilusorio, presentado por algunos testimonios de individuos,
por las religiones o por la sociedad en la cual vivimos. Los frutos de
la lucha por este paraiso utópico son muy bien conocidos:
sufrimiento, codicia, individualismo, ignorancia, idolatría...La vida
vale mucho más que eso!

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§ Morir para vivir
Durante todo nuestra vida, estamos en lucha contra la muerte. En
nuestra sociedad, la muerte es percibida como una sanción. Los que
mueren, son aquellos que son pobres, los que son pecadores y los que
experimentan la maldición de Dios. Los ricos al igual que los que son
bendecidos no deben morir. Ellos tienen el derecho de vivir más
tiempo. Además ¿A caso no ha castigado Dios a Adan y Eva
acortándoles su ciclo de vida?
Morir para nosotros, es pues desaparecer completamente, salir de la
existencia.

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Las religiones utilizan la amenaza de muerte para funcionar
adecuadamente.
En las familias, existe el destierro y la puesta a parte. La justicia tiene
por símbolos la balanza y sobre todo la espada que produce la muerte.
Todas la religiones envian al infierno aquellos que no son adeptos.
Podemos decir que el mundo funciona sobre el fundamento del
miedo, de la muerte.
Por lo tanto, la finalidad de la existencia, es de morir.
El mensaje de Cristo no es saber que hacer para ser rico, para ser el
primero o ir al paraiso! Su mensaje se puede resumir así: “Aquel que
quiera salvar su vida, la perderá. Pero aquel que aprenda a perder su
vida, la hallará”.
Las personas que estan en fase terminal de una enfermedad o a las
puertas de la muerte, nos enseñan qué es “salvar su vida”. Los
podemos ver luchando, utilizar todas sus fuerzas y sus medios para
sobrevivir. Los vemos apegarse cada vez más a lo que parece ser
apreciado para ellos; los hijos, cónyuge, objetos, algunas
realizaciones, etc. Toda la humanidad está absorbida en esta lucha
cotidiana para “salvar su vida”.
Salvar su vida, es engancharse a los elementos materiales de la
creación. Esos elementos materiales son nuestros bienes, nuestras
posesiones, nuestros conocimientos.
Es también agarrarse a la idea que uno tiene de si mismo. Y la idea
que los humanos tienen de ellos mismos gira alrededor de la
pretensión de ser seres inteligentes y buenos. Aceptar lo contrario
sería una prueba de debilidad.

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La historia del hombre rico relatada en los escritos, nos enseña el
ejemplo perfecto de aquel que no quiere morir. Como el hombre rico,
un tal individuo está dispuesto a acomodarse a todas las reglas de la
religión. Pero no puede renunciar a la idea que tiene de si mismo. No
puede remediar de pensar que él es la imagen del creador, que es un
ser inteligente, bueno y piadoso.
El sentido de la existencia es por lo tanto de morir al mundo y morir a
uno mismo para traer la vida. Sin esta muerte ciertamente no hay
vida. Nosotros podemos alimentar nuestro cuerpo, nutrir la idea que
tenemos de nosotros mismos, acumular bienes, glorificarnos de
nuestras acciones y de nuestros títulos pero sin experimentar la vida.
Esa vida, es el mismo creador que la da. Y ella no es dada “hasta que
el germen del trigo sembrado en la tierra no muera”.
Yo empiezo a entender en efecto, que la especie humana es una
semilla plantada en tierra y llamada a dar la vida a través del proceso
de la germinación-maduración-fructificación. Pero la semilla plantada
no puede germinar, ni desarrollarse, ni dar frutos si ella no muere. La
muerte es una etapa crucial para entrar en la vida y dar fruto. Según el
grano sembrado, el proceso de muerte puede ser más o menos largo.
Pero es obligatorio para las semillas que son llamadas a vivir y dar
fruto.

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Es por ello que la enseñanza de la cruz es el símbolo más manifiesto
de vida que Cristo deja a sus discípulos verdaderos. El profano y el
religioso ven a través de la cruz, el sufrimiento del Mesías, su látigo,
sus heridas, su corona de espinas, sus manos clavadas, sus piernas
fracturadas, su costilla abierta...Os acordais de la película “La pasión
de Cristo”. Pero sus discípulos ven la vida, esa misma que merece de
ser vivida.
Entonces, yo quiero retener esto: conocer la vida, es pasar por el
proceso de muerte. Morir al mundo, a sus riquezas, a sus seducciones,
a sus superficialidad y morir a la idea de si. ¿Pero esto es asequible a
todos?
Ahí está la cuestión.

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